Los brazos de Bill estaban enroscados en la camisa de Tom sobre sus omoplatos mientras sollozaba contra su cuello, agarrándose con tanta fuerza que Tom apenas podía respirar, sin embargo no trató de aflojar el agarre de Bill. A cambio Tom lo sostuvo firmemente, un brazo alrededor de sus hombros y el otro alrededor de su cintura, manteniéndolo presionado contra él, dándole seguridad mientras lloraba a lo que sonaba pura agonía.
De todas las cosas extrañas que ocurrieron entre Bill y Tom, en la opinión de Tom, ésta era la más rara. Ni en un millón de años había pensado que esto sucedería, que Bill se pudiera romper de esta forma frente a él. No tenía idea de que decir, pero supuso que no tenía que decir nada. Así que no lo hizo. No trató de callarlo o consolarlo porque Bill no necesitaba parar. Bill necesitaba esto. Para estar mas cómodos, Tom maniobró lentamente a la cama y se sentó, Bill aun pegado a él cómo sanguijuela, jadeando mientras su corazón lloraba por la gente que había perdido. La mano de Tom que estaba descansando sobre el hombro de Bill subió a su cabello, acariciándolo suavemente y retirándolo donde se había empezado a pegar en la piel de su rostro.
Tom tenía un torbellino de emociones, sentimientos y pensamientos. Estaba horrorizado de la historia de Bill, estaba triste por él, se sentía tan jodidamente culpable pero estaba tan feliz de verlo de nuevo y de tocarlo que quería reír, pero eso sería inapropiado.
Cerró los ojos y apoyó la barbilla sobre la parte superior de la cabeza de Bill. Dolía verlo y escucharlo llorar de esa manera y todos sus instintos le decían que lo detuviera, que dejara de llorar, calmarlo y decirle que todo estaría bien pero no lo haría. Simplemente lo dejaría terminar por su voluntad, que llorara todo el tiempo que necesitara y Tom se quedaría para todo eso.
Estaba tratando de alejar de su mente todas las imágenes que estaba conjurando sobre la historia de Bill, pero era difícil mantenerlas a raya. También había sido difícil escucharlo, pero cuando Bill lo había hecho se sintió mas podrido que antes. El hecho de que Bill estaba un poco mentalmente inestable antes de que el crimen tomara lugar, en realidad no se le había ocurrido. Lo había pensado justo después, le provocó un tipo de shock. No había imaginado que podría ser una de las causas. Mientras esos pensamientos recorrían su mente, sus brazos se apretaron alrededor del cuerpo tembloroso de Bill de forma automática. Esto no estaba bien, nada de esto estaba bien. Bill necesitaba decirle la verdad a la corte para que pudiera disminuir el peso sobre sus hombros y aligerar su duro veredicto. Tom no podía comprender como había cargado con esto tanto tiempo, culpándose a sí mismo, odiándose tanto que no podía ver que en realidad no era completamente culpable.
Su madre había sido un error. Un maldito error.
Tom dio lugar a sus propias lágrimas de simpatía mientras pasaba una mano sobre la espalda de Bill, obligándose a no hacer una mueca a la que sentía allí. Todas las crestas en su columna vertebral resaltaban, sobresalían de su piel casi dolorosamente. Siempre había estado delgado, pero ahora estaba en los huesos. Como si la culpa de Tom no fuera suficientemente grande sin ver a Bill como perdió su físico.
Te tengo, te tengo a ti, pensó Tom mientras lo sostenía, permitiendo que sus lágrimas empaparan su camisa, filtrándose y oscureciendo el material a cuadros.
Se escucharon ruidos provenientes de la puerta, Tom levantó la vista para encontrarse con los ojos de Anne atrás de la ventana con garrotes. Los estaba viendo, la parte posterior de sus nudillos descansaban sobre su labio superior y sus ojos brillaban extrañamente. Tom simplemente le asintió, ella le sonrió ligeramente detrás de la mano y le devolvió el gesto antes de que cerrara la ventana al deslizar un panél., dándoles más privacidad de la que nunca habían tenido.
Media hora había pasado y los sollozos de Bill habían disminuido a simples hipidos y el ocasional sollozo, aunque las lágrimas seguían rodando, se hundió hasta recostarse en el regazo de Tom, acurrucado con la cabeza sobre sus muslos. Tom seguía acariciando su cabello, ahora apoyado en la pared.