La Maldición de Sarada Uchiha [👓] Naruto

[Kunai 14]

—¡Boruto, más rápido!

—¡Voy lo más rápido que puedo Konohamaru-niichan!

—¡Dime Sensei maldita sea!

El equipo entero iba a un paso acelerado, ahora no podían darse el lujo de ir despacio y volver a encontrarse con más bandidos, no tenían tiempo.

Trataban de ser rápidos y a la vez silenciosos, pero hay que ser honestos, los chicos solo tenían entre once y doce años, no sabían nada de lo que significaba "ir sigilosamente" desperdiciaban su agilidad en hacer ruido, ser escandalosos y lentos.

—No apoyen todo el peso en las ramas. —decía el mayor algo molesto. —Utilícenlo para balancearse y tomar velocidad.

Los niños no entendían del todo lo que quería explicar, pero Sarada y Mitsuki lograron ser un poco más rápidos y sigilosos.

—Muy bien chicos. —Felicitó Konohamaru. Se volteó levemente sin detenerse en dirección al rubio y le regañó. —¡Excepto tú Boruto! ¡Vas a hacer que nos descubran!

El rubio bajó entonces un poco la velocidad, pero a cambio de no hacer ruido, estaría detrás de todos.

Konohamaru no dijo nada ante el acto de su alumno, con que no se perdiera hacía bastante. Estaba algo nervioso, o talvez preocupado, no lo sabía bien pero desde que salieron de la aldea él sentia algo extraño, como si tuviera un arma en su espalda, como si alguien tramara algo.

Era la cabeza del equipo, no podía darse el lujo de dudar o detenerse a pensar qué diablos era lo que pasaba; Su deber como líder y profesor estaba por encima de sus dudas, tenía que hacer lo que era de mayor importancia y si le quedaba tiempo, podía sentarse a analizar y descartar sus sospechas.

La pelinegra estaba sumergida en su propio mundo, donde cada cosa perdía color y el tiempo se volvía lento. Los sonidos eran casi nulos, podían gritarle ahora que su mente solo procesaría un susurro.

Mitsuki estaba furioso, se repetía millones de veces que la Uchiha no valía la pena, pero le gustaba demasiado, por eso casi ignoraba el hecho de que le despreció como si fuera basura.

Boruto era como una parte neutral, estaba en ese punto en el que no sabía si seguir su camino ninja o dejarla ser libre. Existía lo posibilidad de que la felicidad de la chica no estuviera en Konoha, si no que su futuro era en algún lugar de este mundo, lejos de él.

Empezaba a anochecer, poco a poco los animales desaparecían para buscar un lugar seguro donde pasar la noche.

El viento se volvía frío, por lo que el equipo entero tuvo dificultad de moverse, sus articulaciones se entumían al movimiento de sus cuerpos.

—Busquemos dónde pasar la noche.

La orden del mayor fué captada de inmediato, agradeciendo la muy conveniente cueva que había a un par de metros de ellos.

Recogieron un par de ramas y las juntaron para hacer una fogata. Sarada se encargó de encenderla.

El ambiente era pesado, pero a su vez un poco más cálido; La pelinegra sentía algo de ternura a esa cueva, algo que en mucho tiempo no había sentido.

—¿No lo reconoces?

La chica guardó silencio.

—Claro, eras solo un bebé.

Su atención se vió diriguida a la voz de su mente, no confiaba en ella pero le interesaba saber.

—Esto antes era uno de mis escondites, Sasuke viajaba por todos lados con su equipo de Taka; Pero hubo un día que Sasuke volvió a Konoha y se reencontró con Sakura.

Ella ponía especial atención a su relato, tanto que ignoró que uno de sus compañeros le estaba hablando.

—Al otro día iba a volver con su rutina de explorador, pero tu madre no permitió que le dejara sola de nuevo; Así que sin estár del todo de acuerdo, Sasuke llevó a Sakura.

Boruto se encontraba preocupado, sus ojos estaban fijos en sus manos y la chica hace rato ya que no se movia.

—Y pues al tiempo se dieron cuenta de que Sakura estaba embarazada, por los viajes no les dió tiempo de volver a Konoha, así que terminaste naciendo aqui.

—¡Sarada!

El grito del rubio logró llamar la atención de su amiga, esta de inmediato le miró y frunció el ceño. —Lo siento, pero tendré que arreglar unas cosas.

—¿Qué cosas?

Ella solo le observó profundamente unos segundos y con solo esa mirada él supo que no debía entrometerse más.

Cerró sus ojos y de inmediato se encontró en su mente, veía como Orochimaru se alejaba a paso lento.

—¡Hey!

Se dió cuenta de que su propia voz sonaba con eco, así como la del tipo extraño.

—¿Uh? —Se volteó y le sonrió. —Sarada-chan, no esperaba que me vinieras a visitar tan pronto.

—¿Qué crees? Necesito respuestas.

Rió de forma burlona. —Qué brusca, pero está bien ¿Qué quieres preguntarme?

—¿Como conociste a mi padre?

El hombre, al cual se le notaba que los años empezaban a surtir efecto, la miró con seriedad.

—¿Otra cosa?

Ella chasqueó su lengua con fastidio ante el notable intento de evadir la pregunta anterior. —¿Qué quieres de mi?

La sonrisa del mayor era socarrona, llegaba cierto punto en donde esa mirada le provocaba escalofríos a la peli negra. Se podía esperar absolutamente todo de parte de ese sujeto.

—Me hicieron arrebatado a Sasuke-kun, así que no tuve a ningún heredero digno. En realidad quiero que seas mi discípula y probablemente, mi sucesora.

Le miró sorprendida. —¿Y Mitsuki?

—¿Él? Solo es un experimento al cual le tuve cierto cariño y le dejé explorar el mundo. Pero no lo considero digno para ser mi reemplazo.

Ella pensaba en las palabras del contrario ¿Sucesora? ¿De él? enrealidad no sabía del todo quién era ese sujeto, solo sabía que le estaba dando la oportunidad de buscar su propio camino ninja sin ser juzgada. Pero ahora conocía el verdadero precio.

—Pero el problema radica en que no me gustan las personas inseguras. —Sus ojos tenían un brillo perverso —Y me he dado cuenta de que has estado pensando mucho el hecho de venir conmigo o no.

Sarada no pudo negar este hecho, pero es que de verdad ¿Cómo iba a aceptar tan fácilmente algo así de un desconocido? Ir a vivir con él sin saber qué podría suceder; Desertaría de la aldea. Si la vida con Orochimaru era diferente a lo que esperaba ya no podía volver a Konoha, era todo o nada.

—Te daré un poco más de tiempo, espero que cuando te vuelva a hablar me tengas una respuesta clara y firme. —Dió media vuelta para empezar a caminar y consumirse en la oscuridad de su propia mente. —Si no, me veré obligado a empezar mi revolución sin ti, una donde tú también serás mi enemiga.