Tom no podía dejar solo a Bill con las tijeras por obvias razones de seguridad, así que Tom observaba con genuina fascinación como Bill acomodaba dos de sus dedos sobre su cabello mojado previamente en la ducha. Se inclinó sobre el lavabo y cortó, su suave cabello cayó sobre la porcelana.
— Ya lo habías hecho antes— fue todo lo que Tom pudo decir mientras miraba a Bill levantar mechones de su cabello y medirlo para después cortarlo, como si no hubiera hecho nada más en su vida que eso.
— Sí,— dijo Bill distraído. – ¿Nunca has estado en una peluquería en…? De seguro no.
—Huh.
Tom continúo mirando a Bill cortarse el cabello en silencio. Era excepcionalmente fascinante, algunas veces había pensado que Bill no podía hacerlo, por la razón que fuera. Supuso que aún tenía dificultades para imaginarlo en el mundo real, haciendo cosas que la gente ordinaria hace.
Sólo imaginar a Bill sentado en un sofá viendo la televisión un sábado en la noche con palomitas sobre su regazo, hacía que le diera dolor de cabeza. Se habían conocido dentro de esas cuatro paredes, donde se habían unido y crecido como personas. Imaginar a Bill fuera de ellas no sólo era extraño, si no también un poco atemorizante. Tom se preguntaba a menudo que habría pensado de Bill si lo hubiera conocido en el mundo exterior, antes de que todo eso pasara. ¿Le hubiera gustado a Bill? ¿Le hubiera gustado a él? Las posibles respuestas a esas preguntas eran las que lo ponían un poco nervioso.
Bill miró a Tom a través del espejo. — ¿Qué pasa?—
preguntó. – De repente estas en las nubes.Tom parpadeó dándose cuenta que había estado perdido en el espacio un par de minutos.
— Lo siento,— dijo. – Es sólo… Todo.
Las esquinas de los labios de Bill se contrajeron en una pequeña y triste sonrisa que desapareció tan rápido como apareció. – Sí,— regresó su atención a sí mismo en el espejo y cortó otro mechón de cabello. – Todo,— repitió.
Sólo se escuchaba el sonido metálico de las tijeras, mientras el silencio los cubría de nuevo, Tom permitía a sus ojos pasearse sobre el cuerpo de Bill, sobre sus manos deslizándose sobre su propio cabello, luego sobre su espalda y su delgada cintura. Una profunda necesidad de estar cerca de él, de tocarlo, se encendió dentro de Tom y su repentino deseo debió aparecer en sus ojos ya que Bill lo estaba mirando a través del espejo.
— Me estas mirando,— las comisuras de sus labios comenzaron a temblar, trataba de verse imperturbable.
— Lo siento,— dijo Tom, pero no apartó la mirada. En su lugar caminó hacia él hasta que sus cuerpos casi se tocaron. Hundió sus dedos dentro del cabello mojado de Bill, sonriendo mientras suprimió un escalofrió pero continuó cortando su cabello como si Tom no estuviera allí. Tom pasó su mano de arriba abajo sobre la espalda de Bill varias veces, disfrutando al ver como sus manos temblaban al tratar de seguir cortando su cabello. Tom más que nada disfrutaba las reacciones que tenía por más pequeñas que fueran. No era un idiota, sabía que Bill aún no lo había perdonado por haberlo dejado, pero mantenía la esperanza después de haber conseguido el juicio.
— ¿Estás listo para tu sesión con Anne?— preguntó Tom mientras su nariz cepillaba el cabello húmedo de Bill y posaba sus manos sobre su cintura, la punta de sus dedos tocaban la piel justo arriba de sus pantalones.
A pesar de que él mismo había dicho que quería esperar hasta que el juicio terminara para volver a dormir juntos, no podía desaparecer sus impulsos. Era sólo un hombre después de todo y habían pasado varias semanas. Sólo necesitaba tocarlo, no tenían que hacer nada más. Pero entonces, Bill se dio la vuelta, dándole la espalda al lavabo, entonces Tom se encontró a pocos centímetros de su rostro. Los labios de Bill se separaron, la humedad atrapo sus ojos, no pudo contenerse. Se inclinó hacia delante y atrapó los labios de Bill entre los suyos, presionándolo contra el lavabo tan fuerte como pudo. Bill hizo un pequeño sonido de protesta pero devolvió el beso. Tom escuchó un pequeño sonido metálico cuando Bill dejo las tijeras sobre la porcelana detrás de él.