Al tocar el suelo escucho algunos ruidos muy extraños y diferentes entre sí. No son voces, estoy cada vez más convencido de que son animales, algunos cuerpos me rozan y siguen emitiendo sonidos desconocidos. Me quedo parado al pie de las escaleras y mis ojos se acostumbran a la oscuridad de a poco.
Veo los cuerpos tenues y sus sombras, sí, son animales, estoy seguro, aunque haya visto pocos en mi vida. No me interesa delatarme ante quienes me buscan en este momento, aunque mis ojos puedan reconocer en la oscuridad a las figuras en movimiento, querría algo más de luz. Algunas parecen estar limitadas por barras verticales y horizontales.
En la oscuridad reconozco, a su vez, una estructura que parece un escritorio como el del doctor jefe de médicos, no me acuerdo de su nombre, pero sé que sonaba parecido a carne (carne de repuesto). Detrás del escritorio hay una silla y me acerco a ella. Estoy tan cansado por tantos esfuerzos, sobre todo por la última escalada, que sólo pienso en descansar. Toco el espaldar de ésta, es suave y acolchonado, me pongo delante de ella y me siento. Cierro los ojos pero los abro casi al instante, porque unas luces se prenden y una voz apagada dice: "Bienvenido, doctor Zoovita". Me lleno de nervios por lo que escucho pero, después de revisar bien, veo que no hay ninguna persona en la habitación además de mí, así que supongo que esa voz debe sonar automáticamente cuando se encienden las luces y que éstas deben encenderse cuando alguien se sienta en la silla del escritorio.
Mi mirada es presa de un éxtasis absoluto de vida salvaje, el cuarto está lleno de animales, muchos más de los que imaginé en un principio. A la casi totalidad de ellos nunca los vi y a los que vi alguna vez, en su mayoría, sólo fue en libros o imágenes.
Aunque esté agotado y la silla quiera atraparme con su comodidad me paro. Algunos animales están sueltos, son sólo algunos. Reconozco a las cabras, vacas, los tigres detrás de barrotes. Encuentro toda la vida salvaje en una sola habitación, toda la vida que estaba desaparecida como creí durante tanto tiempo. Nunca hubo un momento semejante a éste en toda mi existencia.
Me acerco a los animales que están sueltos, son los más tranquilos, tanto grandes como chiquitos, y junto con los enjaulados se amontonan en este edificio. La vida salvaje encerrada en esta jaula. Hay gatos, muchos pájaros en jaulas, unos lagartos chiquitos que están en peceras, otras peceras con peces. Además, veo palomas y tigres, cardenales y colibríes. Veo a mis padres, a los que se convirtieron en piedra y a los que me criaron hasta ser el que soy hoy. Veo la vida y es hermosa aunque está apresada en esta grandísima pieza.
También sé que mi vida es presa de una cacería y no le queda tanto tiempo. Debería irme de acá ya mismo si quisiera tener una mínima posibilidad de sobrevivir, pero estoy muy cansado y mis ojos están encantados con todos los animales que veo. La luz de la habitación podría delatarme, pero no creo que los que están en el campo presten atención a esto desde tan lejos y si lo hacen espero que piensen que son otros patrulleros que me están buscando.
Un gato se cruza entre mis piernas acariciándose con ellas mientras dos perros de diferentes tamaños (aunque ninguno tan gigante como los de la prueba de Tierra) me miran con la lengua afuera de su boca y moviendo su cola. Uno me acerca una pelota y vuelve a alejarse y a mover su cola, no entiendo qué es lo que quieren que haga. Agarro la pelota del suelo y emiten cada uno algunos ruidos fuertes, suenan como a un "guou guou" –los perros de la prueba de Tierra no hacen estos ruidos–. Tiro la pelota detrás de ellos y para qué, arman un revuelo terrible.
Si los patrulleros no se dieron cuenta de que estoy acá no les debe faltar mucho para hacerlo, además de la luz ahora el ruido ya me debe estar delatando. Sé que tan lejos no voy a llegar pero tampoco se las quiero hacer tan fácil. Los perros se me vuelven a acercar y dejan la pelota a mis pies otra vez. No puedo seguir jugando, pero creo que sé qué es lo que esperan que haga, aunque también creo saber qué es lo que tengo que hacer.
Busco algo para hacer palanca en las puertas de las jaulas, tengo que dejar que la vida salvaje vuelva a serlo. Encuentro unos palos de metal que tienen en una punta una soga que forma un círculo, agarro uno y abro la jaula de los pájaros haciendo fuerza sobre la puerta. Todos salen y vuelan a mi alrededor, empiezan a emitir sonidos musicales (me hacen acordar a las sirenas de la prueba de Tierra) y a salir de la habitación por la puerta que da al techo, por la que entré. Volteo las peceras que tienen animales no acuáticos, todos empiezan a escapar por la salida que da al techo. Sólo me falta poner un cartel que diga "estoy acá" para que me encuentren.
Hay un problema, los animales que no se manejan con soltura en las alturas no salen, así que tengo que buscar rápidamente una salida que esté más cerca de suelo, pero no hay ninguna salvo la puerta grande que está totalmente trabada y las ventanas que no pueden abrirse... romper alguna es tentar mucho a la suerte. Como digo, tan fácil no le quiero hacer el trabajo a los patrulleros, aunque no puedo negar que ya hice mi parte, pero lo que me encontré en esta habitación me pasó por encima.
Me quedan por soltar los animales más peligrosos y me da miedo, sé que pueden ser mortales, pero me doy cuenta de que prefiero que me mate un animal por instinto que un hombre por maldad. Me acerco a los leones, me miran desafiantes, les hablo mientras intento abrir su jaula que es mucho más resistente que la de los pájaros. Finalmente, después de un esfuerzo, logro dejar dos de esas barras metálicas que tienen cuerdas en las puntas atravesadas en el punto donde se unen los barrotes por medio de bisagras y, al introducir la tercera, la puerta cede, se abre y me alejo de ella. La pareja de leones sale, me miran directamente a los ojos, me doy cuenta de que no estoy respirando. Después de una mirada larga y sostenida, voltean y van a otra jaula y empiezan a forzar con sus garras los barrotes de ésta, ahí hay animales con cuernos en el hocico, no sé qué son, pero son muy grandes.
Mientras los leones hacen su parte, me acerco a la jaula de tigres, después de hacer palanca varias veces como recién la puerta se abre, me alejo y los tigres salen. Qué hermosos animales, más allá del miedo que tengo no puedo dejar de admirar esos movimientos, su pelaje y sus ojos. Uno se va a ayudar a los leones, pero el otro se acerca sigilosamente hacia mí, yo me alejo y él se acerca. Tengo miedo, me va a matar. Mi espalda choca contra la jaula de pájaros que ya está completamente vacía, me quedo quieto, el tigre se acerca y se detiene adelante mío. Nos miramos fijamente, en sus ojos no veo ni miedo ni deseos de atacarme o eso creo.
Después de unos segundos, el tigre se abalanza, se para sobre sus patas traseras, pone las delanteras encima de mis hombros y nos miramos muy de cerca, como dos personas que intentan conocerse a través de la mirada. La mirada más profunda de mi vida. Qué ojos incomparables. "Hola, tigre", digo, creo que por un impulso de nervios. El tigre me mira, en sus ojos está la profundidad del universo y del amor, ahora sé qué nombre me hubiese elegido si no hubiese quedado entre los treinta mejores de mi zona... Tigre. Él acerca su cara todavía más a la mía y apoya su frente en mi boca, con su frente besa mi boca.
Lo abrazo un rato y él se queda, acaricio su espalda y su nuca. Después aleja su cabeza de mi boca y veo otra vez sus ojos, estoy seguro de que está llorando, yo también estoy llorando. "Hola, pa. ¡Cuánto tiempo! Te extrañé", digo en voz alta, pero más para mí que para el tigre.
Los leones tuvieron éxito con los animales de cuernos, en cuanto éstos están libres empiezan a despedazar todas las jaulas que quedan en pie. La vida salvaje se mueve alrededor mío en un cuarto muy amplio y de cemento. El escándalo es a esta altura inevitablemente obvio.
El tigre baja de mis hombros y me mira, después mira una ventana y vuelve a mis ojos, como avisándome o esperando un aprobación de mi parte. "Vamos, Tigre", le digo.
Después de sonreírme, estoy seguro de que acaba de hacerlo, el tigre, mirando a los demás animales y abriendo su boca, mientras muestra sus filosos dientes, emite un sonido terriblemente fuerte y amenazante, lleno de energía y de vida, que recibe como respuesta un conjunto de ruidos de diferentes intensidades y naturalezas provenientes de todos los animales. Lo más instintivo de la vida salvaje que quiere volver a ser salvaje. Me sorprendo gritando como un loco, como si fuera uno más de ellos.
Los animales de cuernos van primero, destrozando paredes y ventanas, atrás sale a toda velocidad Tigre, seguido por Tigresa y los leones. Después seguimos todos los que quedamos. La vida salvaje que quiere volver a serlo.

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Algo parecido a la lluvia
Science FictionEn un futuro lejano, distópico y post-apocalíptico, el mundo presenta un clima arbitrario y peligroso y, en él, la sociedad se encuentra organizada de un modo muy diferente al de nuestros días, dividida en cinco comunidades separadas. Un grupo reduc...