C: Las aventuras del pequeño Flug

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Un horrible llanto estremece las paredes de la mansión con forma de sombrero. Si la primera vez que lo escuchó ya le pareció el ruido más atroz que jamás había escuchado, ahora era incluso más mortal. Era la primera vez que la cría humana lloraba de esa manera, era imposible de callar. Había intentado ser comprensivo pero dialogar con él no servía, le había intentado sobornar e incluso cuando su paciencia se había colmado trató de amenazarle con matarle a él y a toda su familia.

Sin efecto, evidentemente, porque estaba empezando a perder la cordura. Acalorado por la frustración que sentía llegó a quitarse la gabardina, el chaleco y la corbata dejándose la camisa rojo remangada.

Ha esas alturas lo había intentado todo, leche calentita en su biberón, cantarle cosas, balancearlo, cambiarle el pañal, bañarlo, transformar su mano en algo adecuado para él como un conejito o un osito, jugado con él, le había dejado jugar son su sombrero principal, le había metido dentro del accesorio y jugado con él, pero nada. Eso último reconoció había resultado divertido. Pero para él, nunca en voz alta, nadie podía enterarse ¿verdad?

¡Absolutamente nada funcionaba!

El atardecer vio como fue su primer fallo, ahora juraría que hasta el amanecer estaría con ese niño. Necesitaba dormir, tenía mucho trabajo como para perderlo con esa criatura malvada. ¿Cómo Shining y Fly man se las habían apañado? El karma, pensó. En el fondo les había hecho un favor. Las mejillas de la cría humana estaban cada vez más rojas y húmedas, sus ojos más acuosos y su garganta parecía no irritarse por tanto griterío, solo interrumpías los berridos unos suaves pero poderosos hipos. Retorcía el cuerpo y se resistía a caer en los brazos de Morfeo.

Ahí estaba el más grande de los villanos viéndose sobrepasado por el llanto de un niño que ni siquiera era suyo. Trató de calmarse de nuevo.

—¡Es hora de dormir, no de llorar!

Vale. Otro fallo para su larga lista de fracasos. Se sentía con ganas de despedazarlo en mil pedazos, saciar con su sangre su cansado cuerpo y conciliar el sueño entre sus restos de vísceras, grasas, tejidos, teñido completamente de rojo.

Pero no podía permitirse eso en ese momento, debía conservar al pequeño para el futuro.

Usó una vieja técnica para relajarse. Respiró profundamente, con calma y lentitud. Escuchó a cientos de kilómetros de distancia, a años luz, las almas de un inmenso planeta repleto de vida, prospero y pacifico. No tardo nada en usar sus poderes para hacerlo estallar en miles de pedazos, consumiendo esas vidas en un instante, deleitándose con sus breves gritos de horror, dolor y sorpresa antes de verse extinguidos.

Delicioso.

Pero la diversión no acababa ahí, Black hat usaba sus poderes para hacer que los trozos del planeta destruido viajaran hasta la Tierra, observándose un maravilloso espectáculo de estrellas fugaces. En otros tiempos más primitivos había usado esa técnica para asustar a los humanos, los muy idiotas crecían que era el fin del mundo o un castigo divino, cuando lo que era en realidad era la diversión del diablo mismo. Actualmente causaba confusión y terror, lo que nunca pasaba de moda era el pánico de la gente. Sobre todo cuando alguno de esas estrellas caían sobre ciudades enteras, por accidente por supuesto ¿verdad?

—Flu, flu. Blablat, fluuuuu, fluuuuuu.

El niño golpeaba el pecho de Black hat y se retorcía entre los brazos del mayor dando como saltitos señalando a la ventana abierta del cuarto. El niño sonreía y aplaudía para desconcierto del villano.

—¿Ahora qué dices?

—Fluuuuuuuuuuuuuuu.

*Dale al play a la canción de la multi* 

Villainous- Brillante estrella fugazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora