Capitulo 30.

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Domingo 15 de Octubre del 2017.

Cuando desperté sentí alguien moverse detrás de mi y me dí vuelta velozmente, cuando recordé que Nate había dormido aquí volví a la calma. Miré a mi reloj de pared que anunciaba las 10 de la mañana y sentí que lo mejor sería que lo despertara, no quería que se fuera a molestar porque alguno de los chicos lo viera salir de aquí, o si venía Marion tuvieran una pelea, aunque no lo creía, todos deben estar durmiendo luego de la fiesta de anoche, dudo que salgan de su cuarto antes del medio día cuando menos, para los que durmieron aquí.

Estábamos frente a frente y dude un segundo en tocarlo, incluso pensé en besarlo. Pero sabía que no debía, él ya me lo había dejado lo suficientemente claro.

– Nate.– susurré moviendo su brazo.

Sus ojos comenzaron a abrirse lentamente y escanearon mi habitación y luego mi rostro. 

– Mierda, me quedé dormido.– dijo con voz ronca mientras se desperezaba.– Lo siento, Ty.

– No hay problema.– contesté.– No quise despertarte.

– Gracias. De verdad gracias.– dijo y presionó un beso en mi frente.– Tengo que salir antes de que los demás despierten, si alguien pregunta yo no dormí en casa.– dijo poniéndose de pie.

– Bien.

Dejó un ultimo beso a un lado de mi cabeza y salió de mi habitación.

Me levanté y aproveche que ningún hombre estaría en las duchas para darme un baño largo y relajante, cuando llegué a las duchas sentí el agua y lamenté que alguien ya se hubiera levantado caminé al final del pasillo y vi a Nate ahí.

– Lo siento, creí que no habría nadie.– me disculpé, también porque no podía apartar mi mirada de su torso, solo llevaba un bóxer negro, jamás lo había visto con tan poca ropa.

– No hay problema, yo me cambiaré de ducha.

– No es necesario, yo llegué después.

– Te lo debo por lo de anoche. 

Salió de la ducha y entró dos más allá, era lindo de su parte que evitara incomodarme. Y no puedo creer que cuando me dio la espalda yo haya mirado su trasero.

– ¿Te molesta si pongo música?– le pregunté.

– Adelante.

Aveces, generalmente los miércoles que era la única que salía temprano de clases aprovechaba de bañarme con música y además desnuda, era el mejor baño de la semana, otras veces los chicos salían y también aprovechaba la oportunidad.

Mientras cantaba esparciendo el shampoo por mi cabello y el agua se deslizaba por mi cuerpo sentí la ducha de Nate cerrarse. 

– ¿Quieres que desayunemos juntos?– preguntó sin acercarse a mi ducha.

– Si, dudo que alguien más se levante pronto.

– Bien, te espero en la cocina.

Salí de la ducha unos minutos más tarde y subí a mi cuarto, por alguna razón recordé cuando llegue aquí y sentía que subir esta escalera envuelta en una toalla era el paseo de la vergüenza, a esta altura ya no tiene importancia para mi, confío en cada uno de estos chicos.

Me vestí con unas calzas de yoga y un sweter holgado y pensé en lo mucho que le molestan a mi madre, pero eran cómodos para mi. A Joss tampoco le gustaban, pero él me respetaba de todas formas, sólo nos habíamos deshecho de la ropa que a mi no me agradaba.

Cuando llegué a la cocina, Nate ya tenía la mesada con tostadas y estaba preparando huevos revueltos, así que decidí que yo me encargaría del café. Cuando terminamos nos sentamos uno al lado del otro, por lo que estaba sentada en la que usualmente era la silla de Callum.

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