Capítulo 30

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Después de la cena, hecha también en el comedor junto con las otras zonas, volvemos a nuestro dormitorio. Aunque queramos esquivarlo, el tema de la próxima prueba sale inevitablemente. Los comentarios son diversos y se superponen unos con otros:

–Tenemos que ganar.

–Si no ganamos la prueba de Agua va a ser imposible sacar una ventaja amplia en la de Aire.

–Tenemos que idear una estrategia.

–Ya tenemos tantas estrategias que nos las confundimos unas con otras.

–Además de ganar, tenemos que soportar todo lo que podamos después sin respirar bajo el agua.

Entre tanto nervio se me ocurre algo, algo por lo que yo ya tuve que pasar pero que los demás no. Sé que lo que voy a hacer a mi hermano, #, no le va a gustar, pero si nos ayuda me lo va a agradecer después. Les pido silencio a todos, después de un momento tengo su atención. Les digo: "No sé si alguno se acuerda, pero cuando yo era chico tenía muchos problemas con el agua y el que más me ayudó a progresar no fue el profesor Agua, fue mi hermano. Creo que lo que él me transmitió y enseñó en su momento nos podría ayudar a todos mañana".

Mi hermano me mira asombrado y me dice: "Pero eso lo practicamos durante unos cuantos días"; "Sí –le contesto– pero yo casi no podía nadar en ese tiempo. Ahora todos sabemos cómo manejarnos en las piletas y con algunas palabras podríamos perfeccionarnos, seguramente". #, con cara de escepticismo, comienza su explicación sobre cómo sentir el agua, cómo sentir la piel y cómo llegar a la sensación de que se respira por medio de ella. Todos escuchamos, nadie interrumpe.

"Lo que yo siempre pienso cuando estoy en la pileta, que es lo que le dije a mi hermano cuando éramos chicos, es que al agua hay que sentirla como si fuera el aire que respiramos fuera de la pileta. Tenemos que volvernos parte de ella, respirarla, como si tuviéramos branquias y fuésemos peces. Es una cuestión de adaptación al medio ambiente, supongo. A mí siempre me ayudó a olvidarme de la respiración durante un largo rato. Por supuesto que no se puede estar sumergido eternamente sólo por sentir que el agua es como el aire, pero ayuda a no desesperar en busca de oxígeno. Incluso hasta los movimientos son más fáciles. Mañana cuando estemos ahí, todos tenemos que tener cabeza de pez y nos vamos a sentir como los pájaros se sentían en el aire antes de que la mayoría se extinguiese, después del Desastre Atómico".

Nadie cuestiona nada, nadie pregunta, nadie contradice. Ninguno se muestra incrédulo, todos reflexionan. 

Algo parecido a la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora