III.- ¿Eres el chico de la comida?

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Tom no tenía idea que le iba a traer lo de hoy. No sabía si lo que había planeado hacer fuera una  buena idea o no, pero tenía que satisfacer su curiosidad como fuera y aquí no había nadie dispuesto  a darle respuestas. Había intentado hablar más con Andreas acerca del 815, pero como él había  esperado, se quedo callado y le dijo que no le hiciera preguntas.

Así que Tom tenía que resolver las dudas a su manera. El tenía que conocer y ver de cerca por  sí mismo a la persona. Tom siempre había sido así. La gente siempre podía decirle y describirle  las cosa pero el siempre tenía que juzgar por si mismo antes de hacer una opinión al respecto. Pero tal vez hablar con él no era una buena idea, según Georg, no era muy estable mentalmente  y Tom no sabía cómo sería hablar con él.

A pesar de que era muy extraño que no se le permitiera  hablar con nadie si él estaba enfermo, ¿cierto? ¿Hablar con alguien no sería bueno para él?

Tom sacudió la cabeza y tuvo que recordarse que esa persona era un criminal, tal vez un asesino
y el no lo sabía.

Pero esos pensamientos no le impidieron acercarse sigilosamente a las escaleras durante el  almuerzo. La sabía que todos los policías del edificio en este momento estaban en el comedor, así  que eso le daba exactamente treinta minutos para volver a bajar.

Tom paso por la puerta del segundo piso y siguió subiendo. En el momento que llego al tercero  tuvo que tomar un respiro. Maldita sea este viejo edificio y sus cientos de escaleras. ¿Por qué no  modernizan las cosas un poco e invierten en un elevador? Tom suspiró y continuó subiendo las  escaleras.

Finalmente llego al cuarto piso, abrió la puerta y un pasillo largo se rebeló delante de él. Había  cinco puertas en cada pared, todas muy apartadas.
Las paredes eran grises y no muy atractivas, como supuso tenían que ser.

Se acordó que la última vez que había visto al 815, su celda estaba casi al final del pasillo, tal  vez habitación 33 o 32 o algo así.

Había una pequeña ventana en todas las puertas de las celdas, protegidas con cinco gruesos  barrotes de hierro cada una. Tom se deslizo lo más cuidadoso que pudo por el pasillo asomándose  en algunas habitaciones.

La mayoría de las personas en el interior estaban dormidas, comiendo o viendo la televisión. Podía ver el parpadeo de luces junto con las voces provenientes de la televisión.

Tom se sorprendió de lo relajada que estaba la atmosfera dentro de las celdas. Estaba seguro  que si él estuviera encerrado en una pequeña habitación por años, se volvería loco. Pero esos chicos  parecían que estaban, sino excelente, bien con eso. Tal vez ellos no estarían aquí por mucho tiempo,  y por eso estaban tan relajados.

Continuo avanzando lentamente por el pasillo…35, 34, 33… no paso mucho tiempo hasta que  quedo fuera de la habitación 32, la única con cerradura extra. Respiro hondo y miro a través de los barrotes. No estaba la televisión encendida, casi ni había luz. Solo la luz natural que fluía a  través de la abertura de las cortinas.

Los ojos de Tom poco a poco se ajustaron a la única luz plateada de la habitación y sus ojos se  posaron en una figura esbelta sentada e una silla de madera detrás de una mesa del mismo material. 

Su cabello caía sobre su rostro, Tom estaba seguro que no había notado su presencia. 815 estaba  trazando líneas en la mesa con su dedo medio, su otra mano estaba apoyada en su barbilla como si  estuviera aburrido.

Tom lo miro por largos minutos. No podía ver cómo podría ser peligroso era realmente pequeño. 

No podía pesar más de cien libras. Tom casi podía ver su columna vertebral a través de la delgada  camisa naranja que llevaba puesta.

PRISIONERO 815 (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora