Fraternizados

Capítulo 14.

Dos golpes en mi puerta me hicieron sobresaltarme mientras terminaba de ponerme la parte de arriba del pijama.

– ¡Adelante!

La puerta se abrió revelando a Saul. En el fondo de mi ser tenía la esperanza de que fuera Nate pero de todas formas me agradó verlo, com casi todos los chicos ya tenía una relación cercana y quería lograrlo con Saul también.

– ¿Puedo pasar? Solo será un momento.

– Claro, pasa.– respondí mientras me metía bajo la sabana para cubrir mis piernas desnudas, creo que este ha sido de los días más fríos del verano.– ¿A qué debo el honor de tu visita?

– ¿De verdad es un honor mi visita?

– Por supuesto. ¿Qué pasa?

– Hay algo que me gustaría hablar contigo.– dijo rascando su nuca nervoso bajo su gorro.

– Bueno, siéntate.

– Es sobre tu amiga... Paige.– dijo sentándose al borde de la cama.

– ¡¿Te gusta, Paige?!

– Dios, Tyler, podrías evitar publicarlo en facebook, me siento tan idiota por tener que venir hasta aquí, creo que ha sido un error

– No, no, no, perdón, lo sientas, Saul, no tiene nada de malo que te guste.– dije rápido antes de que se arrepintiera.

– Es que, no lo sé, Tyler. A mi no me pasan estas cosas.

– A todos nos pasan, es lo normal. ¿Desde cuándo te gusta?

– Estamos juntos en una clase. Creo que me atrae desde la primera vez que la vi, pero nunca me he animado a hablarle.

– Hasta hoy.

– Si, hasta hoy, porque tu la trajiste aquí, así que supongo que gracias por eso.

– No tienes que agradecerme, la verdad no he hecho nada.

– Aún.

– ¿Cómo?

– Es tu amiga, Tyler, podrías ayudarme a acercarme a ella, o hablarle de mi.

– Me encantaría, pero debo advertirte que está interesada en alguien más.

– ¿En Nate? Ya lo sé, veo como lo mira. Pero igual me gustaría conocerla, de verdad creo que me gusta mucho, no puedo solo dejarlo estar, lo he intentado pero ya no quiero hacerlo, sé que no funciona.

– Wow, no esperaba escuchar eso de ti.

– Lo sé, ni yo pensé que lo diría algún día, menos a ti.

– No se como tomarme eso. ¿Tan mala te parece mi presencia?

– No, pero tampoco quiero dejar de ser el chico amargado de la casa, así que no lo digas.

- Como sea.– reí y el mostró una leve sonrisa.– Ahora entiendo porque estuviste tan atento ayer por la noche.– dije con un baile de cejas.

– Ya no me molestes.

– Bueno. Ya que voy a ayudarte, ¿puedo pedirte algo yo?

– Si, supongo.– dijo encogiendose de hombros.

– Quiero un abrazo. Eres el menos cariñoso de todos y quizás no tenga otra oportunidad, así que ven aquí.

– No puedo creerlo.– bufó.

Reí y Saul también mientras se acomodaba a mi lado para abrasarme, aunque se alejó casi de inmediato estaba mucho más confiado y apoyó su espalda en el cabecero de mi cama y yo le cubrí las piernas con las manta, tenía la ventana abierta y entraba mucho viento.