Capitulo 37: La estrella

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El despertador de su celular molestó e interrumpió el sueño de Matthew. Esas horas de sueño no le fueron suficientes, no por el largo viaje de la Habana hasta Santiago, si no el horario del país en el que esta. Todavía siendo nación, es bastante pesado poder adaptarse a la hora del territorio. El canadiense anteriormente había ajustado la hora, gracias al recepcionista quien le dio la hora marcada en Santiago de Cuba.
Su autobús salía en una hora, el canadiense tomó una ducha rápida y bajó a tomar el desayuno, con el equipaje ya en su espalda y las llaves de la habitación en manos para entregarlos al recepcionista.
Aquel desayuno no le dio mucha satisfacción, el tiempo fue quien apuntaba en desesperación el cristal de su rejol.
Esta vez necesitará de los bocadillos que tiene en su mochila, antes de subir al bus, el chófer al principio no le permitía entrar con ella, pero Matthew logró convencerlo de que iba pagarle dinero por subirlo y seguir pagandole cuando el se bajara en el 26 camino. ¿Cómo lo logró? Mostró una foto de Lucio, como prueba de su verdad, el realmente no sabía como llegar a su casa sin ningún vehículo propio, la propia naturaleza amable y tierna del canadiense también fue un elemento fuerte de confianza que aprobó que el chófer y la supervisora dejarán que siguiera su viaje.

En camino fueron todos los pasajeros a la carretera de Baconao. Este camión iba a algunos lugares que estaban cerca de la carretera, y al final el parque de Baconao. Matthew no leyó mucho al respecto, necesitaba un transporte que lo llevará hasta donde quisiera.
Al salir de la ciudad, el canadiense se había sentado en el lado izquierdo del camión, a lado de la ventanilla para no quitar los ojos de encima y con una hoja de papel con un lápiz para anotar cuantos caminos lleva contados.
Temía mucho  que fuera a fallar. Ya que los caminos a la izquierda empezaron a aparecer antes de que subiera la altura y cada vez había más vegetación y frescura. Los turistas encantados, se asomaban por  las ventanillas abiertas mientras tomaban fotografías. Era difícil para el canadiense no distraerse de la belleza natural.
Alguien había tentado su hombro, el canadiense se sorprendió y vio una camisa floreada...se dio un gran susto antes de verle el rostro a la persona, al principio creia que era Carlos, pero resultaba ser un hombre mayor, con ojos cafés y de piel morena.

- Hello! How are you? - Preguntó alegre.

- A..ahmmm. I'm Okay. Thank you. -
Respondió el rubio regresando su mirada en la ventanila.

- Hmm...¿Sucede algo? -

- ¿Ah? No, no es nada. Muchas gracias...-

- ...¿De donde eres? ¿Canadá? -

El canadiense se sintió emocionado, feliz, orgulloso por el hecho de que alguien no le dijo americano.

- S-Si...¿Y usted? -

- Soy de Belize...Que preciosa es esta isla ¿No lo crees?

- L-Lo es...-

Intentó no distraer su vista, aquel hombre le resultaba incómodo, pero honestamente le contó la verdad. Amablemente el turista  dejó al canadiense sólo, mientras este tenía el lápiz en manos...Ya iba contando 23...sólo 3 caminos más... el primer destino paraba uno de los museos que guiaban esta carretera, el chico salió del camión a tomar un respiro y se estiró. Aquellos caminos, probablemente salían cada 5 minutos por cada 1 o 2.

Ya no falta mucho para conocerlo...la fotografía la tenía ya en manos, la había sacado antes para enseñarsela al señor, en la cual comprendio que Matthee va a la Sierra a hacer una entrevista con un muchacho, sin embargo, se extrañaba que la calidad de la foto fuera tan vieja como para coincidir con la apariencia actual.
Debería saber también la juventud de aquel chico...Newspaper Le dijo que era más joven que Carlos...bueno, Matt se ve más grande que Matthew, pero tienen casi la misma edad. Tal vez lo dijo en sentido figurado, las personas cambian mucho en 30 años...

Al regresar, el canadiense le había avisado al conductor que estaban cerca de su destino, afirmó a lo dicho y volvieron a abordar. NO debía apartar sus ojos en los últimos caminos, y trató de buscar aquella piedra pintada que decía Rusia.
Estaba muy preocupado, ya que no había contado el Museo como un camino válido, el ruso jamás le contó sobre eso, pero es mejor arriesgarse a no contarlo para no subir montaña arriba por unos cuantos kilómetros.

Tomó sus cosas y le indicó al chófer que se detuviera, frenó a unos pocos metros del camino final. El rubio bajó y se despidió de todos, agradeció y esperó a que todos se retirarán mientras lo despedían agitando sus manos.
El canadiense miró a sus lados primero para cruzar la carretera, el lugar era bastante húmedo y muchas plantas  cubrían la tierra y rocas. El camino en el que estaba no tenía ninguna cerca, eso le provocó inseguridad. Intentó buscar piedras de muchos tamaños, pensaba que aquellas grandes rocas tendrían algo pintado, pero no fue así.

El canadiense no quería darse por vencido. Justo en la carretera un carro había pasado a toda velocidad que una pequeña piedra había pasado por sus ojos hasta el punto de caer en unos helechos que estaban entre las enormes piedras. Inusualmente el choque de la piedra había generado un golpe hueco, como si hubiera chocado contra otra piedra. El chico terminó de observar la caída de la piedrita y busca el objeto donde chocó. Usa sus manos para remover los helechos que le regalaron la sorpresa de su búsqueda...una estrella pintada en rojo. ¡Es aquí! Aliviado y feliz de no haber fallado, gracias a Dios.

Por fin Matthew Williams dio paso hacia el sendero de tierra y pasto verde en camino hacia el hogar de un futuro conocido.

El Símbolo detrás de Cuba (Hetalia Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora