El día comenzó muy bien.
Si sólo se hubiera quedado así.
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Comenzó con el regreso de Tom de vacaciones. Estaba nevando, él tarareaba en voz baja mientras se sacudía los copos de nieve de los hombros y la cabeza después de entrar a la estación.
— ¡Buenos días Tom!— saludó Georg tan pronto cómo lo vio. Estaba sentado en la oficina con los pies sobre el escritorio, equilibrando la silla sobre las patas traseras.
— Buenos días,— contestó y se quitó su chaqueta para colgarla. Miró a su alrededor, viendo que todavía había algunas de las decoraciones y sonrió. — ¿Cómo estuvo tu Navidad?
— ¡Genial!— Georg sonrió ampliamente, evidentemente estaba de buen humor. — ¿Y la tuya?
— Uh, Sí, estuvo bien,— dijo Tom, prácticamente saltando sobre la punta de sus pies. Quería ir a ver a Bill, pero no sabía si podría simplemente desaparecer en la escalera delante de Georg. Se
mantuvo dirigiendo miradas impacientes a las escaleras, finalmente Georg le habló sacándolo de sí.— Oh, Dios,— suspiró,— ve allá, Tom, ya no me importa.
Tom parpadeó y se quedó inmóvil, mirándolo con los ojos abiertos. ¿Era en serio?
Georg suspiró y puso los pies en el suelo, enderezando su silla. – Tú estás en él, él está en ti, lo entiendo. Todavía tengo un mal presentimiento acerca de ello, y sigo pensando que eres un idiota por no leer el archivo, porque lo que dice allí es muy imponte,— le envió a Tom una dura mirada,— pero voy a dejar que aprendas la lección, porque lo descubrirás tarde o temprano, y cuando lo hagas solo tu tendrás la culpa.
Tom se quedó boquiabierto por unos segundos, aturdido, antes de preguntar vacilante.
— ¿Realmente es tan malo?
Georg se limitó a asentir y Tom se frotó la frente. No podía pensar en algo suficientemente malo para que Bill hiciera, porque ahora, no lo podía imaginar haciendo algo tan malo como Georg y
Andreas decían. Sin embargo, no porque fuera ingenuo, por supuesto tenía sus sospechas, pero no quería creer en ellos.— ¿De verdad no quieres que te diga? También hay algo más, algo aun más importante que el delito en si…
— Yo…— Tom bajo la mirada, considerándolo. – No, no me digas,— dijo después de unos segundos de pensar, y miró a su compañero. – Lo leeré yo mismo.
Los ojos de Georg parecían como sí se fueran a salir de sus orbitas mientras se inclinaba hacia delante. — ¿En serio? Quiero decir… ¿en serio?
Tom asintió. Lo había decidido. Lo leería para ver lo que decía y después sabría tanto cómo Anne. Tal vez sería más fácil tratar con Bill sí sabía más de su pasado. Lo único que le preocupaba era cómo Bill podría verlo cómo alguna traición de algún tipo, y eso era lo último que quería. Bill
había dicho que no quería que supiera, pero había llegado a la etapa donde tenía que hacerlo.— ¿Ahora?— Insistió Georg e hizo el ademan de levantarse, probablemente para llegar al archivo, pero Tom negó rápidamente con la cabeza.
— Oh, no, todavía no. No puedo hacerlo todavía,— tenía que prepararse para esto
psicológicamente, tenía que tratar de convencerse a sí mismo que sería algo bueno saber, que el conocimiento de lo que había traído a Bill a este lugar sería bueno para ambos.Georg lo miró en desaprobación, pero mantuvo la boca cerrada, y Tom dio media vuelta para dirigirse a las escaleras, ya que a Georg, obviamente no le importaba.
Caminó por el pasillo sintiéndose nervioso. No había visto a Bill en más de una semana y estaba ansioso de verlo. Realmente nunca había pensado que lo extrañaría, pero en realidad lo había hecho y estaba agradecido de que la Navidad hubiera terminado para regresar al trabajo.