— ¿Tú quieres que yo qué? — Tom miró a Bill con una ceja levantada, no seguro de lo que Bill quería decir.
— Vengas por tu propio pie —repitió Bill parpadeando un poco, como si luchara por mantenerse despierto. —Quiero que sepas en lo que te estás metiendo.
—¿Por que? ¿Qué quieres decir con —metiendo—?
¿Era lo que Tom, como Andreas, finalmente cedería y se involucraría con el?
Estaba casi seguro que Bill pensaba que el cedería.
Tom se asustó, Bill tenía la razón. No. Él sabía que Bill estaba en lo cierto, porque, en cierto modo, Tom ya estaba cediendo.
Bill sonrío ligeramente.
— ¿Aún me querrías fuera, en el mundo real?
Tom vaciló, ¿pero cuál era el punto en mentir? Estaba seguro que Bill ya lo sabía de todos modos. Se encontró con los ojos de Bill.
— Sí.
Bill suspiró y levantó la cabeza con la mirada de nuevo hacia el techo.
— Es justo que sepas lo que podría hacer, incluso si no lo hiciera.
—De acuerdo. Sin embargo sigo pensando que estas jugando conmigo. Yo soy ¿como se dice? Entretenido.
—Si — dijo Bill con una pequeña sonrisa. — Eso también.
Bill se quedo en silencio y Tom estaba casi seguro de que se había quedado dormido a causa de las drogas, pero unos minutos después, abrió la boca de nuevo, esta vez su voz era débil y extraña.
—Su madre estaba allí
—¿Madre?— Tom trató de hacer contacto visual con Bill, pero sus ojos solo parpadeaban de ida y vuelta rápidamente, como si estuviera en la etapa del sueño donde se mueven los ojos rápidamente, y están abiertos.
Eso era un poco escalofriante.
—Sí, su madre.
Parecía como si las drogas estuvieran hablando y Tom movió su silla mas cerca.
—¿Cual madre, Bill?
— La de ella— dijo Bill.
Tom no tenía idea de lo que estaba hablando.
Ella vio como dos policías lo hacían entrar. Se veía tan frió como siempre y una punzada de intensa ira la atravezo cuando lo miro fijamente. Lo miro mientras caminaba junto a ella, y fue entonces cuando la vio. Sus ojos se clavaron en los de ella, sin parpadear ni una sola vez. No había remordimiento en sus ojos, no había nada en absoluto. Si ella solo hubiera sabido unos pocos años atrás, que se convertiría en un monstruo, nunca lo hubiera dejado entrar en su casa.
Lo odiaba con cada fibra de su ser y con solo mirarlo le daban ganas de cruzar la habitación y estrangularlo. Era la persona mas fría que había conocido jamas. No parecía que lamentara lo que había hecho y el pensamiento hizo que lágrimas de rabia descendieran por sus ojos, mientras apretaba fuertemente sus manos.El estaba sentado en el lado opuesto de la habitación, las manos esposadas en su regazo. Sus manos también temblaron cuando se sentó.
Finalmente esta pesadilla terminaría.—¿Quien es ella?
—¿Huh?— Bill miro a Tom y parpadeo.
—¿Quien?
Tom negó con la cabeza, cuando se dio cuenta que Bill había olvidado lo que hablo hace pocos segundos. Que increíblemente frustrante .
—Nadie, no importa.