Capítulo 71

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Me desperté atado a una silla y con los ojos vendados hace un rato. No sé exactamente qué va a pasar, pero me doy algunas ideas. Tengo miedo por mí pero, más que nada, por los que quedan, por mi hermano, por los próximos chicos que compitan; no puede quedar todo así, lo más lejos de la verdad que podemos llegar no puede ser hasta acá.

Si mido el miedo que tengo (porque lo tengo, es innegable), es menor que el que tenía ese bebé que fui en la tormenta, pero a diferencia de ese bebé, hoy puede que yo sea el único que sepa que hay tanto en juego. Y estoy atado, sin poder moverme.

Una puerta se abre, los pasos de una persona se acercan lentamente y sus manos se apoyan sobre mis ojos. La venda. Ahora puedo ver y, aunque la luz de la habitación no es muy fuerte, tengo que dejar que mi mirada se acostumbre de a poco a ella. Cuando puedo fijar bien los ojos en la cara de quien entró en la habitación, la sonrisa asquerosa del Señor Heredero me recibe. El resto de la habitación está vacía, es pequeña e incómoda. Desabrida.

–Así que, Numeral, ya sabés qué es lo que va a pasarte, ¿no es así?

–Sí, no te tengo miedo –le estoy mintiendo y seguramente lo sepa, pero su mirada se irrita cuando le digo esto y eso me gusta.

–Muy valiente de tu parte, pero quise tener esta charlita con vos antes de que te conviertas en nuestro individuo de prueba y después en mi plantel de órganos de repuesto...

–Sí, carne de repuesto –es un pedazo de mierda gigante.

–Exacto, Numeral, veo que llegás a captar la profundidad poética del asunto, vos y todos los don nadie que llegan a las Competiciones tienen el honor de vivir en nuestro cuerpo, de servir para algo mayor.

Me toma el pelo así, pero después cuando somos miles reunidos en el Salón se hace el bueno, cagón.

–Para mantener vivos a unos mentirosos carniceros, sos un pedazo de mierda sin corazón... ¿cuántos habrán pasado por ese pecho? ¿Lo sabe, querido Señor Heredero?

–No, perdí la cuenta de todos los corazones, pulmones... de todo ello, la verdad. En fin, quería saber, ¿cómo hiciste para despertarte?

–Abrí los ojos, idiota –¡Mirá lo que quiere saber!

–Estabas sedado para otras dos horas más, deberías haber despertado más o menos cuando te capturamos.

–No sé cómo hice, pero lo hice. Y me desperté en tu avión.

–Ah, eso, sí. Bien por vos y por averiguarlo. Pero en relación a otro tema: ¿cómo pudieron estar, en la segunda prueba, todo ese tiempo sin respirar debajo del agua? Estuve allí, ello fue impresionante, estoy seguro de que sin vos no lo hubiesen logrado.

–El pez en el agua –le da bronca no entender cómo se pueden hacer cosas que él no conoce, por eso tantas preguntas.

–¿Qué?

–Que te mueras.

–Ah, Numeral, no, seguir viviendo ahora me toca a mí, como siempre, y morir te toca a vos, como a los tuyos. La próxima vez que vea algo tuyo va a ser cuando me mire al espejo.

Me dolió, qué bronca, me va a matar y no voy a poder hacer nada. Ojalá, aunque sea, 5271 haya podido salvarse.

–¿Y mi hermano?

–Eso, ¿dónde está? Él tiene que tener los archivos...

–Jajajaja, ¿no lo encontraron todavía? –¿podrá ser? ¡Por favor, hermanito, hacé que valga la pena!

–No, todavía –los agujeritos de la nariz se le mueven, dos o tres veces se le agrandan y vuelven a su tamaño natural, apenas un segundo después de hacerlo. Las venas de su frente y cara son tan oscuras y desagradables, hundidas en su piel; una de las de su frente parece estar latiendo. Se hace el que no, pero está furioso y preocupado porque no encontraron a mi hermano.

–Si todavía no lo encontraron no lo encuentran más. Es como un pez... –sí, tiene que ser, para algo tuvo que haber servido todo esto. Salvanos, 5271.

Con odio en sus ojos y la boca totalmente retorcida, el Heredero pone la venda de vuelta en su lugar, sus pasos se alejan y la puerta se cierra de un golpazo. Tengo miedo. Salvalos, salvanos, hermanito.

Algo parecido a la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora