Capítulo 02.

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– Tiene que ser una maldita broma.– bufé.

Elias me miró asombrado, yo nunca usaba palabrotas, y aunque no era verdaderamente una palabrota, era grosero e irrespetuoso y estoy segura que si mamá me hubiera oído se desmaya de la vergüenza.

– Le aseguro, señorita que no es una broma, fue una confusión. El verdadero problema es que todas las fraternidades están llenas, no hay nada que yo pueda hacer. Lo siento.– pero mi mirada inquisitiva exigía más que eso por lo que prosiguió hablando.– Quizás en unos días pueda conseguirle una habitación compartida en algún recinto, pero de ser así y usted la tome, los gastos corren por su cuenta.

– Pero no tengo ese dinero, por eso envíe mi solicitud hace meses y pagué lo correspondiente en ese momento.¡Esto es del todo injusto!

Inhala, exhala. Inhala, exhala.

Esto no podía estar pasándome a mi, no me lo merecía. El pecho me subía y bajaba con fuerza, sentía que podría desmayarme en cualquier momento, pero era fuerte, lo sabía. No estaba dispuesta a volver a casa con la cola entre las piernas, había tomado una decisión y me había esforzado por ello, de ninguna manera un error que no era de mi responsabilidad iba a detenerme. Apreté los ojos con fuerza, suspiré y antes de que mi mente pudiera arrepentirse lo solté:

– ¿Y si me quedo en la fraternidad de chicos?

– ¡Te has vuelto loca, Tyler!– exclamó Elias.– De ninguna manera dejaré que te quedes en una fraternidad llena de hombres, y tu madre tampoco va a permitirlo, estoy seguro.

– Ella no está aquí y no tiene porque saberlo, y en lo que a ti confiere solo diré que es mi decisión.

– En realidad no.– se entrometió la mujer que había arruinado mi vida. Miré un segundo más a mi novio que de seguro se preguntaba quién era la Tyler que tenía en frente y luego la miré a ella.– No está permitido que se combinen los sexos dentro de las fraternidades, entiendes porque, supongo.

– Por si no lo ha visto, tengo novio, así que no tiene de que preocuparse. Acabo de viajar 6 horas y estoy descubriendo que tengo una gran personalidad cuando estoy molesta, así que lo diré de la mejor manera posible. Va a dejar que me quedé o tendré que hablar con sus jefes y comentarles lo ineficiente que ha sido de su parte esta situación, y por la foto de su escritorio no creo que le convenga quedar sin empleo.

Finalicé con una sonrisa victoriosa orgullosa de mi misma y de lo que era capaz de hacer con tal de lograr mi cometido, y al mismo tiempo sentí una gran decepción al notar lo afligida que me ponía tener que volver a casa con mi madre. Ella era una excelente persona, solo estaba demasiado perturbada, no merecía que yo menospreciara tanto su compañía y preocupación por mi. Pero toda mi culpa momentánea desapareció en cuanto ví a la mujer tragar firme al sopesas sus opciones, mirando fijamente la fotografía de tres niños que yo acababa de señalar.

– Te propongo un trato. Tyler.– dijo destacando mi nombre y la mala elección de mis padres al escogerlo como si fuera culpa de ellos que se encontrara en esta situación.– Dejaré que te quedes mientras esto sea secreto, el director por ningún motivo puede enterarse o ambas estaremos fuera. Te entregaré una hoja la cuál deben firmar TODOS tus compañeros demostrando que están de acuerdo con tu presencia en la fraternidad y que todo esto será confidencial, si falta uno será tu problema... Y mio, claramente, pero no podrás quedarte. De todas formas en cuanto se desocupe un lugar entre las chicas deberás cambiarte de casa.

– Me parece justo.– respondí esbozando una sonrisa seguida por un suspiro frustrado por parte de Elias y estiré mi mano hacía ella.– Trato hecho.

Esbozo una sonrisa fingida y me estrechó la mano.

Luego de llegar a un acuerdo de confidencialidad entre los tres (aunque debo admitir que yo era la única emocionada con el asunto), y tras discutirlo todo el camino hasta el auto con Elias, entendió que la decisión ya estaba tomada y no le quedaría más que aceptarlo, así que sin más me ayudó a llevar mis maletas a mi nueva y algo extraña fraternidad.

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