31|Las trivialidades de un beso.

130 9 4
                                    

Ponerse otro atuendo a causa del frío estropearía su outfit, Melanie se colocó solo un suéter pensando que con eso sería suficiente, se arregló y después de despedirse de su madre salió por la puerta al elevador, el auto se aproximó a ella y subió con entusiasmo.

—¿Cómo estás Eiden? —se adelantó esta vez ella a decir.

—Emocionado, ¿te gusta el sushi?

—Si...

—Entonces te agradará el sitio.

El silencio se prolongó en la vía hasta llegar al lugar, el restaurante tenía dos pisos, el primero era como un restaurante cualquiera, muy común, y la parte de arriba era al aire libre.

Constaba de toldos blancos, plantas naturales, bombillas que guindaban seguidas una detrás de otra para brindar luz como si fuesen estrellas, las mesas de madera eran bajas al igual que los cubos que habían de asiento, Eiden había reservado una mesa, cuando ambos se sentaron pidieron su orden y comenzaron hablar a gusto.

—Después quiero mostrarte otro lugar.

—Si es como este, yo encantada —.Respondió Me.

—Hoy conocerás los lugares más mágicos de este sitio —le bromeó con su copa elevada.

—Tengo fé en ti —le hizo un guiño, chocó la copa con la suya y llegaron sus órdenes.

Mientras comían hablaban de intereses, cosas típicas e ideas, muchas de las ellas en común, y en las que diferían se apoyaban los puntos de vistas de cada uno, al final llegaban a acuerdos y parecían ser tal para cuál.

La cena se sintió a gusto mientras más se conocían, entre risas como niños no paraban de bromear, y compartir historias de sí mismos, de cuando eran más pequeños, anécdotas y ocurrencias.

Para cuando habían terminado de comer unas pocas porciones de sushi ya que era su entrada, se retiraron, en la vía había mucha vegetación a los lados, pronto se estaban aproximando a un sitio al que Melanie desconocía.

Eiden bajó los vidrios del auto y la brisa helada pasó por las ventanas bajas, un olor a humedad, Melanie asomó su cara para sentir el viento chocando con su rostro y después de unos kilómetros más se dio paso a un olor a agua salada, estaban cerca de alguna costa.

—¿Huele a mar o es mi imaginación? —preguntó Melanie.

—Vamos a una playa cercana —dijo Eiden sonriendo.

Se traía un itinerario entre manos al cual su víctima no quiso preguntar, solo se dejó llevar por el momento que él planeaba.

Al rato se oían olas, cuando estacionaron el carro cerca de otros, habían llegado a un restaurante muy cerca de la playa, instalado en la arena, al aire libre, este tenía un techo en especie de choza, mesas de madera al igual que el piso, lámparas chinas, y un buen olor de comida que se mezclaba con el mar.

La entrada tenía de pilar unos troncos de árboles, estaba un poco construido con piezas modernas y daban un estilo contemporáneo.

—Bienvenida a mi restaurante favorito —le abrió la puerta del sitio mientras Melanie observaba maravillada.

Se adentraron a una mesa y pidieron una paella y una pasta marina, una exquisitez de la casa.

—Es lindo el lugar —.Dijo Melanie
—.Mi madre me mencionó algo cerca de la playa pero no había tenido tiempo o a algún acompañante con quien visitar.

—Me agrada ser el primero que te lo haya mostrado.

Llego la orden y olía divino.

—Quiero mostrarte el mejor platillo de acá —agarró un poco de su paella con el tenedor y se lo puso cerca para que lo probara.

SON EXTRAORDINARIOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora