La necesidad de voltearse era tan grande que Tom prácticamente tuvo que llevar sus dedos a las caderas de Bill para que no lo hiciera. Estaba seguro de que eso podría dejar moretones, pero parecía gustarle a Bill por que suspiraba de satisfacción cada vez que los dedos de Tom se clavaban en su piél.
Tom nunca había sido de los que solo se recuestan y dejan que la otra persona haga todo el trabajo, pero Bill se había negado enormemente a hacerlo de otra manera, era eso o nada en absoluto.
La cara de Bill estaba tan traviesa como siempre cuando apretó sus músculos alrededor de Tom, haciéndolo gemir y clavar aun más sus dedos en las caderas de Bill.
— Eres un masoquista,— jadeó Tom y Bill soltó una sonrisa entrecortada. – Lo eres ¿o no?
— A veces.
—A veces— Tenía que significar —durante el sexo—, se imaginó Tom, por que estaban haciendo esto sin ninguna clase de lubricante. Obviamente, ninguno de ellos tenía nada de eso, y Bill había arrugado la nariz a la idea de usar algo como el jabón de manos que se utilizaba en la prisión. Tom sabía que eso tenía que doler, pero mientras aun Bill estuviera duro, entonces tenía que confiar que a Bill le gustaba.
Bill estaba jadeando rápido y fuerte, con su largo cuello estirado, y Tom tuvo que sujetarse una vez más fuertemente a sus caderas. ¡Oh Dios! Cerró los ojos y los apretó fuertemente, sintiendo el placer que recorría todo su cuerpo. Era mejor de lo que se había atrevido a imaginar, mucho mejor. Bill no era muy vocal, pero de vez en cuando gemía suavemente y sus parpados se cerraban en un aleteo. Tom estaba hipnotizado, no había otra palabra para esto. Tom levantó la camisa de Bill, tocando su suave piel, buscando el pequeño tatuaje que había visto una vez.
Ahora lo podía tocar.
Trazó el contorno de la estrella con suavidad y observó con fascinación como la piel de Bill se contrajo ante su toque, lo que significaba que esa parte era delicada o sensible.
— ¿Qué significa?— preguntó, probablemente por segunda vez, mientras miraba la pequeña estrella.
Bill suspiró, soplando el pelo de su cara. – Ya te dije antes, nada,— dijo jadeante. — Eso es, ah…en realidad solo una estrella.
— Hmm,— tarareó Tom y recorrió con sus dedos el tatuaje varias veces mas, antes de mover la mano un poco mas abajo y envolverla alrededor de la caliente erección de Bill.
Bill gimió y apretó mucho los ojos, inclinándose hacia delante y apretando las manos sobre el pecho de Tom. Sus ojos se abrieron de nuevo tan pronto como se acostumbro al placer y la mirada en ellos era nada menos que hambre, depredador, como un animal listo para devorar a su presa. Se mordió los labios y atacó la mandíbula de Tom, tazando rudos besos y amorosas mordidas por toda su mandíbula, deteniéndose de vez en cuando solo para lamer la piel salada. Tom Sabía que tendría que estar preocupado por las marca pero eso realmente no pudo atraer su atención en ese momentos.
La mano libre de Tom agarró las caderas de Bill y ayudo en sus movimientos, elevándolo arriba y abajo. El interior de Bill lo apretaba de todas las maneras posible, estaba tan increíblemente apretado que Tom en realidad dudase si era placentero para él, pero siempre y cuando el dolor no cruzara por su rostro…de nuevo, solo tenía que confirmar que no le dolía.
El ritmo empezaba a acelerar y Tom apretó su cabeza contra la almohada en un gemido.
— Sssh.— Bill mordió un poco su mandíbula. – A veces pienso que se te olvida que tengo vecinos.
— Mierda,— murmuró Tom. Tenía razón, tenía toda la razón. Tom rara vez prestaba atención a los otros internos. Por un segundo estuvo a punto de pánico, y si habían escuchado algo, y si sabían, y si…