Capítulo 74

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Abro los ojos y me encuentro en una habitación desconocida, un típico cuarto de habitantes de las zonas, pero nunca estuve acá. Hay un hombre, sentado delante de la cama en la que estoy, que al verme despertar sonríe. "Te has tomado tu tiempo, eh", me dice. "Numeral", es lo primero que puedo decir y que mi cabeza puede pensar. El hombre me contesta con cara de preocupación:

–Sí, antes de ayer, cuando llegaste, no parabas de decir su nombre hasta que te desmayaste. Así que algunos fueron a buscarlo, pero no lo encontraron, sólo encontraron el rastro de una persona que se acercó a la zona, el tuyo. ¿Viniste solo? ¿Eres el competidor de la Zona B? –me pregunta mientras se acerca con un vaso de agua– Toma.

–Sí, soy 5271, ¿usted? –pregunto yo mientras agarro el vaso.

–Mi nombre es Hipocampo. Entonces, ¿viniste solo?

Y si lo pienso, ¿por qué no? # apareció de la nada cuando o me moría o recibía un salvavidas, siempre se vio saludable, llevaba días sin comer ni beber nada, me inspiró los últimos momentos en mi determinación por llegar a algún lugar y poder transmitir lo que averiguamos. Apareció cuando tenía que hacerlo, se fue cuando se aseguró de que yo iba a cumplir lo que todos necesitamos que cumpla. Miro las sábanas que me cubren las piernas, con rayas de colores y un poco remendadas y emparchadas.

–Sí, vine solo.

–Numeral es tu hermano, ¿verdad?

–Sí.

–Y acaso, ¿sabes algo de él?

Antes de contestar quiero saber adónde estoy, averiguar algo, intentar entender un poco cuál es mi situación.

–¿Dónde estoy?

–Estás en la Zona C, bienvenido oficialmente. Perdón que sea insistente con mis preguntas, pero, ¿es verdad lo que dicen los papeles que traías?

¡Mis papeles! Empiezo a pasear los ojos por toda la habitación e Hipocampo, sabiendo lo que pienso, me tranquiliza:

–Tranquilo, los hemos leído solamente, te los hago traer ahora mismo.

–Está bien, no hay apuro –por algún motivo, de a poco, me empieza a transmitir confianza.

–Cuéntame entonces, te has escapado, ¿cómo?

–¿No hay nadie más de su zona que deba escuchar esta historia?

–Claro que sí, todos. Nos tienes que contar a todos lo que sabes, si lo que leímos en tus papeles es cierto tenemos que hacer algo ya. Pero primero, cuéntame a mí.

Viendo que no tengo ninguna opción y que además Hipocampo me parece sincero y genuino, empiezo desde que nos dormimos en el avión y me desperté en ese pasillo oscuro hasta que llegué acá. Por supuesto, salteé mi encuentro con mi hermano y las locuras que pensé, hermosa locura, seguro la más valiosa de mi vida. Y tengo como para competirle, ya se sabe eso.

–Con razón los patrulleros estaban tan revoltosos los últimos días, generalmente después de las Competiciones pasan días, a veces semanas, hasta verlos venir con víveres, agua, herramientas u otras cosas, como tú sabrás. Pero esta vez, el día de vuestro despegue partieron de la zona cuando la tormenta cesó y volvieron a las horas y los dos días siguientes, siempre que el clima les permitió viajar. Y al día de hoy siguen viniendo casi diariamente, a traer alguna cosa, a llevarse alguna otra que necesitan 'de última hora', pero nunca dicen nada, por supuesto, sólo observan. Yo estuve allí cuando despegaron el otro día rumbo a Beta, os vi a ti y a tu hermano, mi hijo también estaba en esa nave o cómo se llame.

Los ojos se le cristalizan en rojo. Me mira y pareciera que busca algo en mi cara, tal vez algún rasgo o indicio de otra cara. Su manera de pronunciar sus frases, con una marcada diferencia entre los sonidos c, s y z, que en la Zona B no manifestamos; su modo de utilizar el pronombre y de conjugar los verbos en esa persona; la elección de ciertas palabras que nosotros no usamos, pero conocemos; todo hace de esta charla un momento ameno para los oídos.

–¿Qué haremos ahora, niño? –que me traten de nene nunca me gustó, sobre todo desde que dejé de serlo, por lo tanto que me diga "niño" me incomoda un poco, pero siento tanto cariño en sus palabras que lo tomo bien, como una muestra de afecto, porque sé que lo es.

–No sé, primero hay que poner a la gente al tanto y después pensar una acción conjunta, es lo mejor, estoy seguro. Pero qué, todavía no sé. Las cuatro zonas tienen que estar al tanto, todos todos. Todos tenemos que decidir y participar, sólo así podemos lograr parar esta carnicería. Así fue como la Zona B ganó, todos o ninguno.

–Pero, ¿cómo haremos? Si hay largas distancias entre una zona y la otra.

–Yo tengo un traje muy bueno, ¿lo tienen?

–Sí.

–Entonces algo se puede hacer. Se puede pensar también en secuestrar un vehículo de los patrulleros, pero es más arriesgado, por ahora sin riesgos mientras no sean necesarios y hasta saber qué hacer. Más preparado, con agua y víveres, después de informar a toda la Zona C, pienso que me podría ir a la Zona B, después a las demás y así volver y decidir.

–¿Podrás hacerlo y solo?

–Voy a tener que poder.

–Te ayudaremos en todo y te van a creer, te lo aseguro. Bien, te traeré algo de comer, seguro tienes hambre.

–Sí, gracias, señor.

–A ti –me contesta antes de salir–, algo me dice que tendré mucho que agradecerte. Enseguida vuelvo –definitivamente este hombre me transmite confianza y eso me inspira de un modo positivo. Igual, no puedo dejar de pensar en #, en lo claro que lo vi mientras me acercaba a esta zona. #, ¿qué habrá pasado con vos?

Algo parecido a la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora