Por lo menos estos minutos voy a pensar en el sueño, intentar volver a sentirlo. Hacía tiempo que no lo tenía y de grande se siente diferente, como si tuviera otro contacto o sentimiento profundo con respecto a él. Tengo este tiempo para mí solo, sin tener que concentrarme en hacer bien los cruces de las telas sobre mis pies, ni de mantener una charla con mis padres o con 5271, que son los únicos que alguna vez hicieron esta tarea por mí, salvo esa vez hace algunos años en las intraescolares.
Por qué soñarlo otra vez justo hoy, por qué haberlo soñado tantas veces antes. No saber quiénes son el hombre que me carga, la mujer que nos sigue, el niño que soy en el sueño, no saber si existieron o son sólo fruto de mi imaginación (no podría ser de otra manera, aunque las sensaciones son tan reales y propias), me inquieta.
Tengo estos minutos para distraerme un poco de la competencia y pensar en cualquier cosa, voy a concentrarme en lo que sentí en el sueño. No puedo relajarme por completo ni dejar de apretar los ojos en un esfuerzo infantil por volver a soñar. Los pasos lentos del hombre que me carga, la tos de la mujer y las lágrimas en sus ojos, el cielo aterrador que nos cubre cada vez más, el miedo...
Los dos cuerpos me abrazan, siento su presión a través de telas espesas que me cubren y que casi me dejan sin aire, siento los golpes duros de las gotas de lluvia sobre los cuerpos que me protegen y de a poco los comienzo a sentir sobre algunas partes de las envolturas de telas. Como en un instinto de protección, mi cuerpo se acurruca lo más que puede, como en las noches de frío, como si volviera a mis días previos a nacer, en el seguro interior de la panza de mi madre, días que no se sienten tan lejanos; cubro mi cara con mi mano izquierda y luego pongo sobre ella mi mano derecha. Siento el final muy próximo y es aterrador...
"Sosténganlo, no dejen que se golpee", las voces se escuchan como desde adentro de un tubo, como abajo del agua. "Tomen sus piernas y sus brazos, yo sostengo su cabeza, llamen al jefe de médicos", las voces... emergen desde una oscura profundidad. Alguien grita mi nombre con miedo, lo escucho con claridad: "Numeral, Numeral, por favor, abrí los ojos". Mis ojos se abren.
Siento mi cuerpo presa de manos que me sostienen con fuerza y veo la cara pálida de mi hermano que me mira con una mueca congelada en ella; "Numeral, ¿qué te pasó?". Todavía con las impresiones del sueño en la mente y en la piel, me doy cuenta de que, aunque no lo creía posible, me quedé dormido. Los encargados de cubrir los pies de todos los participantes de nuestra zona dejaron de hacerlo y me miran con caras de sorpresa, muchos dejaron sus puestos para sostenerme, al parecer.
–¿Qué pasó? –le pregunto a mi hermano.
–Te empezaste a retorcer y a acurrucarte, como si fueras un bebé. Temblabas y no había manera de hacerte reaccionar. Fue como una convulsión. Si no te hubieran sostenido los encargados de los vendajes te hubieses caído de la camilla. ¿Qué pasó?
–No sé, me dormí. Es todo lo que recuerdo –no quiero contarle lo que soñé porque ni yo puedo entenderlo, además 5433 y 5028, las excepciones negativas de nuestra zona, me miran y se miran entre ellos con sonrisas cómplices y malditas.
El jefe de médicos entra a nuestro vestuario con preocupación en la cara. "¿Qué pasó?", le pregunta a la encargada de mis vendajes. "Empezó a temblar y a retorcerse, luego se fue acurrucando en posición fetal y si no lo hubiésemos sostenido, con la ayuda de algunos compañeros, se hubiese caído. Después de unos segundos se relajó su cuerpo y abrió los ojos", le responde mi enfermera.
"Mmm", es lo único que articula el jefe de médicos antes de mirarme a la cara. Después de inspeccionarme con esos ojos insensibles, me pregunta:
–¿Cómo te sentís ahora –y después de mirar mi ficha, que se encontraba al pie de mi camilla, agrega con los ojos bien abiertos y un obvio cambio en su tono de voz–, 5271 Numeral?
–Bien, me siento bien.
–¿Qué fue lo que te pasó, qué sentiste?
–Me quedé dormido, eso es todo lo que recuerdo. Lo próximo fueron los gritos de mi hermano llamándome –las risitas de los estúpidos se escuchan hirientes y sin compasión.
–Mmm –repite nuevamente el médico–. ¿Alguna sensación extraña?
–No, más allá de haberme quedado dormido en semejante momento, no.
–Ja, por lo menos conserva cierto nivel de humor, eso es bueno –y después de escuchar mi corazón y respiración y de anotar algo en mi ficha de desempeño, agrega–. Si no sentís nada raro físicamente voy a pedirles a los encargados de los vendajes que terminen su trabajo, no hay tiempo que perder. ¿Estamos de acuerdo? Seguramente fue un momento de estrés nervioso, no me extraña dadas las circunstancias –las risitas se escuchan nuevamente.
Asiento con mi cabeza. No hay manera de saber con exactitud qué es lo que me pasó y ningún sentido tiene retrasar lo inevitable. Todos vuelven a su sitio una vez que el jefe de médicos se va. Siguen con su trabajo. Todas las manchas me arden, la del cuello, la de la pantorrilla izquierda y las de las dos manos. Esto me pone realmente nervioso, no debí haber pensado en el sueño.

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Algo parecido a la lluvia
Science FictionEn un futuro lejano, distópico y post-apocalíptico, el mundo presenta un clima arbitrario y peligroso y, en él, la sociedad se encuentra organizada de un modo muy diferente al de nuestros días, dividida en cinco comunidades separadas. Un grupo reduc...