Los dos cayeron sobre la cama, jadeando y temblando. La ropa quedó abandonada en el suelo, creando un camino desde el cuarto de baño hasta la cama.
Bill gimió mientras se deslizaba lejos de Tom, y se acostó a su lado, mirando hacia el techo.
Tenía el cabello pegado a la frente y su maquillaje casi se había desprendido, estaba cerca de empezar a correr por su rostro. Volvió a gemir cuando Tom rodó por encima de él, su piel desnuda
se pegaba incómodamente.
— ¿Qué estás haciendo?— se quejó y lo miró.— Mirándote,— respondió, y le apartó el cabello de la cara, Bill se quedó inmóvil, mirándolo con la respiración entrecortada, que no tenía nada que ver con el agotamiento. – En realidad te ves
tan jodidamente hermoso.Bill no pudo encontrar palabras, se quedó completamente congelado, sintiendo el calor que salía del cuerpo de Tom y del suyo.
— Sobre todo cuando no sabes que decir,— continuó Tom y Bill se sentía incomodo, vencido y dominado. No podía pasar eso. Y esa sonrisa en el rostro de Tom, no pertenecía allí, pertenecía a Bill.
Con un gruñido Bill se apoyo sobre su hombro y con su mano libre obligo a Tom que bajara la cabeza para darle un profundo beso, y rodó sobre él, de modo que quedara arriba de nuevo, su cabello largo se desplegó alrededor de su rostro, creando una cortina alrededor de ellos.
Estaba tan ocupado asegurándose de que dominaba el beso, que no se dio cuenta que las piernas de Tom se cerraron alrededor de las suyas, y sus manos atraparon sus muñecas, presionándolas a ambos lados de su cabeza, hasta que comprendió que no podía moverse, estaba atrapado arriba de Tom.
– Vete a la mierda,— dijo, tratando de tirar de nuevo de sus brazos, pero Tom se mantenía presionando fuertemente sus muñecas.
— Tú,— dijo Tom, y más fácil que nada volvió a colocarse arriba de él,— déjalo ir.
Bueno. Mujer. Luna.
— Tú déjalo ir,— escupió Bill, refiriéndose al férreo control sobre sus brazos, y tiró con fuerza.
Tom negó con la cabeza y sonrió cuando Bill tiró de sus muñecas. – No hasta que te relajes.
Bill resopló y apartó la vista, mirando intencionalmente la pared.
— No seas así,— murmuró Tom y frotó la nariz contra su barbilla. — ¿Qué estás pensando?
— Pensando una manera de quitarte de mí.
Tom se alejó y trato de encontrar sus ojos. – No, eso no es verdad,— decidió después de unos segundos. – Hay algo más. Si en realidad me quisieras fuera, habrías luchado más, y no te mantendría sujetado contra tu voluntad.
Bill resopló por la nariz una vez y entrecerró los ojos. — ¿Qué te he dicho acerca de…?
— Tratar de entenderte, lo sé,— concluyó Tom, mientras trazaba besos por su cuello. – Lo odias.
— Lo hago.
Tom sonrío por la forma en que su voz sonaba, tenia un pequeño escalofrío. Trataba fuertemente de resistirse a lo que Tom le estaba haciendo, pero Tom podía sentir como sus músculos se aflojaban ligeramente debajo de él. — ¿Seria tan malo si te entendiera?— preguntó en voz baja, y dejó de lado una de las manos de Bill, y enterró sus dedos dentro de su cabello negro, masajeando ligeramente su cuero cabelludo con las yemas de sus dedos. — ¿No seria bueno tener a alguien
quien lo hiciera? ¿Quién entendiera?Malo. Hombre. Sol.
— Nadie entendería, — susurró y llevó su mano al cuello de Tom, dejando a sus uñas rasguñar el espacio donde sus trenzas se desconectaban del cuero cabelludo, y Tom sonrió por la forma en que casi se sentía como una caricia. – déjalo ir.— Sus ojos se encontraron, y algo calido y eléctrico
se disparo a través del cuerpo de Tom. – Por favor,— agregó Bill. – No puedo…— se detuvo y apartó de nuevo la mirada. – No puedo dejar que lo sepas,— dijo al fin, y se lamió los labios antes de agregar, — Eso es lo diferente.