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De vuelta con nuestro desdichado muchacho/esclavo de Black hat, no hay más que querer sacrificarlo ya para que no sufra. Lleva un buen rato buscando al osito pero parece como si supiera que el señor de la casa lo quiero muerto. No encuentra a 5.0.5. por ningún lado, tampoco es que quiera, no va a hacerle daño, pero hace ya mucho que no va a atender a su jefe y no quiere ser exprimido para su merienda.

Rezando para que solo fuera una broma, Namor lleva en sus manos una bandeja con té, sin bichos, solo té.

—¡Hola, nuevo! — gritó Demencia saliendo de detrás de una estatua. Namor gritó al instante haciendo reír a la adolescente. Por suerte no tiro la bandeja en el proceso — Nuevo, eres muy tontito, tan cobarde como Flug.

—Mi nombre es Namor—dijo molesto— y no soy un cobarde, es tu culpa ¿Quién se esconde detrás de algo para asustar a la gente?

—Mi nombre es Demencia, De-men-ci-a. ¿Lo pillas? Deeeeeeeeemencia.

—Sí, sí. Estás como una regadera. Si me permites, tengo que servirle esto al señor Black hat.

El chico echó a caminar y Demencia hizo una mueca fastidiada. Le siguió el paso revoloteando a su alrededor.

—¿Sabes? Yo soy la señora Black hat, así que me debes lealtad infinitesimal.

—Infinitesimal significa que es una cantidad muy pequeña, no creo que quisieras decir esa palabra.

—Como sea.

Rodó los ojos. Ese chico era difícil de molestar. Un cable se cruzó en la demente, empujó a Namor para arrebatarle la bandeja y salir corriendo.

—Demencia, por favor, no juegues con eso. — la siguió. Era muy ágil la condenada, le esquivaba sin despeinarse.

—No me pillarás. Tú la llevas, tú la llevas.

Al fin el experimento fallido azul hizo acto de presencia con su traje de maid. 5.0.5. se asustó al ver la escena, trató de hacerse bolita para que no le hicieran nada pero solo consiguió convertirse en el muro de contención de Demencia.

—Es para el señor Black hat por favor, Demencia.

Namor le arrebató el plumero de la pata del osito-sirviente y lo agitó prente a la nariz de la chica, ella estornudó sin control y dejó caer la bandeja en el lomo del oso. Salvada. El joven se abalanzó sobre Demencia, tenía que someterla de algún modo para que le dejara de incordiar, podía hacer lo que quisiera menos dejarla inservible. Entre manotazos y patadas mutuas tuvo una idea, le arrebató la manga a Demencia para atarle ambas manos y ambos pies. Se levantó del suelo orgulloso para contemplar un buen trabajo bien hecho.

—¡Eso es hacer trampas! — se sacudía.

—No haberme atacado por la espalda. — se defendió Namor mientras tomaba la bandeja de nuevo. Acarició el pelaje del adorable oso, este olió curioso a Namor, tenía un olor familiar, quizás fuese de haber estado peleando con Demencia.

—Huy ¿Qué tienes ahí? — botó la susodicha en el suelo mirando la espalda de Namor por debajo de la camiseta.

—Nada. — se colocó la camiseta y se alejó de la vista de la loca.

—¿Es un tatuaje? ¿Una cicatriz? Anda déjame ver. — sin importarle el dolor comenzó a dar botecitos hacía el nuevo compañero de fechorías quedándose a sus pies y clavando sus dientes en su tobillo.

—¡Me has mordido!

—Ya lo sé, no soy tonta.

Volvió a mostrar su dentadura para dar otro mordisco pero Namor apartó la pierna y salió corriendo del lugar hacía el despacho de su jefe. Fue a llamar a la puerta para avisar de su llamada pero no llegó a hacerlo, la puerta entreabierta dejaba oír una conversación que mantenía el villano con otra persona.

Villainous- Brillante estrella fugazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora