VI.- No te tengo miedo

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Tom no había ido a ver más a 815 después del susto que le dio con la pistola la última vez.

Tom sabía que probablemente debería dejar de ser tan curioso a todo lo referente a esa persona, sin embargo el estaba más intrigado ahora. El estaba seguro que iba a ser fusilado y el 815 escaparía, el hubiera tenido el tiempo suficiente, ya que a esa hora solo se encontraba el en el edificio.

Él no había escapado, no le había hecho nada a Tom, solo regreso la pistola a su funda. Seguía preguntándose por que había hecho eso. Claro, si él hubiera escapado y capturado de nuevo, eso no habría sido bueno para él, pero pensó que era extraño que un preso que es considerado loco no hubiera tomado esa oportunidad.

Y algo en esos ojos negros… La expresión que leyó en ellos cuando dio un paso atrás, era muy difícil de descifrar, pero era definitivamente una expresión de tortura, una expresión de tristeza.

Tom se preguntó más que nunca por qué demonios estaba en este lugar, se había mantenido buscando ese maldito archivo pero sin poder encontrarlo en ningún lado. Pensaba que tenía que estar dentro de la oficina de la oficial Bäcker, pero no tenía la llave.

Así que por eso Tom estaba molestando a Andreas para obtener respuestas, no podía quitarse la sensación de que ese hombre sabía mucho más de lo que demostraba.

—Vamos, dime,— lo presionó Tom mientras se estaban cambiando de ropa en el vestidor, cuatro días después de la última visita que le había hecho al prisionero.

—¿Para qué quieres saber?— pregunto Andreas abrochándose la camisa. —Solo deberías olvidar todo acerca de él, es peligroso, tampoco obtienes nada bueno haciendo preguntas acerca de él.

—¿Pero por que es peligroso?— se estaba poniendo impaciente, y todo esto estaba empezando a parecer increíblemente estúpido. Se sentó en un banquito, mirando a Andreas expectante.

—Tal vez no lo parezca— dijo Andreas sin voltear a ver a Tom, —pero es muy manipulador, es por eso que ha tenido doce psiquiatras diferentes en cuatro años, ¿sabías? Los sedujo a todos, al parecer sólo por diversión.

Tom se quedó en silencio por un momento, pero después pregunto, —¿te sedujo?

Pensar en eso lo lastimó, pero la forma en que Andreas hablaba lo puso a pensar.

—No,— replicó Andreas, mirando a Tom con sus ojos azules como el hielo. —Eso es todo, no te diré nada más.

—¡Pero eso no explica nada!— se quejó. —Bien, él sedujo a sus terapeutas, pero eso no explica por qué todo el mundo le tiene miedo. Diablos, incluso retrocede cuando lo menciono. ¿Por qué?

Andreas se volvió hacia el espejo y solo en unos pocos segundos se arreglo el cabello.

—¿Por lo menos sabes?

—Sé más que suficiente,— dijo Andreas cortante, a continuación se puso rígido y se volvió hacia Tom. —No has….dime que no has ido a verlo.

Tom sentía los oídos tibios, tardo demasiado tiempo en contestar así que Andreas entendió.
—¡Mierda!— exclamó y Tom saltó, cuando Andreas estrelló su puño contra las taquillas. — ¡No hagas eso!— chillo mirando a Tom con una expresión tan espantada que le helo la sangre a Tom. —No lo veas nunca mas ¿me oyes?  Sólo …promételo. Te va a destrozar.

Tom frunció el ceño.

—¿Destrozarme?

Andreas se pasó una mano sobre su cabello rubio.

—Sí. Destrozarte.

—¿Cómo?

—Encontrara la manera.

PRISIONERO 815 (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora