XIII.- Sentencia definitiva

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Andreas había estado enviándole miradas enojadas todo el día, Tom lo había ignorado.

No tenía ganas de tratar con él, pero aun así no podía dejar de pensar en lo que Andreas le había dicho, porque, después de todo, Tom se había preguntado lo mismo. ¿Sabía Bill en realidad lo que estaba haciendo? ¿En realidad estaba jugando al títere y al maestro, y sabía todo lo que Tom haría? Era un pensamiento aterrador, pero no se lo tragó por completo. Sabía con certeza que Bill no había esperado que supiera lo del medicamento del asma, y después de todo, eso demostraba que no tenía control sobre todo. Tom aún podía pasar alrededor de él, desapercibido; aún lo podía tomar con la guardia baja.

Andreas debía haber sido muy crédulo para dejar que Bill jugara con él, para dejarlo ir tan lejos, como él había supuesto.

Tom se preguntó como había sucedido, se preguntaba como Bill había seducido a Andreas. ¿Habrá utilizado los mismos turcos con Andreas que los que estaba utilizando con Tom? ¿Cómo se dio algo con Andreas? ¿Por cuánto tiempo había resistido?

Tal vez esa era la única razón por la que Andreas parecía aterrado de prisionero.

Tal vez, Bill era un recordatorio de sus pecados, y no podía soportarlo, así que mantuvo la distancia. Incluso si Tom entendiera por qué le había advertido del prisionero, no creía que dejarlo solo sería lo mejor. Él parecía querer compañía, y Tom era una sociable mariposa; le gustaba hacer feliz a la gente. Ahora, definitivamente Bill era como una misión, no sólo con respecto a sus crímenes. Tom tenía la misión de hacer sonreír a Bill.

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Por suerte, Gordon ya se había ido para cuando llego a su departamento, dejando una nota en la cocina para anunciar su salida.

Tom vagó sin darse cuenta alrededor de su departamento, pensando en Bill y Andreas.

No había sido capaz de retirar de su mente a ninguno de los dos, desde que Andreas lo confrontó en el baño esta mañana. Esperaba que no se lo dijera a ella, a su jefa. Podría, porque parecía pensar que Bill era una persona extremadamente peligrosa y quería que Tom se mantuviera alejado de él. Tom no sabía lo que haría si fuera suspendido o despedido. El quería seguir visitando a Bill, si se lo permitían.

No sabía que pensar de la teoría de Andreas, de que Bill lo sabía todo; eso le molestaba enormemente. Nadie puede saberlo todo. Bill no tenía forma de saber cómo reaccionaría Tom a las cosas que él hiciera. Que Bill se estaba burlando de él era evidente y Tom podía, hasta cierto punto, entender que necesitaba hacerlo; no tenía mucho que hacer en esa pequeña celda todo el día y tenía que crear su propio entretenimiento.

Tom se sentó en el sofá, dando un profundo respiro y rascándose la cabeza.

Se preguntó si debería preocuparse por estar defendiendo tanto a Bill.

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La próxima vez que Tom había visto al prisionero, había estado actuando… extraño. No podía asegurarlo, pero había algo extraño en él. Había algo en sus ojos que era diferente y hacía un gesto constante con la frente, como si estuviera absorto en sus pensamientos.

Tom lo miró intensamente desde su lugar en la cafetería. Bill estaba sentado en su mesa de siempre, alejado de los demás. Estaba comiendo, aunque no mucho, pero eso ya era algo.

De vez en cuando al comer, la mano derecha de Bill, la que sostenía el tenedor, empezaba a temblar y tenía que soltarlo. Tom vio como Bill apoyaba la frente en sus nudillos, con los codos apoyados en la mesa de madera.

No lo había visto así antes, le preocupaba porque no sabía qué era lo que le estaba haciendo actuar así. Nadie más pareció darse cuenta. Los prisioneros estaban muy ocupados en no mirarle, para que se dieran cuenta y Tom era el único que destacaba en el comedor, el día de hoy.

PRISIONERO 815 (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora