11|Deber o querer.

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Ya en la casa de Stella, Mel conoció más a fondo a los padres de su amiga mientras almorzaban, eran muy platicadores como solía ser Stell y buenas personas.

Los dos padres se sintieron a gusto con la nueva amiga de su hija, no eran muy confianzudos por su experiencia de ver más allá pero miraron lo generosa que solía ser Mel, era un brillo que destellaba aún sin conocerla.

Estando en la sala mientras veían la película favorita de ambas por netflix, Stella no paraba de comer galletas que había preparado su mamá para las dos.

—Acabaste con ese plato de galletas —dijo Melanie mirando las migajas que habían quedado en el plato que tenía en la pequeña mesa de enfrente.

—Son integrales, puedes comer cuantas quieras.

Observaron un rato más la película.

—Le caíste bien a mis padres, ellos no le cuentan su historia de vida completa a todo el mundo —decía calmada, sorprendida mientras tenía el control en su mano.

—Pues... suelo causar eso en las personas. —Dijo orgullosa Melanie.

—¿Quieres ver lo que usaré mañana? —dijo apretando "pausa" en una cara de complicidad.

Era viernes y había clases de historia, aquella mañana estaba gris como de costumbre y diminutas gotas caían del cielo, hacía una pequeña brisa helada capaz de erizar vellos, la entrada olía a humedad y el piso se pintaba de sombras, Melanie entró al aula con un gran suéter haciendo resaltar su blancura y mejillas rojas a causa del frío.

El salón estaba disperso, saludó a un compañero y se sentó en una fila cercana a la ventana, le gustaba apreciar la naturaleza boscosa, Stell por el contrario se iba más por aprender, siempre estaba enfocada en clases y a pesar de ser muy amiga de Mel no se distraía hablando con ella, se sentaba en los primeros puestos, Mel sacó su cuaderno y al levantar la mirada notó entrar a Matt junto a Eiden, ambos dirigiéndose a ella, en realidad Matt se dirigía y Eiden solo lo seguía.

—¡Vaya mejillas Melanie! —exclamó Matt pasando su mano en el cabello de ella, le dio una caricia y su palma parecía ser del tamaño de su cabeza, era igual de grande que él —.Debes tener frío —le sonrió.

—Algo así.

—Yo te puedo ofrecer un café caliente—dijo una voz no reconocible a sus espaldas, giró su cuerpo un tanto en el pupitre para ver de quién provenía.

—Yo iba a decir eso Ryan —dijo Matt mirando con una pizca de travesura, haciendo reír al chico de piel oscura pero brillante sonrisa.

Matt se dirigió a él y se fueron a la parte de atrás bromeando, si no los conociera diría que tramaban algo por la mirada de reto que siempre traía Matt.

Luego quedó Eiden.

Callado y observándola sin expresión, su tranquilidad a veces parecía ausencia, podría tratarse de un holograma o robot que no emitía emociones, no emitía silencios, palabras o gestos.

Colocó decidido el bolso en frente de ella, luego se sentó dándole la espalda a la ventana quedando de perfil para Melanie.

Ella mordía su labio para contener cualquier palabra que saliera a cuestionar a Eiden, quien miraba el salón pero sentía la mirada de fijeza de ella, al cabo de unos segundos de tensión se sintió presa y miró de reojo a Mel perdida en su rostro.

—¿Seguirás observándome así? —dijo sin dirigirse a ella con su rostro.

La voz hizo dar un minúsculo sobresalto a Melanie, quien no se había dado cuenta que había caído por unos segundos que sintió años en sus facciones, pero, más que admirarlo por su belleza, buscaba pistas que la condujeran a que transmitiera algo.

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