1|Cosas nuevas e inexplicables.

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El petricor penetraba en las narices de Melanie, sus pies se sumergían en una tierra húmeda oscura, elevaba su vista para detectar algo en las penumbras entre la neblina de la noche, las estrellas no brindaban mucha luminosidad, los pinos no tenía...

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El petricor penetraba en las narices de Melanie, sus pies se sumergían en una tierra húmeda oscura, elevaba su vista para detectar algo en las penumbras entre la neblina de la noche, las estrellas no brindaban mucha luminosidad, los pinos no tenían medida definida.
El ambiente se tornaba frío.
Un chico de ojos potentes ya que se notaba su azul aún en aquella noche se acercó al aparecer de la nada.
Con rostro familiarizado y una sonrisa elevada al cielo.

—¿Dónde estamos? —le preguntó Melanie al desconocido.

—No parece ser una selva, podría ser tal vez un bosque... —Extendió su mano mostrándole una araña que se mantenía en el medio de su palma—. Son fantásticas ¿no lo crees? —Dijo el chico que se la mostraba observándola con fascinación.

—Te eh visto. —Dijo Melanie más como una duda, tratando de reconocerlo, el chico hizo cuclilla para dejar a la araña caminar por el piso terrestre.

—Melanie. —Mencionó él una vez levantado, pero la vista de la joven empezó a nublarse.

«Melanie»

Esta vez era su mamá que la estremecía con calma mientras ella dormía, interrumpiendo su sueño.

—Es hora de despertar hija, hoy es tu primer día de clases, no puedes llegar tarde.

Melanie se removió y produjo un ruido de queja, seguido de una voz roca aún somnolienta.

—Nadie va los primero días. —Bostezó y giró su cara para observar a su mamá que le sonreía.

—Te haré el desayuno. —Se levantó de la esquina de su cama y salió de la habitación.

Melanie era un chica parecida a una muñeca de porcelana, sus destacados cabellos rubios casi pintando blanco resaltaban en su persona como su piel que era tan pálida, en el nuevo clima frío que se le presentaba provocaban una tonalidad roja en sus mejillas, representante de ternura, esbelta y cariñosa.

Ella estaba viviendo en una casa nueva, en un pueblo alejado llamado Forks, su madre decidió apartarse de la presión de la ciudad y tratar de superar el divorcio que tanto abrumo le había causado, su hija Melanie no se preocupó en mudarse, extrañaría sus amistades pero le agradaba el saber que su rutina cambiaría, era de las que prefería la soledad y la calma, cosa que este nuevo hogar le ofrecía a ambas.

Ya desayunando para asistir al que sería ahora su nuevo colegio de ultimo año escolar notó en una publicidad de cereales al chico con el que había soñado, rió para sí misma al recordarlo, este sujeto no era alguien que pudiera causar importancia en su mente.

En la vía observando a través de la ventana notó que se sentía nerviosa, ya que presentía que aquel colegio le traería cosas nuevas e inexplicables, los sermones de su madre sobre hallar buenas amistades y estudiar a los profesores hacían de su vo...

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En la vía observando a través de la ventana notó que se sentía nerviosa, ya que presentía que aquel colegio le traería cosas nuevas e inexplicables, los sermones de su madre sobre hallar buenas amistades y estudiar a los profesores hacían de su voz algo estridente, pero para finalizar le deseo suerte y ella se bajó con optimismo para enfrentar esta nueva etapa, aunque ahora no sabía a lo que se enfrentaba.

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