✘Capitulo 35✘

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-No sé por qué tanta bobería. - Lia pone los ojos en blanco con exasperación.

Y tan solo ese comentario es el detonante para que todos empiecen a hablar a la vez de nuevo. Me paso las manos por el pelo y me levanto de un salto, nadie parece darse cuenta.

-¡Callad! - grito. Los tres demonios me miran sorprendidos por mi intervención, no me extraña, no he dicho ni una sola palabra en las cuatro horas que llevan discutiendo. -¡No habéis parado de gritar!

-Necesitamos un buen plan. - Eyden tiene el ceño fruncido. - Si me hicierais caso...

-Eyden como vuelvas a sugerir que usemos a Dana de cebo te colgaré por los huevos y creeme, no será nada agradable. - termina Kail, amenazándolo de nuevo.

-¡Sois tan infantiles! - grita Lia.

Y así vuelven a gritar, no se están escuchando. Tengo que salir de aquí antes de que me estalle la cabeza.

-¡Que ya vale! - cojo mi bolso del sillón. - Voy a casa a ver a mi madre antes de que se vaya a trabajar. Cuando vuelva no quiero gritos.

-Voy contigo. - Kail empieza a buscar la camisa que no se ha molestado en ponerse en toda la mañana.

-No. - lo detengo. - Tenéis cosas que planear para esta tarde.

-No es seguro que andes sola. - interviene Eyden. Le dirijo una mirada asesina que le hace callar y me centro en Kail de nuevo.

-Estaré bien. Lia me llevará. - sé que no es una opción brillante, pero estos dos tienen que hablar. No dejan de discutir y en parte es porque hoy es un día importante, vamos a buscar a la madre de Kail. Necesitan un rato de chicos, sé que Kail se abre con él, le cuenta cosas que al resto nunca Le contaría.

-Genial, ahora soy chófer. - dice la chica con fingida emoción.

*Dana...* la voz de Kail se cuela en mi cabeza como una advertencia. *No me va a pasar nada.* le contesto de vuelta.

El viaje a casa es tenso, hablar con Lia no está en mi lista de deseos.

-Me ha sorprendido que Kail cediera a que fuera yo quien te trajera. - dice rompiendo el silencio.

-No veo por qué debería negarse. - digo intentando no entrar en una conversación con ella.

-¿Lo amas? - pregunta tras unos minutos de silencio. La miro sorprendida por la pregunta, ella no aparta la mirada de la carretera.

-Si. - contestó. No vale la pena mentirle, si se va a quedar con nosotros es obvio que se va a dar cuenta de mis sentimientos. Tampoco es algo que me cueste decir, no me avergüenza amar a un demonio. Hay más bondad en él que en la mayoría de humanos que he conocido en mi vida.

-Él también.

-¿Qué? - vale, esto ya es demasiado raro. ¿Hablar de sentimientos con la chica que hasta hace unos días no infundía ni un mínimo de confianza en mi?

-Te ama.

-Lia, mira yo no sé que estás...

-No estoy tramando nada, Dana. - me interrumpe. - Te ama.

-Eso no lo sabes, y no entiendo por qué me lo dices ahora. No entiendo por qué estamos hablando de esto. - ella tensa los dedos en el volante.

-Si lo sé. Por como te mira, por como te toca, como si fueras lo único que lo mantiene. Como si fueras lo más especial del mundo. - una pequeña sonrisa se instala en sus labios.

-Hablas como si supieras lo que se siente.

-Y lo sé. - esta vez la sonrisa se vuelve triste y desaparece, dejándola pensativa y nostálgica.

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