Capítulo 40.

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Domingo 05 de Octubre del 2017.

Necesitaba arreglar las cosas con Nate cuanto antes, intenté con nuestro código dando golpecitos contra la pared, pero claramente no recibí respuesta.

Me levanté temprano para preparar desayuno para mi y para quien sea que se levante hoy luego de la fiesta de anoche, la verdad es que duda mucho que todos hayan dormido aquí siquiera, lo que es yo ya no puedo seguir durmiendo.

Cuando llegué a la cocina Nate, Callum y Colin ya estaban allí.

– Entonces pasaremos allí el fin de semana.– decía Callum quien sonrió al verme.– Ah Tyler, ¿cómo estás?
Anoche desapareciste y nadie entendía mi disfraz sin ustedes dos.

– Volví temprano, es que estaba un poco cansada.

– Ah como sea. ¿Cómo te fue con lo de Ryan?

Nate quien no me había dirigido la mirada desde que entré a la cocina derrepente sus ojos se fijaron en mi con firmeza esperando mi respuesta.
Dos segundo después se levanto de su silla y caminó hasta pasar por mi lado para salir de la cocina, no dude en seguirlo necesitaba hablar con él, luego le contaría a Callum como salieron las cosas.

– Nate espérame.– pedí mientras cruzaba la sala.– Tenemos que conversar.

En ese momento llamaron al timbre y yo que estaba a dos pasos de la puerta abrí, sin pensar que la persona que se encontraba al otro lado sería Ryan.

– Hola, Tyler.– dijo alegre.– Justo contigo quería hablar.

– Adelante.– interrumpió Nate que ya estaba en la cima de la escalera.– Precisamente nuestra conversación acaba de terminar.

Sin dejarme decir nada más dió media vuelta y camino hacia su habitación.

– Vamos afuera.– bufé hacia Ryan, salí de la casa cerrando la puerta a mis espaldas mientras caminábamos hacía la banca.– Supongo que ahora vas a delatarme...

– ¿Qué?– preguntó sentándose junto a mi.

– Me refiero a que vas a contar que me estoy quedando en esta fraternidad.– Ryan parecía no entender.– De hombres... Soy una chica... No está permitido ¿sabías?

– No te entiendo.

– Mierda, ya te di la idea. ¿A que viniste.

Ryan soltó una breve y adorable risilla.

– ¿Por qué dices todas esas cosas? Claro que sé que no está permitido pero nunca te delataría.

– ¿Por que no?

– En realidad yo venía a disculparme, no a amenazarte ni nada de eso.

– ¿Disculparte? La que te jugó una broma fui yo.

– Si.– dijo rascándose la nuca.– por besarte... malinterpreté un poco las cosas.

– Ah eso, si bueno, yo creo que no fue del todo tu culpa. Quiero decir, no esperaba ni quería que me besaras, pero entiendo porque lo pensaste.

– Si, pero no estuvo bien. De verdad lo siento.

No entendía muy bien que ocurría con este chico, lo ultilizo para dejar su casa con un olor asqueroso y el tipo me viene a decir que lo siente.

– ¿Por qué me miras así?– me pregunta.

– ¿Cómo te estoy mirando?

– Cómo si estuviera loco.

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