II.- Bienvenido al infierno

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Su siguiente tarea por lo menos había sido mejor que la limpieza de celdas. Tenía que responder  las llamadas de la línea de emergencias. Bueno, no es que hubiera muchas emergencias ese día de  hoy... Una joven mujer se quejaba de que su ex novio estaba asechando su casa, otra llamada había  sido de una mujer senil que había perdido su reloj. Tres minutos después de la conversación tuvo  que preguntar para qué había llamado. Pero Tom no se quejaba, y si lo hacia la oficial Bäcker de  seguro lo pondría a limpiar mas celdas, por lo que mantuvo la boca cerrada.

Tom ya no había pensado en el prisionero y su penetrante mirada. Se está preparando para ir a  casa. Los cinco recién llegados estaban en el vestuario quitándose el uniforme.

—¿Alguien tuvo algo interesante el día de hoy? Porque yo no tuve nada —dijo Georg  sentándose en un banco mientras se masajeaba el cuello.

—Ella tuvo que vigilar a los prisioneros que venían del patio trasero —dijo Tom que señaló a  la pelirroja que asintió con orgullo.

Georg la miró con clara envidia en los ojos.

—¿Como fue? ¿Estaban todos locos y apretaban sus nudillos cuando los volteabas a ver?
—Esta no es una película Georg —dijo el rubio negando con la cabeza.
Tom sabía que su  nombre era Gustav y podía ver que él era quien que tenía más de policía que todos los del grupo.

—Sí….pero aun así.

—Ellos estaban bien, en realidad —dijo la pelirroja soltándose el cabello de la cola de caballo— , no creo que con los que estuve fueran asesinos ni nada… Probablemente sólo conductores ebrios  y ladrones de bolsas —agitó su cabello y desabrochó su camiseta azul, tirándola a un lado, sin  importarle que hubiera cuatro hombres en la habitación mirándola—. Quiero decir, que si fueran  peligrosos estarían custodiados por más guardias, ¿no lo creen?

Entonces, ¿por qué ese muchacho tiene dos cerraduras?, se preguntó Tom a sí mismo. Un  conductor ebrio o un ladrón de bolsas no necesitan de eso.

—Pero aun así —dijo Georg con un suspiro, Tom reprimió una risa al darse cuenta que la mirada  del chico no estaba en realidad en los ojos de la pelirroja— es mejor que traer la comida y patrullar  en los pasillos.

—Palabra —dijo Gustav cruzándose de brazos.

—Sin embargo, uno de ellos era espeluznante —dijo la chica poniéndose el suéter. Georg  parecía decepcionado—, me estuvo mirando por detrás de su cabello. Al final estuve a punto de  golpearlo.

—¿Fue el 815 cierto? —dijo Georg disminuyendo el tono de su voz como si estuviera contando
una historia de terror.

— Sí, fue él —la chica vaciló.

Tom volteó a ver a la chica esperando que dijera algo más.

—¡¿Qué?! —Dijo Georg frunciendo el ceño—. El 815 estaba aislado en una zona, eso es lo que escuché. ¿Le están permitiendo ahora estar junto con los demás presos?
La chica se encogió de hombros, no parecía saber cuál era el problema.

—¿Qué está mal con el 815? —preguntó Tom, siendo ahora el centro de atención.

—Él no sabe nada del 815 —declaró Georg con incredulidad—.  ¿Qué persona que estudia para  ser policía no sabe nada acerca del prisionero 815?

Tom se sintió estúpido.

—Ella tampoco —acusó, apuntando a la chica.

—Fui a la escuela en Inglaterra, ¿cómo se supone que debería saber? —dijo a su defensa.
—Ah, bueno —dijo Georg—. Creo que debería apiadarme de las pobres almas que no saben  nada —tosió y redujo su voz al tono preciso para narrar historias—. El prisionero 815 es una  leyenda por aquí, eh escuchado que en todas las estaciones de policía en Alemania saben quién es  y esas cosas, ya sabes, en caso de que se escape no llegara muy lejos. Sin embargo, nadie en la  estación sabe demasiado acerca de él, sólo que está loco por supuesto. Antes de que llegara aquí,  estaba en el manicomio, pero después de un tiempo fue transferido, supongo que la gente del  manicomio no lo podía manejar —los otros cuatro en la habitación estaban escuchando  atentamente—. Él no estaba en una celda aislada en un principio, pero tuvieron que cambiarlo al  régimen de aislamiento, ¿ya saben? después de que atacara a un policía y tratara de asesinar a su  compañero de celda. Escuché que trató de sofocarlo con su almohada mientras estaba dormido.  Dicen que es muy peligro y que cualquiera que no tenga nada que ver con él debe mantenerse  alejado. Manténganse lejos de él chicos, yo lo haré —se estremeció y volteó a ver a los otros  cuatro.

PRISIONERO 815 (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora