Me hubiese encantado ver el regado y el movimiento de butacas una última vez, ahora sí desde abajo completamente, pero no. Otra vez algo parecido a la lluvia que no nos permiten sentir. Siempre me resultó atrapante el movimiento de esas miles de butacas que depositan a la población casi total del mundo (salvo los habitantes del Sector 0) en ese suelo, después del regado de la pista. Se adelantan de a miles hacia el centro del Salón, de a tandas van dejando a la gente sobre la superficie, ésta va, a medida que dejan sus asientos, bajando al subsuelo 3 y, cuando toda la población de las zonas está ahí, las butacas suben nuevamente, recorriendo su camino de vuelta para reacomodarse en su lugar y reorganizar esa media esfera o cono invertido de sillas dentro de la otra semiesfera que es el Salón. Perfección, exactitud. Luego de esto, dos de las zonas que bajaron (no se distribuyen siempre de la misma manera la superficie y el tercer subsuelo, algunos años a una zona le toca habitar la superficie y otros el subsuelo 3) suben a la superficie una vez que está libre de butacas.
5999 se ve bien, aunque todavía el brazo lo tiene dormido, pero ya puede mantenerse erguida por su cuenta. Es increíble, pero no puedo mirarla como antes, sólo hubiese pensado que mi hermano podía hacer un sacrificio así por mí.
La cena la hacemos en los dormitorios grupales, treinta camas para nosotros en completa soledad, salvo los dos patrulleros que están al otro lado de la puerta y que fueron los que nos trajeron la comida. Después de comer charlamos un poco, para hacer algo de digestión antes de dormir, aunque todos nos morimos de sueño.
La primera pregunta yo ya la sé: ¿Cómo conseguiste esa flecha? Los detalles sorprenden un poco a los oyentes del relato y a los que aún no sabían que 5999 me había salvado de quedar adormecido por unas cuantas horas. También comentamos que la estrategia con la flecha no fue bien vista por el público ni por la Zona A, por supuesto, pero las reglas son reglas y yo no sobrepasé ninguna, sólo hice algo que nadie había hecho antes.
Ahora que alguien usó las flechas a su favor, inventarán otro obstáculo en su lugar para reemplazarlo en el futuro. Ya pasó esto otras veces, la última fue hace algunos años cuando un participante había llegado a agarrar, antes de que se abriera, la cápsula de gas anestésico que le correspondía a su zona y que había caído a sus pies, para después revolearla para el terreno de otra zona, ganándose así muchos insultos y segundos de ventaja para su grupo. Sobre eso charlamos también, preguntándonos qué nuevo obstáculo por sortear tendrán nuestras generaciones futuras al final de la prueba de Tierra, prueba que jamás vamos a volver a ver ni hacer.
También recordamos que esa fue la última Competición que tuvo que postergarse por causas climáticas, porque durante diez días ininterrumpidos (de los cuales cinco hubieran estado ocupados por la competencia) hubo una tormenta muy violenta que hacía imposible el traslado de la gente de las zonas al Sector. Recuerdo lo ansioso que me sentí por el retraso para venir al Salón a ver el desarrollo de las pruebas, por no poder salir de mi casa durante tanto tiempo, por no poder entrenar. Fue de lo más aburrido de mi vida y veo que, ahora que lo charlamos, muchos sintieron lo mismo que yo en aquel entonces.
Todos contamos nuestros caminos, que en algún momento se fueron entrelazando, charlamos sobre cada obstáculo, todos sabemos que el peor es el del suelo movedizo, pero las marcas en el piso te brindan seguridad, lo único que hay que hacer a la perfección es caminar con las manos y eso todos los que estamos acá lo podemos hacer, por ese motivo nadie de las cuatro zonas cayó en esa trampa. Pero las sirenas... ninguno puede explicar con claridad qué sintió, yo nunca fui muy bueno con las palabras, para eso es mejor mi hermano, pero ninguno encuentra una manera para explicar lo que sintió cuando esa música se apoderaba de vos, sólo algunos describen bien lo que vieron, pero no las sensaciones porque a todos nos resultaron muy particulares y personales. Algunos cuentan sus visiones, otros preferimos no hacerlo, como mi hermano y yo. Ese fue el peor reto de la prueba y no teníamos práctica, fue... injusto.
Lo que yo vi fue tan evidente que me duró muy poco la alucinación. Cuando me di vuelta para seguir a la música, el cielo se nubló y empecé a reconocer unas sombras que se acercaban a mí, que resultaron ser las de las personas de mi sueño, la mujer y el hombre con el bebé. No tenía miedo esta vez, era como si ahí tuviera que estar, sentí que ese lugar me pertenecía... pero sabía por lo fresco que tengo el sueño en mi mente que eso no estaba pasando, que estaba en una prueba, que lo que veía era un sueño antiguo que había vuelto a tener después de tantos años y que no tenía tiempo para invertir en eso, por eso es, creo, que reaccioné y entendí rápidamente lo que pasaba y lo busqué a mi hermano y después a los demás.
Nos vamos a dormir, tenemos el cuerpo agotado. La carrera la vamos a ver nuevamente mañana, los competidores de las cuatro zonas, en un comedor grande y subterráneo que está en el subsuelo 5, en unas pantallas gigantes mientras almorcemos. Arriba, es decir, en el tercer subsuelo, donde está la mitad de la población, y en la superficie, donde está la otra mitad, ahora deben estar viéndola mientras cenan. Todos... todos los habitantes del planeta.
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Algo parecido a la lluvia
Science FictionEn un futuro lejano, distópico y post-apocalíptico, el mundo presenta un clima arbitrario y peligroso y, en él, la sociedad se encuentra organizada de un modo muy diferente al de nuestros días, dividida en cinco comunidades separadas. Un grupo reduc...