Abro los ojos gracias a un dolor en mi estómago gracias al apetito feroz que tengo. Miro el lugar y sonrío, definitivamente ya no estoy en mi departamento.
Veo mis maletas y voy hacía ellas y tomo un vestido holgado color rosa pastel una chaqueta de mezclilla azul y unos tenis color blanco. Antes de bajar necesito un baño.
Me meto a la ducha tan moderna, tendré cuidado tengo unas manos que destruyen cuando tocan algo.
Después de salir de la ducha bajo y busco a mi madre y a Chin Hwa, pero no los veo por ningún lado. Tengo hambre, ¡Que frustración! busco puerta por puerta la cocina y cuando la encuentro puedo escuchar el coro celestial.
Abro la nevera y busco comida decente por suerte hay mortadela, busco el pan para prepararme un emparedado. Lo preparo y miro mi teléfono.
"Jenna, tuvimos que ir a la empresa descansa, volveremos para la cena"
Qué bien estaré sola aquí....
La puerta de la cocina se abre y la señora del servicio me mira sorprendida.
— Vine a preparar un emparedado... — Le digo y sólo me mira como si le dijera que soy un alienígena. ¡Claro no habla inglés!
Sólo le sonrío y aseo de nuevo la cocina, será tan difícil comunicarme aquí lo puedo ver.
No puedo estar aquí todo el día, son las cuatro de la tarde. Decido conocer el barrio, no pienso quedarme en esta casa tan enorme. Tomo mi bolso y salgo de la casa. Miro por todas partes y camino tranquilamente por las calles. Me golpeo mentalmente, ¿Aquí no aceptan dólares?
Tendré que buscar una casa de cambio de moneda. Camino por los lindos parques que hay y comienzo a llegar a una zona donde hay muchas tiendas y cafeterías, las calles son completamente relajadas hasta los niños juegan sin preocuparse. Observo que hay más cafeterías que nada, cada uno con un estilo muy diferente, también hay miles de tiendas de ropa, eso sí me entusiasma. No es nada fuera de lo común a una calle de Los Ángeles.
Hay una casa de cambio de moneda a lado de un Starbucks, al menos no echaré de menos el café basura de Starbucks. Es impresionante como estA cadena ha llegado hasta el otro lado del mundo. Cruzo la calle y entro al establecimiento. ¿Pero como haré para comunicarme?
Hubiese pensado eso antes de aventurarme a salir sola. Veo el establecimiento donde por suerte los letreros están en Coreano y en inglés. Una chica que al parecer tampoco es coreana me sonríe.
—¿De vacaciones?—Me pregunta con una sonrisa.
—No, me mudé aquí.—La chica alza las cejas.—¿Cómo es la vida para un extranjero aquí?— Pregunto.
—Nada fácil, de verdad es complicado que las personas te comprendan y entender su cultura es lo más pesado del mundo—Pude reconocer su acento inglés—Yo tengo dos años viviendo aquí y hace poco he comenzado a adaptarme. De verdad suerte.
¿Tan malo es vivir entre coreanos?
—Soy una persona que se acostumbra muy pronto a los cambios, tal vez mi caso sea diferente al tuyo.— La chica me entrega el dinero.
—Pues mucha suerte. — Yo le sonrío y salgo del lugar.
Veo una bonita cafetería estilo colonial y entro, todo el mundo me mira como si nunca hubieran visto a una estadounidense. Qué incómodo.
Me acerco a la chica que toma las órdenes y sólo me deja un menú en inglés y atiende a otras personas. Sólo espero y no sean todos tan antipáticos.
Le pido a la chica un café americano con hielo y después salgo a las pequeñas mesas donde puedo mirar a la gente caminando. Admiro el lugar, de verdad no imaginé que fuese así, es tan... lujoso el vecindario ¿Será todo así aquí en Seúl?
Me quedo en la cafetería hasta que termino mi café y después camino observando las tiendas. Miro la hora, son las seis de la tarde, así que tomo una calle que supongo que fue la que tomé para venir a este lugar, no reconozco el lugar así que vuelvo a regresar a la cafetería, Jenna... Jenna, cuando aprenderás a memorizar las calles.
¡Qué frustración! Miro uno de tantos parques y tomo la dirección de hacia ese parque. Observo pero no es el mismo por donde pasé hace un rato. Me aferró a mi bolso y sigo caminando.
—No es por ahí.—Escucho la voz masculina que me suena familiar miro hacia atrás y me encuentro con el chico de la boda de mi madre al que le arrojé el teléfono.
—¿Qué haces aquí?— le pregunto y él sonríe.
—¿Perdón? Vivo aquí ¿Se puede saber qué haces tú por las calles como una demente?—Me pregunta el muy grosero.
—Nada que te importe.— Le digo y él asiente y comienza a irse.
Entro en pánico, es mi única salvación para no dormir en el parque. Me voy atrás de él. El chico se detiene de pronto.
—¿Me estás siguiendo?— Me pregunta y yo lo miro con la boca abierta.
—¡Ja! Ya quisieras que te siguiera. — Me volteo y camino indignada hacía la dirección opuesta a la de él. Siento que está detrás de mí.
Y después me detiene tomándome de la mano y me arrastra hasta la acera y detiene a un taxi. Le dice algo en su idioma y después abre la puerta, yo observo cada movimiento que hace.
—Sube.— Me dice y yo niego.
—Ni loca subiré en un taxi contigo.— Me toma del brazo y me obliga a subir al taxi.
—Te llevará a tu casa. De nada rubia.— Me guiña el ojo.
—¿Cómo sabes donde vivo?—Le pregunto asustada.
—Vivo por tu casa. Ahora disfruta el trayecto.—Cierra la puerta del taxi y el taxista comienza a conducir.
—¿A dónde me llevará?—Le pregunto al taxista y él solo me observa sin decir nada.
¡Demonios no habla mi idioma! ¿Y si me secuestra y me vende? ¿Sí me deja varada en medio de la carretera? Todo el trayecto planeo como escaparme del taxi si es que me quiere hacer daño.
De pronto comienzo a reconocer las calles y el taxista se detiene fuera de la casa de Chin Hwa. Respiro aliviada y saco un poco de efectivo, el niega y después sonríe. Yo también le sonrió y bajo del taxi.
Nunca imaginé sentirme tan aliviada por estar en este lugar. Abro el portón y después entro exhausta y asustada a casa. La ama de llaves está en el recibidor y me ve de mala manera por no quitarme los zapatos. Mamá está en la sala de estar con unos papeles en mano. Ella sonríe cuando me ve.
—¿Qué tal te fue? ¿Te divertiste? — Me pregunta
¡Claro que me divertí!
—¡Sí! Disfruté tanto perderme.— Me dejé caer en el sofá y me cubrí la cara.
Sólo a mí se me ocurre perderme.
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Un Par De Lunáticos Coreanos
Ficção Adolescente¿Por qué todo el mundo ama Corea del Sur? Jenna Peterson siempre se lo preguntó. La vida de esta rubia problemática cambia por completo cuando su madre se casa por segunda vez, pero el "pequeño" problema es que es coreano, lo que significa para ell...