✘Capitulo 24✘

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-Dana no puedes llamarlo. Él no ha hecho nada por arreglarlo. - Alis lleva media hora intentando convencerme. Suspiro y me recuerdo a mi misma que ella no sabe nada de lo que pasó en realidad y que por eso habla así.

-Por última vez, Alis. - me muerdo el labio y en cuanto me relajo un poco y suelto algo de la tensión acumulada, veo la preocupación en los ojos de mi mejor amiga y la miro con cariño. -No te preocupes, sé lo que hago. - le sonrío intentado infundirle confianza.

-Ojalá no te estés equivocando Hunter.

-Ojalá. - susurro yo. No he parado de pensar en lo que pasó ese día, ahora no me parece tan grave la pelea. Tengo que hablar con él.

Cuando por fin consigo que Alis se vaya a casa me meto en la ducha y me tomo mi tiempo debajo del agua. Sé que estoy haciendo esto para ganar tiempo, no sé como va a reaccionar Kail ante mi llamada. Pero si me manda a la mierda estará en todo su derecho.

Me visto y me seco mecánicamente, lo hago lo más lento que puedo y aún así cuando termino me parece que sigo sin estar lista.

No vale la pena seguir torturándome a mi misma, me armo de valor y cojo mi móvil. Marco su número y espero. El corazón me va a mil. Contesta al tercer tono y al escuchar su voz suelto el aire que no sabia que estaba reteniendo.

-¿Va todo bien? - la preocupación en su voz me relaja de inmediato.

-¿Podemos vernos? - sé que lo que tengo que contarle no puede ser por teléfono. Además creo que le debo una disculpa por haberle abofeteado.

-No estoy en la ciudad, pero puedo llegar en una hora.

-No es necesario. Si estás ocupado lo entiendo.

-Tranquila, ya he acabado aquí. - su respuesta me hace sonreír, está ansioso y yo también. Quiero verlo, lo echo de menos.

-Está bien. ¿Nos vemos en mi casa?

-En la mía mejor.

-Vale. - cuelgo y cierro los ojos con fuerza. Esto va a ser mas difícil de lo que pensaba, contarle que Gabriel ha estado aquí y pedirle que luche a mi lado se siente incorrecto. Ya ha hecho bastante por mi, pero sé que sino lo hago no tendré ni una oportunidad de conseguirlo yo sola.

Conduzco hasta su apartamento y me quedo sentada en el coche convenciéndome a mi misma de que no tengo elección, después de llamarlo he estado pensándolo y la única solución que encuentro es él, necesito que me ayude. Subo y toco la puerta suavemente. Cuando abre no me atrevo a mirarlo y me quedo mirando al suelo.

-Pasa. - dice. Su voz es suave, pero sé que está nervioso, lo conozco lo suficiente.

Asiento y entro, me paro en la sala y me quedo de pie mirando por la ventana.

-¿Qué ha pasado? - pregunta detrás de mi.

-Lo sé. Todo. - me limito a decir.

-¿Qué es lo que sabes? - se ha puesto tenso, lo noto sin necesidad de mirarlo. Es entonces cuando me atrevo a girar mi cuerpo en su dirección y encararlo. Tiene enormes ojeras bajo sus preciosos ojos grises, luce cansado y descuidado. La preocupación se apodera de mi y me acerco a él de inmediato. Pongo una mano en su mejilla sin pensarlo y él cierra los ojos ante mi contacto. - Lo siento. - digo y retiro la mano.

-No, tranquila. - fuerza una sonrisa.

-¿Qué te ocurre?

-No te preocupes. Ahora dime que te ha pasado. Debe de ser grave para que me hayas llamado.

-Kail...

-No pasa nada, Dana. Lo entiendo, soy un capullo, me lo merezco.

-¿Por eso no me has buscado?- pregunto buscando su mirada. - ¿Piensas que te lo mereces? - él no contesta solo me mira. Odio que piense eso, no se lo merece. Los dos dijimos cosas que no debíamos decir, pero no se las merecía. Ha estado ahí siempre incuso cuando yo no sabia que estaba. -Me pasé con las cosas que dije, no sabía que había en la caja, de haberlo sabido ni la hubiera tocado. Y el tortazo... Lo siento mucho.

-¿Qué quieres decir con eso "de haberlo sabido ni la hubiera tocado" ? - suena ansioso.

-Ahora lo sé.

-¿Qué sabes?

-Lo de la puerta.

-Voy a matar a Eyden. - dice caminando hacia la cocina. Los sigo mientras pienso en lo idiota que soy.

-No ha sido él.

-¿Ah no? ¿Y quién coño ha sido? - se da la vuelta y me mira con dureza.

-Gabriel. Por eso te he llamado, he hablado con ella. - se ha quedado quieto, con la mirada perdida. - Sí, he necesitado que un arcángel hablara conmigo para dejar mi estúpido orgullo y hablarte. Voluntad de hierro puedes llamarme. - intento bromear, pero cuando Kail me mira muy serio sé que no ha funcionado.

-¿Qué te ha dicho?

-Me ha advertido. Pero tú ya sabes sobre que. ¿Cuándo pensabas decirme que los ángeles también van a por mi?

El suspira y se sienta sobre la mesa. Pasa sus manos por el pelo con frustración y se centra en mi de nuevo. -Cuando pudiera decirte que lo tenía controlado.

-Ya. - susurro.

-¿Qué más te dijo?

-No mucho. Solo que no debo separarme de ti, que solo tú puedes ayudarme y que no me ayudará en nada más.

-Estoy trabajando en ello. No te preocupes.

-Confío en ti. - digo mirándolo con intensidad.

-¿Algo más? - ignora lo que he dicho lo que me provoca una punzada en el corazón.

-Sí. - digo y me muerdo el labio.

-¿Y bien?

-También dijo que me amas. - digo y la intensidad en su mirada me hace temblar.

-¿Eso dijo? - se baja de la mesa y se para a pocos centímetros de mi. Yo asiento porque no confío en mi voz. -¿Y tú que piensas? - pregunta.

-Quiero... Necesito que me lo digas tú.

De repente me coge en brazos y enredo mis piernas en él. Intenta distraerme, lo sé. -Kail...

-Te deseo. Te deseo como nunca había deseado nada en mi vida. - su voz suena ronca mientras acaricia mi mejilla con su nariz.

-No me vale. Se desea lo que se sabe que no dura. Necesito más. - me cuesta concentrarme, pero sé lo que quiero. Quiero que lo diga. Entonces me deja en el suelo y se vuelve a pasar las manos por el pelo, sé que esto le esta costando, pero lo necesito.

-Solo dilo. - susurro.

-Dana... - coge aire y continúa. - Para mi esto es diferente, nunca había sentido nada igual. No me presiones.

Cierro mis manos en puños sobre su camisa blanca y busco la tormenta gris en la que se han transformado sus ojos. -Vale.

Si necesita más tiempo sé lo daré, no quiero que se vuelva a alejar. Ya no quiero pelear por más boberías.

-No te vuelvas a ir... - la tortura en sus ojos me conmueve. Tal vez nunca llegue a amarme, pero me da igual, yo si lo hago y estoy cansada de callar.

-Te quiero. - susurro y me pongo de puntillas para alcanzar sus labios. El suelta un gruñido y acepta mi beso. -Te quiero, Kail. - le repito contra sus labios y él me aprieta más entre sus brazos.

InfernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora