40|Atrapasueños.

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Toda la oscuridad y el silencio se iluminó con el chasquido de un fósforo y la luz de su fuego, la carente luminosidad se abrió paso a una iluminación de una vela, unas manos colocaron una hoja en la mesa de un lugar desconocido, amarraron una cin...

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Toda la oscuridad y el silencio se iluminó con el chasquido de un fósforo y la luz de su fuego, la carente luminosidad se abrió paso a una iluminación de una vela, unas manos colocaron una hoja en la mesa de un lugar desconocido, amarraron una cinta a la vela, pusieron inciensos, colocaron una especie de muñeca mal echa, de trapo, sin rostro, con manos y piernas de rama, unos cabellos de alambres, estaba sucia, era pequeña, parecía vudú, colocaron una foto, y algo a su lado, como un envoltorio, había un polvo blanco en esa mesa, y otras ramas amarradas a los lados en forma de estrellas, pusieron una fotografía y se retiraron.

La Foto era de Melanie, boca abajo y la nota decía "Melanie Manrit Germanota". El incienso empezó a botar su humo. Y la brisa hizo que sonaran los guindaderos móviles alrededor de ese pequeño altar.

Unos móviles hechos también a mano, poco atractivos y tristes, tétricos y sin colores, los hilos en que guindaban las conchas de mar y rocas que sonaban al tocarse eran viejos y delgados.

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—Vamos, tienes que despertar —le dijo su mamá mientras acariciaba su cabello sentada en la cama de su hija Melanie.

—Tengo sueño, anoche no dormí bien. —Dijo medio confuso ya que tenía su cabeza hundida en la almohada y seguía somnolienta.

—¿Por qué no? ¿Quieres un té?

—Tenía malos sueños, si, hazme uno. —Dijo moviéndose un poco en su cama y su mamá salió de la habitación.

Al rato Melanie bajó escribiéndole a Stella por teléfono, quien confirmaba su pronta asistencia.

—Ten, para que salgas bien en tu primer exámen con Carl. —Le dijo la mamá a Mel cuando le colocó la taza que botaba el vapor del té en la mesa.

—Gracias madre. —Mordió la tostada con mermelada y luego se lo tomó.

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Eiden habría dormido bien de no ser porque no dejaba de pensar en algo, mantuvo el insomnio con recuerdos, recuerdos pasados que deseaba más que nada poder revivir a cada momento.

Esa mañana se dio una ducha, y cuando bajó vestido con sus pelos mojados miró a sus padres y a Williams en la mesa. Habían miles de cartas sobre ella, y uno que otros pequeños detalles, como peluches, pulseras, y sobres.

—Nos a llegado en la mañana. —Dijo Williams que se levantó de inmediato al verlo, Eiden solo miró hacia la mesa consternado.

—Mañana las pondremos afuera, al igual que su fotografía. —Dijo su padre con sutileza.

Todos miraban a Eiden con sigilo, pendiente de cada acción y movimiento, estudiando su estado de ánimo.

—Está bien... —hubo una pausa entre miradas y respiró fingiendo que no pasaba nada —.Tengo hambre ¿hicieron algo?

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