VII.- Lo hizo o no lo hizo

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Unos minutos más tardes Andreas regresó a recoger al resto de los prisioneros, Bill se fue con ellos, la comida aun estaba sin tocar.

Tom había intentando, pero no había sido capaz de borrar de su cabeza la imagen de la pequeña bola de metal brillante que tenía Bill en la boca. El piercing y el tatuaje le hacían preguntarse que clase de persona Bill solía hacer. 

¿Tendría más tatuajes? ¿Más piercings? Si es así, ¿Dónde?

Negó ese pensamiento fuertemente con la cabeza, dispuesto a sacarlo de su mente, era demasiado inquietante y sabía que él no debería pensar de esa manera acerca de él.

Espera ¿de esa manera? El nunca había pensado en Bill de esa manera, en primer lugar.

Sí, tenía un piercing en la lengua, y eso podría ser atractivo en el, pero eso no significaba que estaba pensando en Bill de forma extraña. Era más que curioso, pero esa palabra no parecía reducir nada.
Trató de convencerse a si mismo que podía pensar que Bill era hermoso sin dejar ir más allá esos pensamientos.

Felíz con esa conclusión, Tom regreso sus pensamientos al arte en el cuerpo de Bill. Si el tenia tatuajes eso quería decir que se los había hecho a muy temprana edad, antes de que la ley lo permitiera, y eso hacia a Tom preguntarse si él era la clase de adolescente rebelde fuera de control, y esa era la razón por lo que estaba aquí.

Sin embargo, no explicaba el miedo que todos le tenían. Tom tomó un profundo respiro antes de tocar la puerta donde se encontraba la cocina y la oficina del chef. La forma en que la mujer, Anne había interactuado con Bill le hizo entender que si hay personas que no le tenían miedo. Bueno, al menos no lo había demostrado. Tal vez podría obtener unas respuestas de ella, ya que Andreas había demostrado ser un inútil.

—Entra,— dijo una voz femenina que salía dentro de la cocina, Tom tomó otro respiro antes de entrar.

Anne dio la vuelta en su silla, estaba haciendo unas cuentas en la calculadora.

—Oh, hola oficial.— Dijo sonando sorprendida dándose la vuelta completamente para quedar de frente a Tom.

—Hola, soy, ehh, soy Tom.

—Anne— dijo ella, sonriendo mientras le estrechaba la mano, aunque en su rostro aun se notaba un poco de confusión. —Algo en particular en lo que pueda ayudarte, Tom.

Tom se sintió un poco incomodo, pero se obligó a superarlo, estaba aquí en una misión.

—Sí, ehh, ¿me puedo sentar?— Hizo un gesto hacia una silla en la esquina y Anne asintió esperando pacientemente a que tomara asiento. —Sí, ehh. Te vi hablando con ese…con ese prisionero.

— Ah.— Anne asintió metiéndose un mechón de cabello rizado detrás de oído.— Estas aquí por Bill.

— Si,— dijo Tom. —Él.

Anne suspiró, no parecía enojada o molesta de que Tom estuviera curioseando y metiendo la nariz donde no le importa.

— Bien, ¿qué quieres saber?

Tom parpadeo. El no estaba preparado para que ella dijera eso, para que le permitiera indagar y preguntar. No podía pensar en que preguntar primero, había demasiadas cosas que quería saber.
—Sí, ¿Cuál es su situación?

—¿Su situación?

—Lo que, ya sabes, le espera.

—Lo siento, pero no estoy en libertad de decirlo.

Tom casi grita de frustración.

—¿No se puede decir?

—No te molestes,— dijo ella y Tom se recargo en el asiento sintiéndose un poco avergonzado. — No, no te puedo decir, tú deberías entenderlo. Es privado.

PRISIONERO 815 (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora