XL.- El Diario (Parte II)

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Era horrible.

Eso era lo único con lo que Tom podía describir lo que estaba pasando. Horrible. Horripilante.

Triste.

Tortura.

Lenta tortura, eso era lo que Tom tenía la sensación, que el abogado de las victimas le estaba haciendo a Bill. Lo estaba torturando lentamente, diciendo cosas, preguntando cosas, tratando de hacerlo caer lentamente pero seguro. Su abogado quería que fallara, quería que Bill explotara, que perdiera los estribos, para poder probar su punto. Aun no se había roto pero tenía un temblor en sus labios o en sus manos y Tom quería que alguien anunciara un descanso antes de que pudiera pasar lo inevitable. De ninguna manera Bill sería capaz de soportarlo por más tiempo, sobre todo


cuando el abogado estaba usando trucos sucios, palabras con doble sentido y haciendo preguntas que la respuesta sonaría mal sin importar lo que Bill respondiera.

Eso estaba encabronando a Tom.

Tom pensó que la peor parte seria cuando Bill tuviera que contar la historia completa, pero ahora esa parte había mejorado. Había jurado decir la verdad y lo hizo.

Tom luchó por no llorar, Anne había llorado pero todos los demás ojos en la sala permanecieron secos, excepto por los padres y la chica, pero ellos no lloraban por Bill.

Ahora era el tiempo de las preguntas. Tiempo de la tortura seria mas apropiado.

Preguntas fuertes que Anne y Tom nunca se habían atrevido a echárselas en cara y ahora estaba haciendo un buen trabajo en contestarlas. Al menos Tom pensaba así.

Hasta ahora, había avanzado más o menos así:

- ¿Pensaste al menos por un segundo en las consecuencias?

- No, no lo hice,- dijo Bill, dolorosamente honesto.

- ¿No te importó?

- No en el momento. No era...yo mismo. Tuve un ataque de ansiedad y me quede en blanco. - Hizo una pausa, vaciló por un momento y entonces agregó, - pienso que ella... sólo no quería estar solo otra vez.


Ese particular comentario hizo que Tom se sintiera una mierda. Pensó en cómo había dejado a Bill solo por semanas. Bill nunca antes había admitido eso, pero por encima de todo tenía problemas de abandono que se hacían más grandes y peores cada vez que se acercaba más a las personas. Ese era un tema del que Anne le había hablado un par de días atrás, sólo para que fuera consciente de ello, tenía que admitir que aún no lo entendía por completo. La cabeza de Bill era un lugar muy extraño. Emitía vibraciones que gritaban déjenme solo y cuando lo estaba, era miserable.

- ¿Qué te había hecho Marcus Elliot?- fue otra pregunta lanzada a Bill.

- Absolutamente nada. Pensé que me engañaba con él.

- ¿Y eso lo hizo correcto?

- No. Yo no dije eso.

- Dices que ahora estás diciendo la verdad, y si esa es la verdad, ¿por qué mentiste por tantos años?

- Porque me estaba castigando por lo que hice. Pensé que si la gente creía que lo quería hacer, entonces con el tiempo también lo creería y me sentiría mejor.

Muchas de sus respuestas era practicadas y robóticas, tanto así que Tom estaba seguro que Bill se había apagado y había encendido el piloto automático.

- ¿Podría ser que sólo estas tratando de obtener una sentencia más leve y nada más?

- No. Quiero que se conozca la verdad, estoy cansando de guardarlo para mí.

PRISIONERO 815 (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora