34|Mi museo de la noche.

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—¿Le dijiste? ¿Y cómo se lo ha tomado? —dijo Melanie desde su teléfono.

—Terminé, haré la tarea de arte ahora —dijo Alain mientras agarraba el block de dibujo sobre la mesa, Melanie acarició su cabello y le sonrió con el teléfono aún en la mano cerca de su oreja.

Él empezó a dibujar lo que le habían mandando de tarea, una casa en puntillismo.

—...Pues sí, este viernes es el examen de matemáticas... Aún no... quisiera pero tengo que cuidar de Alain... ¿venir?... si... creo... está bien... te espero...

Colgó la llamada y observó a Alain que la miraba curiosa, luego él volvió su mirada al dibujo.

—¿Viene alguien a casa? —preguntó el pequeño tratando de mostrar desinterés.

—Si, es un compañero que me explicara sobre una tarea, ¿te molestaría si viene? —preguntó con amabilidad y gracia.

—Es tu casa, pero no me molestaría...

Melanie estaba en casa con Alain, después de su semana de prueba su madre aceptó al igual que su hijo, estaba recibiendo buenos tratos y una buena atención debido al aprecio que le tenía. Un cariño que le brindaba por ser hija única y querer un hermano.

Al pasar la hora sonó el timbre de la casa, la mamá de Melanie se encontraba allí, tenía unas horas libres, Melanie fue con nervios a la puerta.

—Hola Melanie —dijo sonriendo con unos cuadernos en sus manos.

—Bienvenido —dijo haciendo espacio para dejarlo pasar.

Entró a la casa observando todo y se acercó la mamá de Melanie, emocionada por al fin conocer un joven de los nuevos amigos de Melanie.

—Hola, soy la mamá de Melanie, Cecilia —se adelantó a presentarse.

—Mucho gusto, soy Eiden —le estrechó su mano.

—Eiden... él es Alain —dijo Melanie desde la mesa, apoyando sus manos al espaldar de su silla.

—Hola, Mel me habló de ti —se acercó sonriéndole y dejando sus cuadernos sobre la mesa, Mel se había retirado a buscar sus cuadernos en el mueble.

—Hola —lo miró con sus cejas arrugadas —¿Qué te habló de mi?

—Pues que cuidaba un niño llamado Alain... es como el nombre del jugador Alain Baroja —.Soltó una risita.

Él niño cansado de oír eso suspiró mirando al cielo y lo ignoro para luego seguir coloreando.

Eiden se extrañó y se volteó hacia Melanie y su mamá, quienes la observaban con risas reprimidas.

—¿Dije algo malo?

—No debiste mencionarlo —dijo la mamá.

—Odia el fútbol —le bromeó Melanie y Eiden lo volvió a mirar y soltó una risa en un soplido de aliento.

Alain estaba concentrado mientras hacía los puntos en su dibujo.

—Bueno, empecemos a estudiar —dijo Melanie caminando cerca de las sillas y él asintió para luego sentarse.

—¿Comiste Eiden? —preguntó Cecilia y el asintió —¿No te provoca nada?

—No, muchas gracias de todas formas...

—De acuerdo —subió a la habitación para prepararse para su segunda jornada de trabajo.

Al pasar los minutos Eiden le explicaba a Melanie los pasos de sus ecuaciones.

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