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Cuando Black hat abrió los ojos sintió un fuerte dolor de cabeza que le obligó a cerrarlos con fuerza. No otra vez la jaqueca. Podía notar su malvado cerebro siendo doblegado por el dolor incesante. El dolor se iría, lo sabía bien, era una costumbre después de sus ataques de rabia desmedidos, una especie de resaca, pero eso no quitaba que fuera insufrible en aquel momento.

Se percató que donde estaba, al menos había escogido un sitio discreto donde desmayarse exhausto. Miró su cuerpo, con su traje hecho arrapos bajo aquella manta. No recordaba tener la delicadeza de arroparse, solo tenía imágenes fugaces violentas, de todos modos era agradable, la habitación era de las más frías de la casa, por algo no la usaban. Se dejó acunar por ese calor, poco a poco fue recordando lo ocurrido, la mercancía cambiada, el protocolo de alarma, los hatbots, la sensación de ser un animal enjaulado...

Apartó esas sensaciones de su cabeza, no valían la pena, era tan vergonzoso que no podía ni mirarse al espejo. Se incorporó con cuidado, el aceite de los robots manchaba cada parte de su cuerpo y su ropa, no había rastro de sangre porque lo que intuyó que el protocolo de protección había vuelto a funcionar. Estaba agradecido y decepcionado al mismo tiempo, le hubiese gustado llevarse por delante al oso, a Demencia o a cualquiera de los dos asistentes inútiles, quizás a los cuatro, sí, eso sería bueno. Terminó por levantarse con un pequeño mareo. Chasqueó los dedos y su apariencia cambio a la aterradora e impoluta que siempre portaba.

Salir de la habitación no fue tan difícil como pensó, la sensación de mareo permanecía pero tolerable. Debía ponerse al corriente de que había ocurrido hasta ahora, se dirigió por inercia al único lugar donde tendría sus respuestas: el laboratorio del doctor Flug.

No se encontró con nadie por el camino, si lo hizo no se dio cuenta ¿acaso ves cada hormiga a cada paso que das? No.

Entró en el laboratorio convertido en una sombra para no interrumpir el trabajo que posiblemente estaría haciendo Flug. Efectivamente, el científico estaba en medio de una charla con una mujer asiática con uniforme gris y que apestaba a miedo. Estaba atada a una de las camillas, inmovilizada por completo con una luz intensa apuntándola a la cara. Temblaba por lo que le esperaba, aunque tenía un par de heridas, Black hat sonrió feliz de no haberse perdido lo más divertido.

Belén ayudaba a Flug a preparar todo para una sesión intensa de tortura. Eso le dio información suficiente al gran villano de lo que ocurría. Su protegido llevaba los guantes por encima de la bata hasta el codo, la habitación con poca iluminación y seguramente una gran sonrisa en su joven rostro, Belén trajo un cubo con agua y un trapo. Iba a torturarla con gusto. Black hat se unió a la sonrisa.

—Señora Mei Bayón. — dijo Flug enchufando unas tenazas con cables a la batería y ajustando la intensidad. — Le vuelvo a dar la bienvenida a nuestra casa/organización.

—¿Vais a simular ahogarme? —preguntó aterrorizada la prisionera ignorando por completo al joven— Escuchad, eso no, es muy cruel. Diré lo que querías lo juro, por favor. Solo soy una cadete, no se demasiado.

La voz de Mei se rompió, estaba realmente asustada, era tierno o eso pensaba Black hat. Decidió hacer su entrada triunfal tomando presencia física y acercándose a los tres mortales, las dos mujeres se estremecieron junto con un grito de terror mientras que Flug solo volteó a mirarlo, contento de que estuviera bien. Ambos eran conscientes de que no era el momento idóneo para un reencuentro padre e hijo, tan solo bastó una mirada cómplice y llena de orgullo. El villano mayor acarició el hombro del menor y luego recogió sus manos tras su espalda, dirigiéndose a la prisionera.

—Oh no, cucaracha. Eres nuestra invitada de hoy, una muy especial. —las palabras de Black hat incluían cierta teatralidad— Mi querido doctor no es de esos barbaros que torturan inundando el suelo. —hizo una pausa arrebatándole el aliento a Mei— Él es...mucho mejor.

Villainous- Brillante estrella fugazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora