29

334 53 78
                                    

El sirviente dejó caer junto a una de las mesas de quirófano la última caja con documentos. Al erguirse se quejó por un crujido en su espalda. Sus hombros así como su cuello también crujieron de un modo desagradable. Llevaba todo la semana con cajas de allá para acá, cuando los archivos del laboratorio fueron revisados varias veces pasaron a los del desván, los del sótano y algunos del cuarto del doctor Flug. Sin embargo, por más que había buscado no encontró los documentos perdidos.

—Gracias, Namor. —agradeció el científico sin dejar de trabajar— Por hoy está bien. Quedas libre de tus tareas.

—Sí, doctor. —contestó sin energías— Que descanse.

El doctor soltó una pequeña risilla para dejar lo que estaba haciendo y mirar al sirviente.

—Siempre te despides con más entusiasmo de mí, deseándome unas buenas noches, que no me vaya muy tarde o incluso te quedas conmigo hasta que decido que mi jornada ha llegado a su fin. Sin embargo, últimamente te veo un poco tenso y distraído. ¿Estás bien?

—Por supuesto, Flug. No es nada...Duerme bien. —Namor no miró a Flug en ningún momento, bajaba la cabeza y escondía la mirada. El cansancio le hacía más vulnerable, debía ser precavido pues sabía que contra Flug sería el doble de débil. Flug ignoró al chico y siguió diagnosticando el problema.

—Sobre todo cuando estás en mi laboratorio, no paras de mirar por todas partes. Si es por los planos, tranquilo, aparecerán. Seguro Demencia se los volvió a comer. —se quejó. Maldito el día en que esa chica llegó a la casa— Quizás lo que te distrae está fuera de la mansión.

El corazón de Namor dio un vuelco, sus dientes empezaron a chasquear y un escalofrío de sudor frío recorrió todo su cuerpo. Se estaba volviendo paranoico, quizás fue muy audaz pero nada podría incriminar. Se obligó a mantener la calma y esta vez sí, mirar a los ojos al mayor.

—F-flug, no sé...no tengo ni idea de que hablas.

—Del frutero, por supuesto. Cada vez que vienes se te nota diferente, como si fueras otra persona...

Flug respiró aliviado y casi quiso reírse como loco por haber sido tan estúpido. Pronto encontró la fuerza para seguirle el juego, retomando su papel como el mentiroso que era.

—¿Qué relación tienes con él?

—¡Ninguna! Ninguna, Flug.

—¿No os coqueteáis?

—Él es el que trata de seducirme pero no es mi tipo. —Namor volvió sobre sus pasos y se sentó en una silla cercana a la de Flug— No quiero más que comprar tranquilo, nada más.

—Más te vale. —susurró acariciando su mejilla bajo la bolsa—A ti te gustan los chicos ¿verdad?

—Sí, sí. ¡Pero no él!—eso no fue teatro, se sentía bien tener una conversación auténtica—¿Cómo puedo hacer que me deje en paz?

El científico malvado arrimó su silla hacia el joven sirviente como quien quiere contar una confidencia. Namor se sonrojó de la emoción. ¿Cómo de raro podía parecer que estuviera deseando hablar de chicos con Flug y pedirle consejo?

—Tienes que dejarle claro que no vas a ser suyo. —para incidir más en su consejo dio varios toques a la mesa de trabajo—¿No sé si me entiendes?

—La verdad, Flug, no lo tengo muy claro...

—Tienes que ser directo. —aclaró con malicia— Puedo acompañarte o que vaya Demencia a dejarle las cosas claras.

Villainous- Brillante estrella fugazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora