Villainous- Brillante estrella fugaz

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—Me parece que no sabe cómo funciona esto.

La mujer al otro lado de la pantalla no se inmutó ni un instante, ni cuando las burlas de los villanos hundirían en la humillación o la rabia. La templanza empezó a parecerle molesta a Black hat y Flug comenzó a ponerse nervioso.

—Me subestima, Lord Black hat. —habló con calma y un poco de desdén—Mi madre era una heroína, mi abuela una villana, estoy muy familiarizada con los modos y costumbres de ambos mundos.

Black hat rió en una carcajada sincera, la más sincera que pudo expresar. Aquella había sido una buena frase. Le pareció refrescante, aunque iba a matarla igual, parecía entretenido conservarla un poco más. Por supuesto, esa "misericordia" se escaparía si encontraba una verdadera posibilidad de que dañara a su científico.

Y como si la mujer hubiese leído su mente, dirigió su mirada al embolsado con satisfacción e interés.

—Dígame, doctor. ¿Cree en la gravedad? Cree que, de algún modo, todo lo que le llevó a lo más alto le caerá con todo su peso.

—¿Cómo el karma? — comentó dejando escapar una risa burlona. — Por favor.

—¿Cree en la gravedad o la teme? No importa cuánto trate de huir, terminará dándole alcance. Espero esté preparado.

La amenaza era elegante pero directa. Flug tembló en el acto. Apenas fueron palabras, no sería la primera vez que lo maldecían o le deseaban el peor de los destinos, pero la forma en la que había dicho. No. El quién se lo decía. Eso le hizo temblar. La hija de su primera victima, de la nada, había construido un imperio del que no estaban al tanto hasta hacía unos momentos, tan solo vagos ecos que pronto cayeron en el olvido.

Oh, cielos santo, que estúpido había sido.

La gravedad era una fuerza cruel, más que Black hat.

Miró los ojos de Zoe Hart clavados en él. Jadeó con pánico.

—Flug. —interrumpió el gran villano. —Quiero charlar a solas con esta mujer. Retírate. — La mirada era clara, por un lado una forma de apartarlo de aquella situación, por otro que se pusiera a trabajar para encontrar la procedencia de la intromisión.

No rechistó y salió del lugar. El ambiente se le hizo abrumador, como si una presencia lo persiguiera, el agobio y la ansiedad le persiguió.

¿Por qué huía? No, no era una huída, o ¿acaso si lo era? Poco importaba, tan solo quería irse lo más lejos posible de aquella mujer. Sus mayores temores se estaban volviendo realidad. Media vida después, su primera enemiga iba a ser vengada.

—No importa cuánto trate de huir...—aquellas palabras se repitieron en bucle en su mente.