Capítulo 5

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Por más que quiera es imposible no estar nervioso. Hoy empieza el final de mi vida como la conozco. Si los resultados que obtenga mi zona en esta competencia nos ubican en el primer puesto, mi vida cambiará para mejor considerablemente, y si nos encontramos entre los tres puestos inferiores, cambiará para peor, aunque también tendríamos nuestra gloria. Me siento culpable al saber que sería una victoria más asegurada si fuese algo individual, pero cada grupo zonal es de treinta participantes. Si bien mi Zona B es la favorita, por nuestro desempeño y, además, por la presencia de los hermanos (mi hermano, 5271, y yo, 5271# o simplemente #, que nací algunos meses después que él, en uno de los actos más inexplicables y soberbios –como les gusta decir a algunos– que la naturaleza humana nos dio: el hijo postmaturo, nacido cuatro meses después que su hermano), hay algunos envidiosos. Pero el grupo es, al mismo tiempo, sólido y muy capaz.

Yo no pedí nacer de este modo ni tener las habilidades que tengo, no pedí un hermano tan capaz como el que tengo que, aunque en lo físico no me supere pero a veces, por momentos, llegue a igualarme, es sin duda más inteligente que yo, su mente corre más rápido y para eso no tengo músculos que puedan alcanzar. Somos inseparables e invencibles juntos, dos mentes muy rápidas y una mejor que la otra, dos cuerpos excelentes y uno mejor que el otro. Juntos podríamos valer por los treinta, pero no quiero que la cabeza me traicione. Si tan sólo no estuvieran esos idiotas que, en lugar de aportar al equipo, se dedican a creer que uno elige cuándo nacer y cómo. Espero que cuando de eso dependa su futuro recuerden qué es lo mejor para todos y den su potencial.

La B es la mejor zona por unanimidad de opiniones y sensaciones. Con los dos estúpidos incluidos, cuando suman, somos mejores que un reloj antiguo de agujas... siempre que pienso en la relación entre el equipo y ese tipo de reloj inhallable desde hace cientos de años no puedo dejar de pensar que daría una mano para tener uno de esos en mis manos (o en la que me quedaría si alguien aceptara mi descabellada propuesta).

Si no estuviera nervioso no pensaría tanto. Me encantaría que no fuera así, pero el futuro es todo lo que importa hasta los dieciséis años, después las cosas tienen rumbos muy similares. Voy a comer bien abundante así digiero a tiempo para competir, para correr es mejor estar liviano, aunque seguro que algo vuelvo a comer antes de la carrera.

Algo parecido a la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora