✘Capitulo 8✘

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Me despierto con el ruido del maldito despertador. Me tapó la cara con la almohada y un olor familiar me envuelve. Kail. Recuerdos del beso y de dormir en sus brazos cruzan mi mente. Me levanto de un salto e inspecciono la habitación con la mirada. No está, debe de haberse ido hace poco. Mi teléfono suena en la mesilla de noche, lo cojo y sonrió como una tonta. Es él.

-Vaya si ya estás despierta. - dice en tono burlón.

Me levanto y busco algo que ponerme en el armario.

-Mmmm sip. - digo centrándome en la ropa.

- En media hora paso a buscarte. - me sorprende lo normal que parece todo, a ver no me esperaba que se comportara como un satánico loco, pero todo parece muy... Humano.

- Vale. - contesto con esta estúpida sonrisa otra vez en la cara.

Me pongo unos vaqueros negros rotos por las rodillas, una camisa blanca ceñida y unos tenis blancos. Me plancho el pelo y me maquillo. Le sonrió al espejo, y pongo los ojos en blanco ante mi estúpida emoción.

- Sí Dana, estás completamente loca, necesitas que te internen en un psiquiátrico. Pero oye, creer en demonios no es tan malo, por lo menos no hablas sola. - digo en voz alta y me rio como idiota.

Bajo a la cocina donde me encuentro a mi madre desayunando.

-Buenos días mami. - le doy un beso y me preparo un café.

- Vaya, que contenta hoy. ¿Se debe a algo en especial?

-Nada, solo es un buen día. - no le quiero ocultar cosas, pero no le puedo decir que mi repentina felicidad se debe a un demonio y no a uno cualquiera, sino al mismísimo hijo del rey del infierno. Le daría un infarto y me llevaría al médico por si tuviera un derrame cerebral o algo así.

Mi madre solo se limita a sonreír, sé que verme así la hace sentirse mejor. Me termino el café y me cepillo los dientes. Tras mirarme una última vez al espejo me dirijo a la puerta.

- ¡¡Me voooooy!! - grito desde la salida.

- Vale cariño, cuidate.

Salgo a la calle y una aire frío me golpea. No tengo ganas de entrar otra vez a por una chaqueta. Veo a Kail apoyado en la tienda de enfrente. Está tan guapo como siempre, al verme sonríe y me mira de arriba a bajo mientras me acerco.

Me sorprende cuando se aproxima y me planta un beso en los labios. - Hola. - dice. Sonríe y me derrito entera. - Hola. - contesto.

Se quita el suéter y me lo da. - No queremos que te congeles ¿no?

- Tampoco queremos que tú te congeles ¿cierto?

Sonríe de lado. - Cielo, mi piel está ardiendo. - pone cara de pervertido. -Cosas de demonios, que mente tan sucia tienes. - ríe.

Me muerdo el labio para reprimir una sonrisa. Me pongo el suéter y comenzamos a caminar. Kail entrelaza sus dedos con los mios. El camino al instituto se me hace mas corto de lo normal. Cuando estamos cerca de la puerta veo a mis amigos y me paro.

-Ve con ellos. - me dice Kail. No es que no quiera ir con ellos, pero ahora mismo quiero estar cerca de él. - No, estoy bien. Pero me gustaría saludarlos, si me esperas, claro. - digo. - Como la señorita deseé. - contesta.

Se quedan de piedra al vernos llegar juntos y cogidos de la mano.

-Buenos días. - digo con una sonrisa tensa.

- Y tan buenos ¿no? - contesta Nill. Está enfadado.

- Los mejores. - contesta Kail con una sonrisa. No sé que coño pasa para que se traten así.

Alis me mira buscando una explicación, gesticulo un "después te cuento" y asiente.

-Está helando aquí fuera, deberíamos entrar. - me dice Kail al oído en un gesto íntimo, pero no se molesta en bajar la voz lo suficiente para que los otros no lo oigan. Veo la mandíbula de Nill tensarse.

- ¿Desde cuándo eres el chico del tiempo? - pregunta con rabia. Reese se ríe y Eyden la mira mal.

La rabia ruge en mi interior. Joder, son mis amigos, que coño les pasa. - Sí, tienes razón. Además me he adueñado de tu suéter debes de estar congelado. - solo lo miro a él cuando hablo pero noto la mirada de todos sobre mi. Me dirijo a dentro y arrastro a Kail conmigo. No me despido de ellos, se lo merecen.

- Vaya vaya. ¿Quién es la mala puta ahora eh Alis? - oigo que dice Reese.
No oigo la respuesta de Alis pero sé que le dará su merecido.

Cuando entramos en clase el calor me reconforta. Todavía no ha llegado nadie, solo estamos nosotros. Kail me toma por las caderas y me gira. - Estás tensa. - dice a tan solo unos centímetros de mi boca. Ahora mismo solo estamos nosotros, no me importa nada más. - Estoy segura de que tu puedes solucionarlo. - digo y me sorprendo de que eso haya salido de mi. Lo necesito, necesito que calme esta rabia dentro de mi. Me besa. Es un beso tan lento y cuidadoso que me está volviendo loca. Intento intensificarlo pero Kail me para.

- Hay tiempo. Poco a poco. - veo lo oscuro que se le han puesto los ojos. -¿Todo bien con lo mio? - pregunta.

-Sigo estable. - contesto, el niega con la cabeza y me da un beso en la mejilla.

El resto del día transcurre tranquilo. Mis amigos no han intentado arreglarlo, saben que a la mínima estallaré, me conocen. Ya le explicaré a Alis cuando me haya calmado.

Al salir del instituto, Kail me para.

-¿Qué pasa? - pregunto.

- Ve a casa yo tengo algo que hacer. - me acaricia la mejilla. - Deja la ventana de tu cuarto abierta.

- Vale. - me besa suavemente, tan solo un rose. Y se marcha.

Me preocupan ese algo que tiene que hacer, pero nada puedo hacer para que me cuente.

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