Después de unas cuantas horas, Nate estacionó afuera de una hermosa casita de dos pisos con grandes ventanales y una palmera en la entrada.
Bajamos del auto y al fin pude sentir mis piernas, estaban adormecidad ya que Callum de estiró sobre mi y sé quedó dormido, no pude moverlo porque pesaba mucho y tampoco logré despertarlo.
Estaba junto a Celestine quejándome de Callum mientras estiraba las piernas cuando escucho un grito ahogado que me sobresaltó.
– ¡Ahhhhhh!– gritó una mujer cruzando la reja con los brazos en el aire.– Mi bebé ya está aquí. ¡Richard ven aquí! Ya llegó Nate.
Nate la miró y una sonrisa que nunca había visto antes apareció en su rostro, era muy sutil, tierna y relajada.
– Hola, mamá.– dijo abrazándola.
– Hola, cariño.– respondió está pasando los brazos por su cuello.– Te he hechado mucho de menos.
Era un abrazo que tenía tanto que decir. No era demasiado apretado ni demasiado simple. Era un abrazo de seguridad, como si dijeran: Estoy en casa. Cuando se separaron todo lo que pude pensar es que todo el mundo merece ser mirado con la ternura con la que su madre miraba a Nate.
– ¡Callum!– dijo la mujer ahora abrazando a mi amigo.
– Hola Dina.
Saludó efusivamente a todos los chicos. Toda ella iradeaba energía positiva y amor para el mundo, incluyendo su ropa hippie llena de colores y patrones. Como si hubiera sido creada con azucar, flores y muchos colores.
Cuando llegó hasta donde estabamos Celestine y yo, nos miró con picardía.
– ¡Ah Richard! ¡Y trajo amiguitas!
Gritaba como si Nate tuviera 5 años y se sonrojara con una niña del preescolar.
– ¿Cuál de estas bellezas quiere ser mi nuera?
Ahora la sonrojada era yo.
– Dina, me estás avergonzando.– dijo Nate.
– Ah si, lo siento, estoy emocionada.– contestó inocente.– Pero no se queden aquí, pasen, pasen, vamos a ponernos cómodos. ¡Richard, ¿dónde estás?!
La madre de Nate entro en casa y todos nosotros la seguimos luego de bajar nuestros bolsos del auto.
– ¡Hermano!– grito alguien bajando la escalera.
Se lanzó sobre Nate en un abrazo fraternal. Supuse que era Dylan. El chico fue saludandonos uno a uno, cuando llegó a mi me miró con detenimiento, como si estuviera molesto, con los brazos cruzados sobre el pecho.
– Eres Tyler, ¿cierto? Necesitaba conocer a la chica que se ha colado en mi fraternidad.– y de la nada comenzó a reír.– Estoy bromeando. Por cierto, soy Dylan.
Me quedé un poco paralizada, parecía estupida mirándolo. Dylan me miró como disculpándose por haber hacho una broma. No me molestaba su broma es solo que me imaginaba a Dylan diferente, sabía que era distinto a Nate pero nunca me imaginé que tanto, no se parecían en nada físicamente y por los segundos que llevo frente a él tampoco en la personalidad.
– Celestine.– dijo salundando a mi amiga con un abrazo.– ¿Qué tal te a ido? ¿Cómo está Mark?
Oh, oh. Consejo: no le preguntes a alguien que no has visto en un buen tiempo por su novio a no ser que estés seguro de que siguen juntos. Celestine quedó un poco bloqueada y luego bajo la mirada.
– ¿Dije algo malo?
– Hemos terminado.
– Oh lo siento, no lo sabía.

ESTÁS LEYENDO
Fraternizados
Fiksi RemajaCuando Tyler solo era una niña un accidente automovilistico cobró la vida de su padre, hermana y abuelo, dejando un terrible sentimiento de perdida y dolor en su madre, quien tras lo ocurrido se volvió aprensiva con lo único que le quedaba en la vid...