35|Parte de mi.

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Melanie había tomado una ducha y luego se vistió cómodamente para salir y continuar con los recorridos del lugar, Eiden la había esperado abajo en la sala de estar mientras ella se arreglaba.

Luego salieron del apartamento para dirigirse a su destino.

—Me gusta tu fragancia —dijo Eiden mientras conducía y ella sonrió —¿Me harías un favor, te pondrías mi suéter? Quiero que ese olor me persiga —.Terminó bromeando.

—Yo puedo perseguirte a ti—, el sonrío —.Si me lo pongo será tu perfume el que quedará impregnado en mi, como siempre...

—¿Siempre? —dijo curioso.

—Ahora que si conozco al Eiden afectuoso he notado que en cada abrazo deja su fragancia.

—Tu en cada abrazo me haces volar...

Ella dió una leve sonrisa, Eiden solía a veces ser de pocas palabras, pero cada vez que decía algo era porque le nacía decirlo, se notaba su sinceridad, y con cada acto que hacía dejaba a Melanie disfuncional, bloqueada mentalmente, rendida ante el.

—Dejemos de hablar de olores... —dijo para liberar tensión —¿Por qué nunca pones música?

Él se incomodo un poco, dio un respiro y pensó en que responder, aunque no quería hacerlo ya que sería explicar un tema del cual no le gustaría mencionar.

—Perdón, ¿pregunté algo indebido?

—No, es solo... tengo mucho tiempo que no escucho música, y...

Melanie no necesitaba ser experta en lenguaje corporal para verlo incómodo, sabía que así era, y así lo aceptaba.

—Está bien—, se limitó a decir para no presionarlo —¿A donde iremos? —preguntó al ver que iban por una carretera que desconocía.

—Mi padre es granjero, tenemos una finca que distribuye alimentos a grandes empresas, tengo mucho tiempo que no vengo...

—No sabía eso —dijo Mel volviendo su mirada a él.

—Antes veníamos todos, el grupo, y nos divertíamos en la piscina, o nos quedábamos a acampar, era entretenido...

—¿Por qué... —quería preguntar que había pasado que ya no lo hacían, pero recordó aquel día que en el colegio le contaron acerca de la tragedia de Eiden y caducó sus palabras.

—Hace mucho no hacemos fiestas —,dijo en respuesta a la pregunta incompleta —,pero Williams sigue viniendo muy amenudo, trae aquí a los cachorros que rescata.

—Él es muy amante del reino animal ¿no? —le pareció tierno después de todo.

—Si, más que eso, es un empático animal.

Luego de seguir manejando un poco alejado Melanie dijo:
—Es lejos...

—Tranquila llegarás a casa temprano—, le aseguró con calma—, o no... —volvieron a reír.

—De niña quise una granja para criar pollitos —sonrió soñadora.

Se hacía tarde, había un color rosa, azul y naranja peleando en el cielo, mientras el sol caía.

Llegaron a una entrada con un vigilante que les abrió el portón, reconociéndolo y brindándole un saludo amistoso, había mucho espacio y terreno, aún no se divisaba la casa, arrancaron por la gran entrada en la que había marca de camino, hasta observar su hogar.

Normalmente cuando dicen "granja" "finca" Melanie se habría imaginado una pequeña casa con un granero al lado, lleno de animales, y un gran terreno extenso, pero al mirar esta casa, quedo asombrada, era enorme, aunque era apartada todo el que la viera quisiera vivir en ella, era lujosa en un aspecto antiguo, blanca y con sillas mesedoras en la entrada, unos jardines bien cuidados repletos de vegetación, el piso de los caminos eran de tierras, pero el resto era de césped bien podado, hacía calor durante el día pero en la noche nacía el frío del lugar.

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