Capítulo 17.

6.4K 351 69
                                        

Sábado 09 de septiembre del 2017.

Cuando ya todos mis pensamientos parecían estar levemente aclarados decidí que era el momento de hablar con Nate y comprender que ocurrió entre nosotros en la fiesta.

Entré en la casa dispuesta a encontrarlo aunque tenga que golpear la puerta de su habitación. Estaba tan encomendada en hablar con él que ni noté la presencia de algunos de los chicos tomando su desayuno.

– Ey, Tyler, buenos días.– me saludó Joss, haciendo notar su presencia.

– Lo siento, buen día para todos.– sonreí y luego miré a Joss.– ¿Sabes si Nate ya bajó de su cuarto?

– Si, acaba de desayunar. Está en la sala de juegos, te tiene una sorpresa.– anunció con un baile de cejas.

No pude evitar sonreír como idiota y me dirigí allí. ¿Qué clase de sorpresa podría tener Nate para mi? Supongo que no una que lo incluya desnudo con Marion u otra chica, porque Joss no me lo habría dicho así.

Llegué a la puerta y casi por instinto peine mi cabello con mis dedos, sonreí y luego entre.

– Nate, Joss me dijo que tenías... Elias.

Si, justo frente a mi estaban ambos. Nate sentado en su lugar habitual y Elias a una esquina del enorme sofá a su lado y parecían estar ¿hablando? Dios, espero que Nate no le haya dicho los pleitos que han ocurrido entre él y yo. No es que quiera mentirle, pero él desaprobaría mi inmadurez con Nate, y para ser sincera, creo que he sido bastante obvia con respecto a que algo me pasa con él.

– Hola, Tyler.– saludó con una sonrisa. Quise devolverla, pero estoy segura de que no me funcionó.

– Como te decía, Elias.– habló Nate y mi pulso se elevó.– Todo a ido normal, tanto como puede estar una casa llena de chicos con una chica en ella.– me miró y juro que me hice líquido.– Al comienzo creí que sería un desastre pero hasta ahora a ido bien.

Caminé hacia ellos un poco más tranquila para sentarme junto a mi novio, él rodó mis hombros con su brazo y me acercó a él plantando un beso en mi coronilla. Escondí mi cabeza en el hueco de su hombro, más que nada porque no quería mirar a nunguno de los dos, me sentía una enorme traidora. Primero con Elias porque junto a él había un chico que me causaba muchas cosas que no debería, luego conmigo misma, porque intentaba engañar a mis sentimientos, y de cierta forma con Nate sin saber siquiera porque.

– Como sea, yo me marcho.– anunció Nate poniéndose de pie.– Si van a hacer cosas de adultos, Tyler, porfavor cierra la puerta, no quiero oír tus grititos o lo que sea.

– ¡Qué te den, Nate!– grité cuando este cruzó la puerta y estoy segura de que lo oí reír.

Elias me miró con ojos enormes y reprobatorios, me molestaba enormemente cuando me veía de esa forma; controladora, manipulante. Él no tenía derecho a decirme como ser, como tampoco lo tenía mi madre ya, aunque ellos no quisieran verlo. Las chicas dicen se pueden expresar como quieran y enfrentarse a los chicos, ya supérenlo.

– ¿Desde cuándo tienes esa boca tan sucia?

– ¿Desde cuándo eres mi padre como para reprenderme?– contraataqué.

Me miró con cautela dejando atrás su lado autoritario, sostuvo la mirada esperando cohibirme, pero eso ya no funcionaría conmigo, convivir con personas que me ayuden y me apoyen de mi estaba haciendome una chica más segura y lista para ser quién siempre quise, aunque apenas lleve un mes aquí. Al ver que mi actitud firme no iba a cambiar se acercó a mi y me abrazó con más fuerza.

FraternizadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora