Capítulo 24.

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¿Por qué Joss iba a sugerirme que llame a Nate? Ni siquiera es como si se agradaran fuera de casa. Pero viendo mis opciones no perdía nada con intentarlo.

– ¿Tyler?– contestó al segundo timbre.

– Nate.– dije sonando demasiado angustiada. Nunca pensé lo mucho que necesitaba oírlo. Necesitaba a Nate más de lo que me gustaba asumir.

– ¿Estás bien, Ty?

– No.– un sollozo escapó de mis labios.– Sé que no debería, pero quiero pedirte algo, es algo grande así que si no quieres o no puedes está bien.

– Lo que quieras, Tyler, solo dilo. Me estás preocupando

– Necesito que vengas por mi, discutí con mamá y está todo mal, no tengo donde ir y mi pasaje no sale hasta el lunes por la madrugada.

– Bien, iré ahora.– dijo y se que se levantó rápidamente de alguna parte, cosa que me animó un poco.– Pero por más que me apure no llegaría hasta esta noche. ¿Qué harás mientras?

– Estoy en un parque, puedo esperar aquí.

– Son como 5 horas, Tyler.

– Casi 6 en realidad.– corregí.

– Vete a un hotel. Además si voy a conducir tantas horas necesito descansar.

– No tengo dinero para un hotel.

– Sólo ve, yo hago una transferencia. Dime cuál conoces y yo llegaré cuanto antes.

– Te lo pagaré, muchas gracias.

– No me debes nada, sólo dime donde estarás.

– Bien, te enviaré la ubicación por texto.

– De acuerdo.

– Gracias, Nate. No se que haría sin ti ahora mismo.

– No hay problema, nos vemos en unas horas.

Le envíe la dirección con el nombre del hotel a Nate y para cuando estuve ahí él ya me había alquilado un cuarto, me subieron algo de comida y por fin pude tener un poco de tranquilidad, porque Nate ya vendría por mi y todo lo que necesitaba era volver a mi hogar, con mis chicos.

Comí las frutas que me trajeron y luego tomé una siesta. Llorar si que agota. 

Cuando desperté ya habían pasado casi cuatro horas desde que llamé a Nate y me sentía un tanto culpable de que todo este rato yo estuviera descansando mientras el conducía por mi culpa. Para despejar mi mente tomé una ducha y cuando salí me puse la pijama para tenderme en la cama a escuchar música hasta que llegue Nate.

Los golpes en la puerta de la habitación hicieron que me sobresaltara, era extraño porque recién habían pasado 5 horas desde que llamé a Nate y no había pedido que me lleven nada al cuarto.

– Tyler, soy yo. ¿Puedo pasar?

– ¿Nate?– pregunté incorporándome confundida, estaba segura de que no podía haber llegando tan rápido.– Claro, pasa.

La puerta se abrió revelando la figura de Nate con pantalones ajustados de chándal y una camiseta negra de manga larga, se veía tan cómodo, tan seguro con su pequeño bolso deportivo al hombro, como si hubiese estado en su día de descanso y no le hubiese importado nada con tal de venir por mi. No sé si así sea, pero me gustaba creerlo. No lo pensé dos veces cuando ya estaba corriendo a sus brazos y él tampoco lo dudo al envolverlos en mi cintura, era todo lo que necesitaba.

– Tranquila, nena. Ya estoy aquí.

– Si, muchas gracias por venir.

– ¿Quieres contarme que ha pasado?– preguntó alejándose para ver mi rostro y tomarlo entre sus manos.

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