41|Días malos.

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Los nudillos chocando con la madera de la puerta de Melanie la hicieron despertar como algunas mañanas, su madre iba cada nuevo día a pararla personalmente pero al ver lo rendida que estaba se detuvo en el umbral de la puerta para provocar un ruido que así la despertase.

Toda la noche de la chica había sido arruinada, Melanie daba demasiadas vueltas en la cama para buscar una posición cómoda y poder dormir, pero a cambio de eso estuvo en vela, tenía insomnio y no sabía porqué ya que física y mentalmente estaba agotada.

Cuando pudo dormir un poco fue en la mañana y ya debía arreglarse para irse.

Melanie bajó a desayunar, no estaba activa, se sentía más agotada y se levantó con el pie izquierdo. Bebió café con la esperanza de que avivara su ánimo pero solo le provocó un dolor de cabeza, no estaba acostumbrada a la cafeína pero supuso que ya se le pasaría.

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Eiden fue sacado a rastras del bar, tenía un aspecto desprolijo y emanaba el olor a alcohol y a fiesta en su ser, Williams lo subió al auto y manejó hasta el instituto.

En toda la vía Eiden iba durmiendo hasta que se estacionaron y él abrió los ojos, extrañado de estar ahí se enderezó un poco en su asiento y miró la cara de decepción y angustia de su hermano.

—¿Có-cómo llegamos aquí? —dijo Eiden mirando al colegio como si no lo reconociera, pero esta vez estaba más consciente

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—¿Có-cómo llegamos aquí? —dijo Eiden mirando al colegio como si no lo reconociera, pero esta vez estaba más consciente.

—Eiden—, comenzó Williams
—¿Qué estás haciendo?

—Se me pasó la hora...

—¿Se te pasó la hora? —dijo bajo sin poder creerlo, Eiden le respondía como si no fuera grave lo que hacía —¡¿Eiden desde cuando te escapas de la casa y amaneces en un bar?!

—No se volverá a repetir, ya deja de actuar como mi hermano mayor, cuando yo lo soy, no necesito que me vigiles como si fueras mi padre —le refutó Eiden, estaba agotado y más que molesto solo estaba frustrado, así que lo representaba en ira, por estar en conflicto con sus emociones provocando que solo gritara de enfado.

—¿Estás bien? —dijo Williams y por primera vez ante una fuerte respuesta, bajó la guardia.

—¿Estás bien? —imitó en un tono de poca gracia —¿Las personas no saben hacer más que preguntarme si estoy bien? Todos me miran como si fuera un loco que va a cometer suicidio por sentirme mal, solo soy un chico y se murió mi prima, sí, me duele, pero no me mataré por eso, fin.

Williams sabía que su hermano jamás se expresaba de esa manera, la única forma era que aún tenía alcohol en su cuerpo, y eso era.

En ningún momento dijo nada, sólo oía a su hermano quejándose enfadado y él lo miraba triste, sentía empatía hacia él, incluso a él le dolía por ser ese el peor día de sus vidas.

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