✘Capitulo 18✘

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-¡Dana levanta vengaaaaaaaa! - la voz chillona de Alis y su salto en la cama despiertan mis deseos asesinos. Solo quiero dormir... Como veo que no tiene intenciones de parar hasta que me levante, me siento en la cama y la miro mal, ella se limita a sonreír.

-Ohhhhh vamos no me mires así, ¿has visto la hora que es? Son las once de la mañana bella durmiente. - dice mientras rebusca en mi armario.

-¡¡¿Podrías parar de hacer eso por favoooooooor?!! - le suplico.

-¿Hacer qué? - ni siquiera me mira está muy concentrada en mi ropa, pongo los ojos en blanco.

-De hacer ruido, me duele la cabeza horrores. No-chi-lles Alison Whiteman. - ella se ríe.

-Gordi tienes un aspecto asqueroso. Ve a la ducha. ¡Ahora mismo!

Como no tengo ganas de pelear y sé que siempre gana ella me meto en la ducha mientras oigo como pone mi habitación patas arriba buscando entre mis cosas.

Salgo de la ducha y me miro en el espejo, tengo las mejillas rojas y estoy más pálida de lo normal, genial, y para colmo mi pelo está enredado a más no poder. La verdad es que si que doy pena. Mi cuello tiene algunos morados que no creo que el maquillaje pueda tapar. Me entretengo intentando tapar las marcas y no noto que Alis ya no está haciendo ruido fuera hasta que me envuelvo en una toalla para salir. No está en mi cuarto, pero ha dejado la ropa que me ha preparado encima de la cama. Termino de vestirme, acabo buscando algo cómodo que ponerme, unas mayas y una sudadera grande (la de Kail). Lo que Alis me había preparado no se veía cómodo en absoluto.

Bajo a la cocina y veo a mi madre riéndose a pierna suelta con Eyden mientras Alis rebusca en mi nevera.

-Buenos días. - digo desde la puerta.

-Buenos días cariño. Mira quién ha venido a verte. - dice mi madre.

-Hola Eyden. - le digo antes de dirigirme al bote de las pastillas para el dolor, me tomo una y espero que eso detenga el punzante dolor que tengo en la sien.

-Bueno Hunter me preguntaba si te apetecía hacer algo de ejercicio, no sé si te acuerdas que ya lo habíamos comentado. - añade Eyden. Yo me quedo perdida por un momento hasta que recuerdo el entrenamiento. Mierda, ¿tenía que empezar hoy? No me siento con ánimos.

-¡Ohhh ejercicio, que asco! - chilla Alis metiéndose una galleta en la boca. No dice nada de mi ropa por lo que me imagino que ya sabia que no me pondría lo que me había preparado.

-Supongo que con eso quieres decir que no te apuntas. - le digo levantando una ceja. Ella niega con la cabeza y pone su mejor cara.

-Bueno, dejemos aquí a las debiluchas y vayamos a correr señorita. - prosigue Eyden.

Me rio y en respuesta lo cojo por el brazo y con fingida desaprobación le contesto. -No puede ser que ya no se respete el ejercicio, que vergüenza. - consigo que mi madre se ria y me lance un paño de cocina.

Después de caerme un centenar de veces y maldecir otro tanto me siento en el suelo transpirando. Llevamos tres horas entrenando, me ha hecho correr, saltar, trepar... Me ha tirado al suelo, empujado y me ha agotado por completo.

-Venga Dana, tienes que esforzarte más. ¡Arriba! - me dice un Eyden completamente fresco como una rosa mientras yo sudo a mares.

-Creo que ya he tenido bastante por hoy.

-Está bien. Mañana a la misma hora, más y mejor. - se burla.

-¿Kail ha autorizado esto? - pregunto.

-Ya sabes que sí, él mismo te lo dijo.

-¿Y estás seguro que no quiere matarme?

Eyden se sienta en el suelo a mi lado y se rie con ganas. Pues vaya, como me alegro que le haga tanta gracia.

Llego a casa y tras ducharme de nuevo me acuesto, me duele cada músculo de mi cuerpo. Dios mío, siento como si pudiera romperme si no tengo cuidado. Me giro en la cama y veo mi teléfono encima de la mesilla. No he querido cogerlo en todo el día para no obsesionarme con la llamada de Kail. Lo enciendo y miro los mensajes, me ha escrito diciéndome que lo llame en cuanto pueda. Me preocupo y lo llamo enseguida, cuando tarda en contestar casi me da algo pero cuando coge el teléfono al fin puedo respirar con normalidad.

-Hola cielo. -me dice. Y me puedo imaginar su preciosa sonrisa. Me muerdo el labio y me obligo a concentrarme.

-Hola, ¿cómo va todo?

-Por ahora nada, es muy pronto para conseguir algo.

-Supongo que no me vas a dar detalles.

-Supones bien. Pero olvida eso y cuentame cómo te ha ido en tu primera sesión de entrenamiento. -suena cansado y me siento mal por él, está cansado porque está intentando ayudarme, no es justo. No puedo decirle que ha sido horrible la sesión de entrenamiento y que se me da fatal, ya tiene bastante por lo que preocuparse y mis quejas no van a ser una preocupación más.

-Bastante bien, estoy deseando que sea mañana. -miento.

-¿Segura?

-Sí. -le vuelvo a mentir. -Kail...

-¿Si?

-No tardes mucho más en volver... - llevo todo el día apartando ese malestar de mi cuerpo, ignorandolo. Pero la verdad es que lo hecho tanto de me menos...

-No lo haré cielo.

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