✘Capitulo 4✘

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Me levanto mucho más temprano de lo normal, yo misma me sorprendo. Nunca me ha preocupado mucho como me veo por las mañanas pero por alguna razón hoy me apetece ir más arreglada.

Me pongo unos vaqueros muy ajustados, un top y me aplico un poco de maquillaje. Me suelto la larga melena y me la dejo ondulada con ayuda de un poco de espuma, no tengo ganas de usar la plancha para domar mi pelo tan temprano.

Me miro otra vez en el espejo. Soy una chica tirando a normalita, tengo los ojos verde intenso, mi piel es blanca, tengo el cabello negro y largo hasta donde termina mi espalda. Cabe decir que no soy muy alta. Nada de una chica de revista, soy más bien de las que pasan desapercibidas.

Intento no pensar en que mi cambio de rutina se deba a ese chico. Hace tan solo una semana desde que hablamos por primera vez, desde entonces me ha estado evitando, tan solo me mira. No entiendo mi necesidad de llamar su atención. No es que con diecinueve años nunca me haya sentido atraída por ningún chico, claro que sí, pero nunca había sentido la necesidad de que me miraran, hasta que él lo hizo.

Cuando bajo a la cocina mi madre sigue durmiendo por lo que cojo las llaves y le escribo una nota donde le digo que hoy salgo temprano para que me de tiempo a terminar el trabajo de biología en clase. No quiero que se preocupe.

Mi madre es muy fuerte, ha luchado mucho en su vida, la admiro. Siempre ha estado ahí para mi. Incluso cuando se separó de mi padre estuvo más preocupada por mi que por lo que ella sentía. Debió de ser duro depender de una persona que se destruye a si mismo y a los demás. Un escalofrío me recorre la espalda, últimamente no soporto pensar en mi padre.

De camino al instituto compro un café para llevar, eso me ayudará a terminar de despertarme. Cuando entro a clase y me siento, mis amigos no han llegado, cosa que no me extraña, ellos suelen llegar igual de tarde que yo. Me pongo a mirar el móvil, distraída.

Un ruido me saca de la nube que el sueño a creado a mi alrededor. Es él. Mi corazón se acelera con tan solo sentir su presencia en la misma habitación. Al mirarlo noto la tensión en sus hombros, parece molesto.

-Buenos días. - eso es lo que se me ocurre decir, soy patética, no sé que me pasa con este chico.

Su mirada se suaviza cuando me mira, pero su expresión sigue siendo dura.

-Buenos serían si estuviera en cualquier otro sitio que no fuera esta cárcel.

-Vaya que tolerancia al aprendizaje. - digo.

-Aprender está bien, estar aquí encerrados no. - contesta más relajado.

-¿Y por qué no te vas?

Tarda tanto en contestar que termino por centrar mi atención en el móvil de nuevo, lo que no dura mucho cuando vuelve a hablar.

-¿Vendrías conmigo?

Eso no me lo esperaba para nada, me doy una palmadita mentalmente por haberme arreglado.

-Fugarme de clase con un desconocido. No es mi estilo. - digo poniendo una sonrisa nerviosa.

-Juro no ser un asesino en serie.

Una carcajada me abandona y el chico de ojos grises sonríe satisfecho.

-Sí. - mi voz sale como un susurro y si no hubiera visto su preciosa sonrisa pensaría que no me ha oído. Ni siquiera estoy pensado, Dios mio ¿he dicho que sí?. Tal vez estoy más loca de lo que creía.

Se levanta tomandome por sorpresa. Sin pensarlo mucho yo también me levanto y lo sigo, esto es una locura. Voy a escaparme con un tío que ni siquiera estoy segura de que esté bien de la cabeza, pero ¿lo estoy yo?

Cruzamos la puerta del edificio y ahí están mis amigos. Nill me mira primero a mi y luego a él, oh oh esto no es bueno. Reese que está de pie entre las piernas de Eyden,  abre mucho los ojos. Mi mejor amiga pone una sonrisa tonta. Les dirijo un saludo con la mano, al que ninguno contesta pues están demasiado ocupados analizando al chico a mi lado. Kail me pasa el brazo por los hombros y me guía lejos. Me toma por sorpresa su gesto, pero lo dejo hacer.

Llevamos media hora caminando, hace rato que me soltó y hace rato que camina delante. Cuando me doy cuenta estamos en frente de mi casa. Si lo llego a saber hubiera venido en mi coche, aunque no sé si sería capaz de atender a la carretera con él cerca en un espacio tan reducido.

-¿Me vas a invitar a pasar?- me quedo de piedra, ¿quiere entrar en mi casa? Espera, ¿qué? Él sabe que es mi casa, cómo...

-¿Cómo sabes que es mi casa? - pregunto y supongo que no consigo disimular mi cara de miedo.

-No la sabía, pero te has quedado mirándola y lo he supuesto.

-¿Debo asustarme?

-¿De mi inteligencia? No, tan solo alabarme. - bromea.

-Bien, alabemos tu inteligencia dentro. - digo.

InfernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora