Capítulo 55

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El viento y la tormenta parecen ser las únicas cosas reales. Avanzamos cada vez más lentamente, la tos de mamá está cada vez peor, la miro desde el hombro de papá y un escalofrío recorre mi pequeño cuerpo. Tengo miedo y mirar al cielo no ayuda para nada. Las nubes y relámpagos parecen corretear nerviosos en la altura y, aunque cierre mis ojos, los truenos se me meten en los oídos como chorros de agua.

Mamá se acerca con lágrimas en los ojos y toca el hombro de papá: "Paremos –le dice–, no tiene sentido seguir, no vamos a llegar. Sé que lo más seguro es que ninguno sobreviva, Tigre, pero tal vez podamos salvar a 5302. Por lo menos tenemos que intentarlo, es nuestro hijo, no podemos no intentarlo".

Papá la mira mientras las gotas empiezan a caer y ambos empiezan a sacarse su ropa. Mientras mamá está en el suelo, víctima del peso de la lluvia, me mira y me llena de fuerza, de una fuerza que no podría describir. Tengo miedo, pero ya no es tanto. Sin entender bien qué puede significar, me lleno de esperanza y fuerza... y amor. El amor, la fuerza y la esperanza que surgen del caos, del desorden y de la desesperación.

Papá empieza a cubrirme con las ropas, la lluvia se hace más fuerte. Los tres estamos en el piso, la veo a mamá mientras papá me va cubriendo de ropa y después lo veo a él, totalmente desnudo, envolviéndome con las capas para el viento. Ya no veo nada, estoy completamente cubierto.

Siento la pesadez de las gotas sobre las telas, aunque no me llegan a tocar ni a mojar. Después, siento como si algo me comprimiera, es un abrazo lleno de fuerza por el amor paternal (quién podría decir que un abrazo de estas dos personas completamente desprotegidas en una tormenta mortal –como toda tormenta lo es desde hace tanto tiempo– podría llegar a tener todo este poder e intensidad), sólo eso podría hacerlo posible.

Me abrazan, yo me acurruco como cuando todavía estaba dentro de mamá, cruzo mis piernas y las pego al pecho, mientras cubro mi cara con la mano izquierda y cubro ésta, a su vez, con la derecha. Los golpes de las gotas son intensos. Mi madre llora y me habla, me pide perdón, dice que me ama. Papá también pide perdón, papá también me ama y se arrepiente de habernos puesto en esta situación. El abrazo es lo más importante que pudo haberle pasado a la especie después del Desastre Atómico.

La lluvia sigue implacable, el abrazo se congela y mis padres ya no hablan, tengo miedo, pero por suerte no puedo mirar el cielo porque si no tendría más miedo, aunque todavía escucho truenos y eso no me tranquiliza mucho. Después de un rato, sin saber cómo, me quedo dormido, acurrucado como estoy.

Algo parecido a la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora