Capítulo 44

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Y suena. Empiezo mi marcha con velocidad y cautela esperando la trampa, de todas formas siempre pasa en el segundo en el que te descuidás.

Se acaba de soltar el sostén delantero de mi base y adelante mío cae una soga, la tomo y salgo impulsado hacia unas barras. Después de tomarme de ellas y de meter mis manos en la talquera que está al principio de este nuevo recorrido, sigo, # está a mi altura y 5207 un poco más atrás, del otro lado. Después de recorrer un poco más de camino, una de mis manos se queda medio pegada a una parte de la barra que está helada, pero por suerte me libero muy rápido después de soltar mi aliento sobre la mano prisionera para que se despegue del metal. Sigo adelante sabiendo que en cualquier momento se acerca una nueva sorpresa.

Y sorpresa. Una de las barras cae y me tengo que tomar de la otra. Sigo mi camino mirando la espalda de mi hermano, que está apenas más adelante, allá a lo lejos en su camino. Seguimos pero no por mucho tiempo, porque ahora se suelta el sostén trasero de la barra que queda y comenzamos a movernos en forma pendular, resbalando por ella aunque nos sostengamos con toda la fuerza. El movimiento de a poco se calma y empiezo a trepar hasta alcanzar el final del tubo metálico, llego a la talquera que precede el próximo tramo de camino, la uso y empiezo a balancearme nuevamente en la barra hasta que el movimiento es suficiente. Ahora sí, me impulso hacia las lianas.

Avanzo muchos metros pasando de izquierda a derecha hasta que algo empieza a fallar, algunas de las cuerdas que funcionan de lianas empiezan a ser más débiles y viejas y no resisten tan bien nuestro cuerpo, se me acaba de cortar una a mitad de impulso y por poco caigo sin alcanzar la siguiente. Me sostengo por poco del borde de la cuerda, trepo, empiezo a balancearme hasta alcanzar cierta velocidad (esta cuerda, por suerte, está en mejor estado) y, cuando lo hago, sigo saltando y avanzando con más cuidado.

Pero por más cuidadoso que sea es muy difícil. La mitad de las cuerdas se rompen con nuestro peso y el secreto está en tomarse de éstas sólo el tiempo necesario para seguir el impulso, tratando de hacer el menor peso posible sobre ellas. Es un esfuerzo de moderación de energía muy exigente, cada vez que escucho el ruido de alguna soga al cortarse es una incógnita si voy a llegar a la próxima.

El tiempo y los estadios de esta prueba vuelan porque ya veo la próxima parada, aunque antes escucho a alguien caer; es de nuestra zona, supongo, porque lo escuché dentro de todo cerca, los que están a mi alrededor siguen, ¿quién habrá sido?

Esta es la parte de los interruptores, también con sorpresas, que exige una efectividad del 100% en cada movimiento, la menor distracción en esas cuerdas seguro genere consecuencias graves. Colgado de la última cuerda del tramo de lianas constantes y de variada resistencia, veo el primer interruptor, meto mis manos en la talquera de la derecha, de a una, golpeo con mi palma izquierda el círculo de metal gris, frío e inexpresivo, y la primera cuerda a interruptor se despliega. Comienzo mi danza.

Por un tramo extenso las lianas están puestas a intervalos regulares con los interruptores: tomo la cuerda, me impulso, me suelto, en el aire golpeo el interruptor a mi derecha y poco más adelante se despliega una cuerda a la izquierda, la tomo, me impulso, me suelto, en el aire golpeo el interruptor ahora a mi izquierda, cae la cuerda más adelante ahora a la derecha y así sucesivamente. Pero después de un rato se complica.

Los intervalos ahora son totalmente arbitrarios, interruptor a la derecha, cuerda a la izquierda, interruptor a la izquierda, cuerda a la izquierda, interruptor izquierda, cuerda derecha, interruptor izquierda, cuerda izquierda, interruptor derecha, cuerda derecha, interruptor derecha, dos cuerdas seguidas, la primera a la derecha y la segunda más adelante a la izquierda (casi caigo pensando que algo estaba mal, me quedé buscando el círculo metálico en el aire entre una cuerda y otra y por casi nada no perdí el impulso necesario para llegar a la segunda de éstas), interruptor derecha, cuerda derecha...

Cuando ya empiezo a enloquecer entre tantas cuerdas, interruptores y caos, llego al final, las últimas cuerdas vuelven a ser sin interruptores y, desde la última de ellas, salto a las tablas que están a unos pocos metros del último obstáculo. Mis compañeros más cercanos, entre ellos mi hermano, siguen más o menos a mi altura. Ahora estamos mucho más cerca entre nosotros, el círculo aéreo de circuitos individuales de obstáculos está llegando a su final en el centro e inevitablemente tiende a cerrarse hacia el medio.

La última parte, como siempre la más difícil, las telas de araña, tan difícil siempre librarse de ellas y sus acertijos. 

Algo parecido a la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora