Capítulo 51

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Los hermanos se acercan a despedirse, sus pasos son algo inseguros, caminan lentamente esos pocos y últimos metros que los separan de su último abrazo con sus padres. Mientras tanto, antes de que algunas palabras puedan empezar a salir de sus bocas, sus mentes traen imágenes y emociones muy intensas, que pasan por detrás de las pupilas muy rápido como para que uno las pueda retener en el aire.

(Qué orgullo tener estos dos hijos).

(No puedo creer que ya pasó tanto tiempo desde que nació 5271).

(El tiempo que pasó desde ese día después de la tormenta, el día en el que #, la estatuas de piedra, las cenizas... el día en el que todo...).

(No quiero avanzar, congelar el momento).

(Deberían dejarnos llevar a nuestra familia).

Y las palabras, que se escapaban, empiezan a salir (aunque sabemos que es verdad que las incomodan las cámaras).

–Los amamos, siempre los vamos a recordar.

–Hagan un mundo mejor allá arriba.

–Nunca me voy a olvidar de ustedes, los adoro.

–Los voy a extrañar tanto. ¡Cómo los quiero! Deberían dejarnos llevar a nuestra familia a los ganadores.

Para la cara de los padres no alcanza con la palabra "orgullo"; para la cámara no alcanza con decir que se está babeando.

–¿De qué serviríamos allá? Viejos y sin fuerza seríamos un estorbo. Sean felices, son el futuro.

–Pero qué hermoso y emotivo saludo, los hermanos 5271 y 5271#, el hijo postmaturo, se despiden de sus padres. ¿Podrían despedirse a la cámara, familia?

La cámara con camarógrafo y todo se acerca, se entromete (un poco más todavía) y manosea un momento que no le corresponde.

–Nuestros hijos son nuestro orgullo.

–Van a marcar la diferencia allá.

–Qué padres orgullosos, qué conmovedor. ¿Y qué dicen esos chicos, eh? –el micrófono apunta hacia la familia, espera.

–Que tenemos esperanzas para hacer las cosas bien y que podemos aportar toda nuestra capacidad allá en Beta, pero despedirse es horrible.

Mientras su hermano le responde al Showman, # toma la cara de su madre, desvía su mirada de la cámara y le besa la frente. "Gracias por todo, te quiero, te voy a pensar siempre", le dice muy bajito. Colibrí llora, no entiende por qué el "gracias", él no podría saberlo, y llora, pero el show debe seguir.

–Sí, lo sé, amiguito, es muy duro. Y ¿vos, #, le tenés esperanzas al mundo que te espera?

Mirándolo a los ojos, no a la cámara, # le responde:

–Pienso que sería esperanzador si pudiésemos llevar a nuestras familias ahí.

–Ah, pero eso no se puede, ya lo saben, los lugares y recursos son escasos, además ellos son miembros muy útiles acá.

–Ah, ¿Sí? ¿Y de qué les sirven? ¿Y a quién?

La cámara se aleja para tomar al conductor, es el mismo de todos los años, el mismo que presenta uno por uno a los competidores antes de la primera prueba y el que conduce los documentales anuales, un miembro importante en la jerarquía del Sector, viejo pero vivo, como todos ellos. El Showman, le dicen, y se ganó su nombre. Tiene un peinado extravagante, con mechas de diferentes medidas despeinadas a propósito y con mucha cautela, por lo que se ve. La palidez de su rostro y la oscuridad de sus ojeras y pelos hacen de éste un personaje demasiado monocromático. El último toque perturbador lo dan sus venas, como pasa con todos los miembros del Sector 0, que en algunas partes de su piel se muestran muy oscuras y marcadas, hundidas en ella, lo que hace que se vean como el cauce seco de un río angosto.

–Muchas gracias, así pasan los hermanos de la Zona B, 5271 y 5271# –dice cerrando la despedida abruptamente y, hablando sólo con el camarógrafo, agrega–. Después cortá lo último que dijo ése, ¿sí?

–Sí, señor.

Este es el último instante de mínima intimidad de toda la familia, la cámara está esperando al próximo competidor, son sólo segundos los que tienen, apenas un poco de aire.

–Los vamos a extrañar, son los mejores padres.

–Ustedes son los mejores, sin duda, ganaron, y además son los mejores hijos –Cardenal parece estar tan contento de haber corrido el riesgo.

–Me los llevo igual conmigo.

–Acuérdense, sólo tienen que cerrar los ojos.

Una última mirada, profunda y a los ojos, de los padres a sus hijos y de éstos a aquellos. Cada palabra de esta última parte del diálogo es acompañada por una lágrima. Aunque falte tiempo, cada una de ellas será compensada. 

Algo parecido a la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora