Algo parecido a la lluvia

Capítulo 21

Después del escándalo generado por los aplausos por el discurso del Señor Heredero, todos los miembros del Sector 0 se retiran y el escenario se hunde bajo la superficie del piso, dejando la zona central del Salón y punto de llegada de la primera prueba bien delimitado. Todos los participantes estamos a la espera, vestidos con nuestras ropas de competir en tierra, con nuestras remeras distintivas (la zona A usa el color rojo, la B, el naranja, la C, el violeta y la D, el amarillo), y con todos los nervios juntos como un nudo en la garganta.

Ahora viene nuestra presentación, la de los participantes, un acto que es de lo más aburrido, por un lado, y emotivo, por el otro: cada uno de los participantes es nombrado por su número completo y, entre nombramiento y nombramiento, va a haber una catarata de aplausos ensordecedora. Porque también es el principio del final, de nuestra despedida, y de un nuevo principio, al mismo tiempo.

El anfitrión del espectáculo, un miembro del Sector 0 muy importante, con muchos años y con unas ojeras y una palidez para el susto, que siempre realiza las presentaciones y las despedidas (cuando los participantes suben al cohete una vez que las pruebas terminaron) de las Competiciones, ya está ubicado, sólo él con un micrófono y un camarógrafo, en el círculo central. Él es el que también hace las presentaciones y comentarios de los documentales que se preparan cada año sobre las Competiciones. Se lo conoce como Chawman, Shawman o algo parecido, aunque nadie sabe bien si ese es su verdadero nombre o un apodo o algo así.

Sin preámbulos y con una voz que incita y busca el entusiasmo y las emociones del público, comienza diciendo: "Habitaaaannnteees de las zoooonaaaaas, coooon ustedeeeeees, nueeeestrooooos participannnteeeees" y los aplausos nuevamente emergen llenos de energía. "Empezando por la Zona A, de mayor a menor, el primero es el participante 124912" y otra vez aplausos. Esto va a estar así un buen rato hasta que nos toque.

Es de las pocas veces en nuestra vida en la que nos llaman por nuestro número completo; por una cuestión de comodidad, sólo utilizamos nuestras últimas cuatro cifras para referirnos a nosotros –salvo que en un grupo familiar se dé la increíble situación de que dos hermanos o primos nacidos con cerca de diez años de diferencia compartan las mismas últimas cuatro cifras, caso en el que se incluiría la quinta para diferenciar; pero eso hasta hoy nunca pasó, sería tan raro–, pero hoy, en el acto más oficial del que vamos a formar parte, nos van a nombrar por nuestro número completo. Por eso también vamos a tardar mucho más de lo que desearía; no es lo mismo decir ciento veinte números de cuatro cifras que decir ciento veinte números de seis cifras. Parece de obsesivo, pero unos cuantos segundos multiplicados por un número como ciento veinte hacen un rato largo de espera (un largo rato dentro de una eternidad chiquita). Las ansias me están volviendo loco, quiero correr ya, quiero empezar. Seguramente también se busque generar expectativas en el público con esta presentación interminable, pero a los participantes esto nos está matando.

Después de un sufrimiento eterno de espera, finalmente nos toca: "Y Pasando a la Zona B, la mayor de ellos, 124879, un fuerte aplauso para ella", no hace falta que pida el aplauso, el público ya lo empieza a hacer antes de que termine de decir su número. El corazón me late más fuerte, lo miro a mi hermano, él también está nervioso, en cualquier momento nos van a llamar. Por suerte esto va lento, ahora no quiero que me toque, no quiero que el tiempo avance, querría detener las cosas acá y escaparme con 5271 y que nadie nos encuentre. A mí, que me gustan tanto los relojes que nunca vi, me gustaría que desapareciera el tiempo. Él seguro que siente lo mismo. Después, si me acuerdo, le voy a comentar lo que estoy sintiendo ahora.